Enseñar la estructura del azud de Alfeitamí, literalmente el pulmón acuoso de la Vega Baja del río Segura, era el reto que se marcaba el ayuntamiento almoradidense en 2021 con la Ruta del Agua. Así se lo señalaba José Antonio Latorre, concejal de Turismo, Medio Ambiente y Agricultura, a mi compañera Fabiola Zafra, en la entrevista publicada en octubre de 2021.
“Es sin duda una manera de conocer nuestro rico patrimonio hidráulico, tanto para residentes como para visitantes, disfrutando de un agradable paseo al aire libre”, decía Latorre. Pero esto, quizá, es la cara amable. El azud administra caudales de un río ciclotímico, dador de vida, enriquecedor de fértiles tierras, pero también proclive al berrinche e incluso a la cólera desatada, contra la que no queda más que luchar.
Con los estantes vacíos
Las baldas de los supermercados, del pequeño comercio, están vacías. Hay que pelearse hasta por una docena de huevos. No lo sabíamos, pero, en aquel septiembre de 2019, nos ejercitábamos para lo que nos iba a deparar la pandemia que arribaba en marzo de 2020. Buena parte de los comercios tenían, y continúan teniendo, sus centros logísticos o abastecedores en Almoradí o en otras localidades de la Vega Baja conectadas con esta.
Arremetió una DANA (Depresiones Aisladas en Niveles Altos): chaparrón épico, más consiguiente inundación. Almoradí ya llevaba aprendida la asignatura, el propio meollo urbano está construido tres metros sobre el nivel del voluble Segura. Pero cuando el cielo toca a rebato, pues eso, toca. La gota fría (combinación de aire cálido y húmedo mediterráneo y chorros de aire frío) volcó hasta 543 litros por metro cuadrado en 48 horas.
En 2019 cayeron hasta 543 litros por metro cuadrado
Crecidas apocalípticas
Si esto es correcto, supone más o menos el doble de lo que suele llover en todo un año en la comarca. Las escenas dantescas se sucedieron, con cuentas bancarias para ayudar. Aunque Almoradí, como otros municipios de la Vega Baja, ya conoce de estos arrebatos de cielo y río. Como la crecida del 15 de octubre de 1879, día de Santa Teresa.
Más de un millar de vidas sucumbieron cuando los 14.936 kilómetros cuadrados de cuenca y 325 km de longitud del Segura, los mismos que nutren de sales y minerales las huertas vegabajenses, se inflaron a reventar, y los resultados pueden comprobarse con los dantescos grabados de Gustave Doré (1832-1883), o en el hecho de que propiciara la redacción del primer plan global español de defensa contra las avenidas hídricas.
El azud de Alfeitamí es el gran partidor de aguas comarcal
Azud de juzgado privativo
Lo suyo, de todas formas, vengan bien, regular o mal dadas, es no desperdiciar ni gota: de las que fluyen al lado, aunque a veces llamen a nuestras ventanas, y de las que caen de arriba. Y más en unas tierras que hace años, cuando el Sinus Ilicitanus (golfo de Elche), formado entre el 4000 y el 3000 a.C., aún tenía hace unos dos mil años a Almoradí bajo aguas salinas.
El azud de Alfeitamí (del árabe ‘alfait’, acequia) se construía entre 1571 y 1615 como gran partidor de aguas para un buen cacho de la Vega Baja: unas 20.987 tahúllas, sobre 2.500 hectáreas, 25 kilómetros cuadrados. En 1793 se regulaba su uso mediante ordenanzas, y desde 1964 poseía ya su propio juzgado privativo o ‘tribunal de aguas’ (tradicional, al margen de lo contencioso-administrativo, pero legal y ejecutivo).
2022 fue el año en el que se anunciaba la construcción de un parque inundable
En el centro comarcal
¿Y por qué tener los centros “en Almoradí o en otras localidades de la Vega Baja conectadas con esta”? Por pura lógica. El azud de Alfeitamí controla la gestión del agua de una parte de la comarca. La localización geográfica almoradidense se encuentra prácticamente en el centro de la Vega Baja. El Segura lo atraviesa de oeste a este y su término municipal prácticamente engloba a otro, Algorfa, que lo divide en dos.
Físicamente, Almoradí limita al norte con Catral, al noreste con Dolores, al este con Daya Nueva, con Los Montesinos al sureste, y al sur con San Miguel de Salinas y Algorfa. Además, al suroeste con Benejúzar, y al oeste y noroeste con Orihuela. Señalemos aparte la contigüidad a la AP-7 (la autopista del Mediterráneo) y otros viales, como la CV-91 Orihuela-Guardamar del Segura, o la CV-905, que engarza la AP-7 con Torrevieja.
Los proyectos
En noviembre de 2022, el ayuntamiento anunciaba la inversión de 500.000 euros para construir un parque inundable en el polígono Las Maromas, así como la actuación “en una nueva conducción de agua de Almoradí con Catral, lo que asegurará a la ciudadanía agua potable en el caso de inundaciones en el municipio”. Se suman a otras iniciativas, algunas puntuales, a pie de calle y al momento.
Así, la colaboración entre municipio y la Fundación Aquae durante la inundación de 2019. Otras, planteadas con proyección también a largo plazo, como el propio plan de inundaciones municipal, cuya modificación y actualización eran homologadas en noviembre del pandémico 2020. “Cuando el río suena, agua lleva”. Sí, pero a veces “cuando el río suena, piedras trae”. Y está claro que hay que parapetarse.