Entrevista > Orland Verdú / Dramaturgo (Petrer, 15-abril-1982)
Con apenas nueve años Orland Verdú escribió, dirigió y presentó su primera actuación titulada ‘La varita mágica’, en la que interpretó a un mago. Una comedia que escribió para sus compañeros de la escuela en Primo de Rivera, hoy 9 d’octubre.
Desde entonces, el artista petrerí ha dedicado su vida a la creación y, en esta última etapa, al teatro gestual y onírico.
«Hay muy pocos actores que hagan dirección»
¿De dónde viene tu interés por el mundo de la interpretación?
En realidad, quería ser escritor de novelas de terror, así que el salto a la interpretación lo hice desde mi faceta de dramaturgo. En Barcelona asistí a una versión experimental de Hamlet que me impactó muchísimo y entonces decidí vivir la aventura del teatro en mi propio cuerpo.
Después de tu etapa formativa en el mundo del teatro en Barcelona y de tu paso por el grupo de teatro Onnagata, fundaste la compañía teatral Oracles Theatre en 2013, donde lanzas tu primer trabajo como director, titulado ‘Diàlegs de dalt i de Baix’. ¿Recuerdas cómo se fraguó dicho proyecto?
En 2011 gané el premio de teatro Ciutat de Sagunt. Ese texto lo publicaron en la editorial Onada, así que mi siguiente paso era dirigir la obra.
Tras pasar un año en la compañía de Teatro de los Sentidos, con la pieza ‘Oráculos’, decidí llamar a mi compañía ‘Oracles’ y trabajar en la dirección de actores usando los arquetipos del tarot, el teatro simbólico y una atmósfera onírica para aquella extraña obra de teatro metafísico.
Habiendo ejercido ambas facetas, ¿prefieres la experiencia como director o como actor?
La de actor. En realidad, tiendo a ser solista en mis montajes, a dirigir y actuar. Hay muy pocos actores que hagan dirección y que hayan dirigido un espacio escénico.
Yo dirigí el espacio Oracles Theatre en Barcelona durante seis años, y he conocido la gestión y producción. Uno pone las ideas y la visión, el otro pone el cuerpo y la emoción.
«El teatro ha de morir para volver a nacer»
¿El teatro goza de buena salud?
Como expresión artística el teatro se encuentra en un momento muy interesante. No puede seguir como hasta ahora, ha de morir para volver a nacer y aportarnos material para despertar.
El arte entretiene, pero el entretenimiento no es el único objeto del arte. El arte existe para revelarnos algo nuevo. El reto del ser humano es conectar de nuevo con el sentimiento.
Una de tus obras más recientes es ‘Pinocchio: El principio del viaje’, inspirada en el clásico de Carlo Collodi, ¿cuánto tiempo has tardado en preparar este proyecto?
Esta versión contemporánea de Pinocho nació primero bajo el título ‘El nacimiento del actor’, y fue el resultado del momento histórico de convulsión política en Cataluña fruto del referéndum, pero a ello le he ido sumando otros elementos de manipulación masiva.
La guerra, el negocio de las farmacéuticas, la corrupción política, la dictadura del entretenimiento, etc. Pinocchio nos invita a dejar de ser marionetas. He dedicado casi tres años a pulir esta pieza y crear esta versión en gran formato.
Sus últimos montajes han sido de teatro físico y danza ‘butoh’
¿Qué acogida ha tenido en nuestra ciudad?
En Petrer ha tenido una acogida maravillosa, es una pieza que gusta a grandes y pequeños. Aquí se la he dedicado a mi padre, que fue una especie de ‘Geppetto’ para mí.
De entre todas tus obras, ¿cuál destacarías?
Cada obra o proceso artístico te aporta algo. De todas ellas destacaría ‘Ícaro: El último vuelo’, ‘Nagasaki: Wilderness Mute’ con la japonesa Keiko Fujiie, ‘Morpheus: Sandman y The Seven Sins’.
Mis últimos montajes han sido en su mayoría solos de teatro físico y danza ‘butoh’. A mi estilo lo he llamado teatro onírico, pues uso técnicas que modifican el estado mental del intérprete y las coordenadas espacio/tiempo.
¿Por qué?
Como escritor habré escrito cinco o seis obras, algunas todavía en el cajón. Actualmente no me interesa tanto la palabra, creo que se abusa en exceso de esta hasta el punto de no decir nada. Por eso, he decidido volver al cuerpo o a la voz.
El gesto tiene más fuerza que la palabra y es universal. Podemos mentir con palabras, pero el cuerpo, por lo general, dice la verdad.
Trabajando en una nueva obra
Orland Verdú está actualmente en Marruecos, impregnándose de la cultura árabe, en una formación de voz y sonoterapia con Michele Avelard y Tànit Navarro, del centro La cúpula en Alcalalí, para llevar a cabo el cuento ‘Aladino: El secreto de la lámpara maravillosa’.
Para ello quiere investigar la obra de Valle-Inclán ‘La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales’, y ver hacia donde le lleva la sensualidad de ‘Las mil y una noches’, la danza, la mística árabe y las conexiones con el budismo y la meditación.