Unos 300 profesionales distribuidos en más de veinte espacios sociales de la ciudad. Así lanzaba el ayuntamiento alicantino este año una nueva edición del ‘Cultura en los barrios’, en un acto que contó, en el Museo de Aguas, con los concejales Antonio Manresa (Cultura) y Julia Llopis (Acción Social y Familia), más Javier Díez (director general de Aguas de Alicante) y Martín Sanz (director de Comunicación y Relaciones Institucionales de la entidad).
Bien, los papeles oficiales nos hablan de la creación del programa en septiembre de 2016, en realidad cuando el consistorio lo resucitó. Pero comenzó bastante antes. Entre los estertores del franquismo y principios de la democracia, esta programación (que en 2022 congregó a más de 20.000 participantes) concretaba sus primeras propuestas, con otro nombre, nada menos que en un autobús.
Ataques contra los vehículos
Aquello era una aventura: llevar la cultura población a población. Entonces se llamaba Bibliobús y era una iniciativa impulsada por un puñado de jóvenes. Vicente Sala Recio, con el tiempo coordinador de actividades culturales de la Obra Social (más tarde Fundación) de la hoy desaparecida Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), y principal impulsor, más tarde, de ‘Cultura en los barrios’, contó en los medios mil lances sobre ello.
Les estropeaban los vehículos, o les quebraban las antenas de radio, muchas veces les pincharon las ruedas. Hasta les tiraban, en ocasiones, piedras, para que no llegasen o para que se fueran. Pero aquel equipo móvil, con Sala Recio, Pepe Urios (quien llegó a dirigir el Aula de Cultura CAM), Pascual Vidal, Paco Carratalá o Raúl López, no se rendía.
El Bibliobús servía también para llevar efectivo a las oficinas
Un autobús lleno de libros
Básicamente, el Bibliobús era, como su propio nombre indicaba, una biblioteca sobre ruedas, “un autobús lleno de libros que” llevaban “por toda la provincia de Alicante”, como explicó en prensa Vicente Sala Recio (no era familia de quien, con parecido nombre, dirigió la CAM). Aunque sirvió para más: charlas, conferencias (sobre los libros prestados, por ejemplo), proyecciones de películas.
Incluso llevaban recados laborales de una oficina a otra, o efectivo para que pudieran atender al público. La ilusión hace héroes. O la vocación: los conferenciantes no cobraban entonces, pues se les invitaba a comer o a cenar. Pero aquello, que había que organizar tras consulta previa con el jefe de la Guardia Civil (quien en muchos casos ejercía, durante el franquismo, de delegado gubernativo), iba a sembrar futuras actividades.
Los conferenciantes no cobraban: les invitaban a comer o cenar
Los nombres tras la obra
La Obra Social había empezado a gestarse desde las entrañas de la CAM, entre otros esfuerzos gracias al empuje de Antonio Ramos Carratalá (1896-1970), a quien en cierto modo podemos adjudicar la creación de la propia entidad, en 1940, al unir los montes de piedad o montepíos de Alicante (1877), Murcia (1924), Cartagena (1921), Elche (1886), Jumilla (1893), Yecla (1902) y Caudete (1919).
Ramos fallecía por accidente de tráfico tras volver de una reunión en Madrid defendiendo e impulsando un modelo de caja de ahorros que, entre otros, hicieron suyos Francisco Oliver Narbona (1922-2004) o Francisco Bernabeu Penalva, quien habló en prensa de “fomentar la cultura (…) mejorar a la ciudadanía y ayudar al desarrollo de la civilización (…) la más palpable demostración de una conducta ética en la prestación de servicio a los demás”.
Desde el ayuntamiento se retomó la actividad a partir de 2016
Iniciativas humanistas
Vicente Sala Recio, quien entraba en la entidad en 1958, se puso en contacto (1973) con Oliver Narbona: comenzaban las iniciativas, de marcado trasfondo humanista. Como cursos internos informativos para directores de oficina, porque la Obra Social «no era conocida por los propios trabajadores de la Caja (…) que tienen el trato más directo con el público (…) (para) potenciar a la propia Caja», en palabras de Sala Recio.
Y la ‘Cultura en los barrios’, que comenzaba en Alicante (para luego extenderse a todo el ámbito geográfico de la entidad, desde Murcia a València). El Aula de Cultura y sobre todo los institutos de educación abrían sus puertas tardes y noches para acoger actividades como las del Bibliobús, pero más desarrolladas. Colaboraban nombres (algunos ya físicamente ausentes) como los de Emilio Feliu, Manolo Oliver, Mario Martínez o Paco Moreno.
La recuperación
En Alicante ciudad, los institutos del Pla y Virgen del Remedio, Jorge Juan y Miguel Hernández se implicaron especialmente en un proyecto cuya ánima iba a extenderse generosamente a otras muchas actividades de la CAM, como los ‘Cursos de extensión universitaria’, abiertos a cualquier persona, tuviera estudios o no, en las provincias de Murcia, Alicante y València. Pero había fecha de caducidad.
La CAM, transformada en Banco CAM, abandonaba las actividades culturales para integrarse, entre 2011 y 2012, en el Banco Sabadell, una entidad bastante veterana (1881). Desde 2014 se agrupaban algunos de los fondos y sedes de la Obra Social bajo el paraguas de la llamada Fundación Mediterráneo. ‘Cultura en los barrios’ ya había gozado, eso sí, de destellos bajo paraguas municipales, en esta ciudad ya fijos desde 2016. Parece que ya no les rompen las antenas. Ni les tiran piedras.