A apenas unos minutos del mismísimo centro de València se encuentra el paraje natural de El Saler. Dunas, playas tranquilas, arboledas frondosas y fauna mediterránea se combinan en un entorno idílico para los vecinos de la ciudad.
Este remanso de paz tan cerca de la tercera ciudad del país se está convirtiendo, además, en enclave escogido por los turistas para alternar las visitas culturas del centro urbano de València con una jornada de escapada en plena naturaleza.
El transporte público
No se ha dudado en potenciar la línea de autobuses que permitía a vecinos y turistas salir del ‘cap i casal’, en busca del paraje natural, y asegurarse un transporte público de regreso a València. Dos son las líneas que el visitante puede tomar: la 24 y la 25.
Así, estas líneas de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) permiten conectar el centro de la ciudad con la Albufera. Esta línea de autobuses comunica con las Pedanías del Sur: El Saler, El Palmar y el Perellonet. La ruta dura 30 minutos. En dirección a El Palmar la duración asciende a 40 minutos desde el centro de València, y otro ramal hacia El Perellonet con un trayecto aproximado de 45 minutos.
Arboledas frondosas y fauna mediterránea se combinan en un entorno idílico urbano
Un hermoso paseo en bici
El precio del billete del autobús para llegar hasta el Saler es de 1.50 euros. EMT Valencia ofrece también la posibilidad de subir con tu bicicleta en el autobús, lo que te permite dar un paseo en bici por la Albufera. Es una buena opción en caso de que al ciclista no le apetezca salir con la bici desde València o bien, si lo ha hecho y está cansado, se vuelva con ella en el autobús.
Desde el ‘cap i casal’ el ciclista disfruta de una ruta que alterna la zona portuaria y el Náutico antes de llegar hasta Pinedo. Este tránsito se produce tras superar el puente que franquea el nuevo cauce del río. Desde Pinedo hasta el Saler el camino se presenta a ratos asfaltado y otros no tanto.
Una vez alcanzada la pedanía de El Saler, se puede continuar por el carril bici que flanquea la carretera, o bien adentrarse en el carril bici que bordea las dunas y la playa, sin duda mucho más atractivo de realizar y el preferido por deportistas, parejas y familias, como se percibe en las fotos que acompañan este reportaje.
Combinar bosque y dunas
Una alternativa para disfrutar tanto de las conocidas dunas de El Saler como de su bosque es realizar el paseo en un sentido por el camino próximo a la carretera para abordar la vuelta por la zona litoral. Así, la dehesa representa el bosque situado entre la Albufera y el mar.
Transcurre entre el búnker de El Saler y la Gola del Perellonet, está dividida a su vez en tres franjas longitudinales: un cordón dunar móvil que va en paralelo al litoral, un cordón dunar fijo que va en paralelo a la carretera CV-500; y en medio de ambos una franja de suelo arcilloso que cuando llueve se encharca y forma pequeñas lagunas denominadas malladas.
Su superficie es de unas 800 hectáreas y su anchura aproximada es de un kilómetro. Cuenta con una serie de rutas senderistas de carácter local, variando entre los 500 metros y los 4 kilómetros. La mayoría recorren la dehesa de norte a sur. En el centro de información del parque, cerca del Palmar, se pueden obtener más detalles.
Varias líneas de la EMT permiten conectar el centro de la ciudad con la Albufera
Flora y fauna de la dehesa
La dehesa es un bosque de pino carrasco y pino piñonero con sotobosque compuestos principalmente por palmitos, lentiscos, mirto, aladierno, coscoja, romero, zarzaparrilla y estepa negra.
La fauna es muy variada. Se pueden encontrar desde conejos, perdices rojas hasta jabalíes. Existe también un grupo diverso de aves que residen durante todo el año y otras muchas que utilizan el parque natural de la dehesa como lugar de descanso en sus migraciones. Al ser un paraje muy rico en flora y vegetación da paso a que los insectos que habitan ahí sean también numerosos.
Las malladas
Las grandes dunas litorales que existen en la playa protegen un rico ecosistema, en el que junto a lagunas y malladas (depresiones interdunares) se entremezcla todo tipo de vegetación como pinos, palmitos, coscojas, lentisco y madreselva, y da cobijo a numerosas aves. Algunas especies son endémicas.
Las dunas y malladas han sido regeneradas recientemente, ya que durante los años 60-70 fueron destruidas con la intención de urbanizar la zona. El funcionamiento de las malladas es peculiar. Lo mismo que cuando llueve se encharcan, cuando sale el sol se secan, dejando una capa de sal sobre el suelo.
Ese fenómeno repetido varias veces hace que finalmente se forme una laguna salina, más en el centro que en los bordes, donde crecen especies adaptadas a estas condiciones como el junco o la salicornia. También se ha apostado por la conservación de las malladas y en el recorrido del paseante se puede ver mucha información como la de la mallada redonda (parada 12 del itinerario).
El ciclista disfruta de una ruta que alterna la zona portuaria y el Náutico antes de Pinedo
Implicación y abandono
A lo largo de la tranquila ruta que atraviesa la dehesa son muchos los paseantes que uno se puede cruzar. El silencio es tal que las pisadas de unos y otros se escuchan sin problemas. De vez en cuando se forman algunos pequeños claros donde se aprovecha la ocasión para echar una siesta o realizar un frugal picnic, siempre respetando la naturaleza.
Además, se han colocado algunas pequeñas trampas para fumigar de manera ecológica algunos parásitos de este entorno. Se encuentran ligeramente alejadas del camino principal, pero si el paseante está atento es capaz de detectarlas.
Sin embargo, sorprende ver alguna construcción abandonada a lo largo del camino. Alguna pequeña vivienda a la que se le podría dar nuevo uso municipal yace abandonada cerca de la mallada redonda en dirección a la pedanía de El Saler. Vallada y sin posibilidad de acceso, es motivo de sorpresa para paseantes y curiosos.
La pedanía de El Saler
La pedanía de El Saler supone un excelente lugar para que el paseante recobre fuerzas comiendo en cualquiera de los restaurantes que se encuentran en la misma carretera por la que transitan los autobuses de línea. Gastronomía típica de la zona copa la carta de estos bares, donde incluso se puede hallar alguna discoteca que aún perdura desde la conocida ‘ruta del bakalao’.
En dichos restaurantes la sensibilidad con el entorno natural es patente. Hasta tal punto es así que algunos han habilitado en sus fachadas ceniceros encastrados a la pared a fin de evitar que los comensales arrojen sus colillas al suelo.
La dehesa posee una superficie de 800 hectáreas y su anchura ronda el kilómetro
Adentrarse en las dunas
El Saler supone un perfecto enclave para adentrarse de nuevo en la dehesa a fin de atravesarla y alcanzar las famosas dunas. Aunque son varios los caminos que dan acceso a las mismas desde la carretera CV-500, quizá sea esta rotonda de la pedanía su acceso principal.
Así, dejando a un lado el instituto de secundaria, a unos cientos de metros se alcanzan los restaurantes y distintas ofertas de ocio deportivos que El Saler ofrece junto al mar mediterráneo.
Aparcamientos para vehículos
Aquellos que hayan querido acudir a El Saler con sus vehículos particulares empiezan a encontrar en la zona próxima al litoral varios aparcamientos amplios y bien comunicados. Todos ellos se hayan coronados por rotondas, aunque lamentablemente no están muy bien vigilados y al anochecer quedan completamente a oscuras de protección lumínica del paraje.
De la zona de aparcamiento uno accede pronto a dos amplios caminos: uno para ciclistas y otro para caminantes. Algunas fuentes bordeando ambos caminos sirven para refrescar a paseantes y animales de compañía, así como punto de rehidratación de los ciclistas que circulan a mayor velocidad e intensidad física.
Las grandes dunas litorales que existen en la playa protegen un rico ecosistema
Playas tranquilas y familiares
Las playas de El Saler siempre han sido tranquilas y destino habitual para familias y jubilados. Cuando llega el buen tiempo es habitual ver a gente con ropa de baño por la zona de caminantes, pues pocos metros separan esta vía de la misma playa. De fondo, al norte, se contempla perfectamente la zona sur del puerto de València.
Hay habilitadas algunas pocas duchas. Sin embargo, la infraestructura que se destina a los bañistas más frecuentes son los grifos para limpiarse los pies. En época estival también se activan los puestos de socorro y vigilancia del baño.
Estructuras para dar sombra
A lo largo del camino que separa la playa de las dunas también aparecen algunas estructuras básicas acondicionadas para tamizar los rayos del sol. Se trata de troncos de madera que dan sombra parcialmente y que, acompañados de bancos y mesas del mismo material, son útiles para improvisar una comida cerca del mar.
En este itinerario, al igual que en la zona interior de la dehesa, también se han habilitado distintos hitos que informan sobre la flora y fauna de las dunas y que han titulado ‘Itinerario lúdico de la playa’.
No sorprende la continuada presencia de autocaravanas que han escogido esta parte del itinerario de El Saler para instalarse varios días y disfrutar con placidez del sosiego del entorno dunar valenciano.
Se multiplican las autocaravanas que han escogido este enclave para instalarse unos días
Ocio y deporte
Algunos parques públicos de juegos de carácter infantil hacen las delicias de los más pequeños de la casa. Aunque las propias dunas ya se convierten en zona de ocio, se han habilitado, en la proximidad de algunos restaurantes de playas, columpios y demás juegos infantiles.
Lo mismo sucede con el deporte. A los ciclistas se unen aquellos amantes del yoga que aprovechan la atmósfera natural para realizar esta actividad tan saludable. Los corredores se entremezclan entre todos ellos, como es habitual en València, capital del ‘running’.
Urbanizaciones
Pese a que existe poca zona urbanizada, el paseante descubre alguna urbanización en este entorno, sobre todo yendo hacia el sur. Se trata de algunas fincas elevadas que anticipan el abandonado Parador. De ahí, la playa de la Garrofera conduce a lo que puede ser la fase final del remanso dunar antes de dar con El Perellonet.
Hablamos de La Casbah, urbanización en las postrimerías de El Saler en dirección sur, conocida por sufrir fuertes oleajes que en ocasiones ha obligado a vecinos a abandonar sus viviendas. Su pequeño paseo marítimo, en primerísima línea de playa, ha sido reconstruido y rehabilitado en no pocas ocasiones.