La historia de Villena ha estado repleta de grandes episodios de convivencia entre diferentes culturas, por su ubicación geográfica, como territorio de frontera y zona de paso entre la meseta y la costa. Sin embargo, existen episodios históricos que merece la pena conocer donde las asperezas sociales y los intereses políticos, se funden resonando aún hoy en la ciudad.
Uno de ellos es la leyenda de las Cinco Campanadas, donde partidarios de los Reyes Isabel y Fernando se enfrentaron a los partidarios del Marqués de Villena. Un toque de campanas único en todo el territorio cristiano, que mantiene la Iglesia de Santa María desde finales del siglo XV, a la hora de alzar a Dios durante la misa.
Un símbolo para recordar una de las batallas más cruentas vividas en Villena donde se alcanzaron las cuatro mil muertes. El renacer de una villa, que merece ser contado y recordado entre la población.
Guerra de Sucesión
Tras la muerte de Enrique IV en diciembre de 1474, surge un problema sucesorio con dos facciones que optan al trono. Por un lado, están Isabel, hermana de Enrique IV, y Fernando, mientras que por el otro lado está Juana ‘La Beltraneja’, quien no fue aceptada como hija legítima de Enrique IV por parte de la nobleza de Castilla.
Uno de los grandes partidarios de ‘La Beltraneja’ fue Diego López Pacheco, Marqués de Villena que en 1475 pactó el matrimonio de doña Juana con su tío, Alfonso V, rey de Portugal. Ante esta última coronación, Isabel y Fernando dirigieron misivas de rebelión a todas las poblaciones de sus reinos, que calaron en Villena produciéndose episodios de desorden público en contra del sistema señorial del Marqués y en favor de los Reyes.
La Guerra de Sucesión, tras la muerte de Enrique IV, recrudeció los problemas sociales entre viejos y nuevos cristianos en la Villa
Disputas sociales
A finales del siglo XV seguía existiendo gran rivalidad entre moros y cristianos en muchas zonas de España, entre las que se encontraba Villena. El Marqués, deseoso de allanar dichas rivalidades en busca de paz, decidió dar entrada en el desempeño de cargos públicos y de gobierno a los moros conversos.
La medida resultó contraproducente, ya que agudizó la crispación social existente por las altas tasas tributarias impuestas por el Marqués. Las rivalidades entre viejos y nuevos cristianos se agrandaron exacerbando el antisemitismo, lo que llevó a tomar las armas a los dos bandos enfrentados.
Los partidarios del Marqués y los Isabelistas se alzaron en armas aprovechando un toque particular de campanas durante la misa en Santa María
Conjura contra los Isabelistas
Al inicio de 1476 los nuevos cristianos partidarios del Marqués orquestaron en el Castillo una revuelta contra los partidarios de Isabel, que se llevaría a cabo aprovechando el toque de campanas, al alzar a Dios en misa, en Santa María. Estos planes llegaron a oídos de una vecina y los Isabelistas se organizaron para contraatacar bajo un símbolo que aún hoy perdura en el tiempo.
Se darían cinco toques de campana al alzar a Dios, en lugar de los tres toques habituales. La revuelta fue cruel y sangrienta con múltiples asesinatos y saqueos en el Rabal de la ciudad, tras los cuales los partidarios del Marqués se tuvieron que refugiar en el Castillo.
Tras la derrota del Marqués se prohibió a los Pacheco volver a habitar Villena y las tierras de los conversos pasaron a manos del Concejo
Fin del Marquesado de Villena
La Guerra de Sucesión tuvo un episodio decisivo en la ciudad de Villena el 23 de enero de 1476 cuando el Conde de Cocentaina, Juan Ruiz de Corella, con los hermanos Gaspar y Juan Fabra, entraron en guerra en el marquesado. Una incursión rápida les hizo apoderarse de la ciudad de Villena, aunque no del castillo, el cual fue asediado.
El alcaide del castillo, Pedro Pacheco, aceptó la rendición de la fortaleza bajo unas condiciones aprobadas por Fabra y los Reyes. Una vez finalizada la guerra, la ciudad quedó bajo obediencia real y desapareció el marquesado de Villena, respetándosele al Marqués su título y el oficio de mayordomo que había desempeñado en tiempos de Enrique IV.
Fidelidad a la corona
Tras la revuelta vivida y la disolución del marquesado, los reyes firmaron algunos privilegios importantes para la ciudad de Villena, como el perdón por la muerte de los conversos durante la batalla. Se estableció que no podrían existir conversos en la Villa, se prohibió la residencia a los Pacheco y los bienes de los nuevos cristianos pasaron a ser propiedad del Concejo.
Los sometidos fueron autorizados a sacar y apacentar el ganado en Castilla y otros lugares del marquesado sin previo pago de derechos, y se autorizó que nadie pudiese ser admitido sin probar previamente su limpieza de sangre. El otro gran logro obtenido fue la celebración de un mercado semanal que en la ciudad se establece los jueves desde aquella histórica fecha que cambió la historia de Villena para siempre.