Uno de los pasatiempos favoritos en décadas pasadas -aquellas en las que no había tantas posibilidades tecnológicas- era montar durante largas horas maquetas de soldaditos de plomo. Los aficionados a esa pasión, muchos todavía, tienen en el museo L’Iber una visita obligada, pues se trata de una de las muestras más impresionantes de este segmento en todo el planeta.
Ubicado en el precioso Palacio de Malferit, próximo a la Catedral de València, dispone de más de 95.000 piezas, de las que una parte son únicamente de la colección privada que llegó a reunir Álvaro Noguera Giménez en su vida. En la actualidad dirige este apasionante museo su hijo Alejandro Noguera.
Su objetivo es transmitir la historia y cultura a los más pequeños, mediante cursos, talleres y conferencias
Un recorrido histórico
Sin duda, en el L’Iber, Museo de Soldaditos de Plomo, se aprecia por medio de sus salas un singular recorrido por toda la humanidad. Uno de sus objetivos, señalan los responsables, es transmitir la historia y la cultura a los más pequeños -así como a los adultos- y para ello se organizan también talleres infantiles, cursos, conferencias, presentaciones de libros e incluso viajes.
El taller ‘Yo quiero ser faraón’, por ejemplo, fue uno de los más exitosos y acercó a los niños la historia de la milenaria civilización egipcia, que participaron en la creación de una máscara de faraón personalizada.
Junto a las estancias permanentes, que detallaremos a continuación, el museo brinda a los visitantes interesantes exposiciones temporales, como la del cómic europeo, en el que se puede conocer de primera mano la pequeña aldea gala que sobrevivió a la invasión romana, el poblado de Lucky Luke o los agentes especiales de la T.I.A. Mortadelo y Filemón.
La muestra es únicamente una parte de la colección privada que reunió Álvaro Noguera Giménez
Principales salas
La llamada ‘Torneo en Oxford Tirant lo Blanc’ es la primera maqueta que encuentra el visitante al acceder al museo. Está inspirada en uno de los torneos que aparecen en la famosa novela de caballerías, escrita por Joanot Martorell en el siglo XV y constituye una excelente representación del mundo medieval.
La escena rinde homenaje al propio Álvaro Noguera, reconocible por la heráldica de los ropajes -en posición de combate- y a la ciudad de València, por medio de las armas de los caballeros de las familias nobles de esa época.
Por su parte, la maqueta de la ‘Batalla de Almansa’, que tuvo lugar el 25 de abril de 1707 en la localidad manchega, es la de mayor tamaño del centro, con 9.000 figuras que ofrecen uno de los momentos decisivos de ese conflicto. Dicho combate marcó un antes y un después en la historia de España: ponía fin a la dinastía de los Austrias y daba comienzo la de los Borbones.
Los ejércitos de ambas, las Dos Coronas por el bando Borbón y la Gran Alianza en defensa de la Casa de Austria, se enfrentaron en la amplia llanura de Almansa para decidir el futuro de la corona española. La victoria borbónica significó, entre otros aspectos, la abolición de los fueros de València, un castigo infringido a la ciudad por su alianza con los Austrias.
Además de sus salas permanentes, los visitantes pueden disfrutar de sus interesantes exposiciones temporales
Más atractivos
‘La Entrega de Llaves de Granada’ está inspirado en una obra de Francisco Pradilla Ortiz, uno de los máximos exponentes de la pintura histórico-romántica de nuestro país. Trata la rendición de Boabdil, último sultán nazarí de Granada, frente a los Reyes Católicos: intentó resistir, pero debido al agresivo cerco cristiano no tuvo otra opción que entregar su reino.
Mientras, ’55 días en Pekín’ es un reflejo de la película rodada en 1963 sobre la resistencia de los representantes de las potencias europeas y de Japón que, ante continuos asedios, se refugiaron durante cincuenta y cinco días en el barrio de las embajadas de Pekín.
Relata cómo en 1900 diversas potencias extranjeras intentaron incrementar su poder colonialista sobre China, situación que provocó el alzamiento de los llamados ‘boxers’, una sociedad secreta china antiimperialista y antijaponesa.
Homenaje a Napoleón
Capítulo aparte merece el homenaje que el museo rinde a la figura de Napoleón Bonaparte, el conquistador francés. En la auténtica joya de la muestra, las figuras representan a los granaderos napoleónicos, soldados especializados en el manejo y arrojo de granadas de mano. Eran tan apreciados por el emperador que se convirtieron en su propia guardia personal.
Son piezas muy antiguas, de inicios del siglo XIX, y fueron realizadas por el francés Lucotte, primer fabricante de soldaditos de plomo en tres dimensiones.
En la base de la figura se aprecia el grabado de una abejita, detalle que indica que probablemente pertenecieron al hijo de Napoleón, el futuro rey de Roma, porque la abeja fue el emblema imperial.