Entrevista > Carmen Gómez / Paracaidista del Ejército del Aire (Elche, 19-octubre-1985)
Tras convertirse en la primera mujer paracaidista en saltar con la bandera de España el día de las Fuerzas Armadas, hemos descubierto a Carmen Gómez, una ilicitana que a los 18 años se cansó de trabajar en una fábrica de calzado donde no veía prosperar su futuro, y se alistó en el ejército. Pronto comprobó su atracción por el paracaidismo.
Carmen es cabo, miembro de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA), y pertenece a la base de Alcantarilla en Murcia. Es, además, de las pocas mujeres que se ha ganado a base de esfuerzo y tesón la boina verde del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC), para lo que es necesario superar un plan de instrucción de los más exigentes y completos de las Fuerzas Armadas.
Misión internacional
En la mayor parte de las exhibiciones en las que participa suele recaer en ella la responsabilidad de saltar portando alguna bandera institucional. Ya lo hizo con la bandera de Madrid y ahora lo ha hecho con la de España, y en octubre lo hará en Madrid el día de la Hispanidad. Si no hay nada que lo impida, muy pronto lo hará en su tierra, en Elche, en el Martínez Valero.
Carmen sabe también lo que es vivir en territorio en guerra. Lo pudo comprobar en una misión en Afganistán, donde en una emboscada estuvo muy cerca de perder la vida.
¿Cómo has recibido todos los elogios y la repercusión tras tu salto?
Muy sorprendida, no me lo esperaba. Yo no he saltado por ser la primera mujer en hacerlo, sino porque me correspondía por mi experiencia y por mi antigüedad. Pero bueno, muy agradecida, claro.
«La Reina se interesó por mi hijo y por mi familia»
Cuando estuviste ante los Reyes de España, ¿tuviste la oportunidad de hablar con ellos?
Así es. Nos ofrecieron posteriormente un vino de honor y los dos se acercaron a saludarme y a darme la enhorabuena. El Rey, como militar que es, le explicaba algunas cuestiones técnicas a la Reina, y ella me preguntó especialmente por mi hijo y por mi familia. Fue muy emotivo.
Un salto con una bandera de 15 kilos y 44 m2, ¿qué complicaciones tiene?
Prácticamente las mismas que cualquier otro salto, para eso existen técnicas. Hay que procurar que no se enrolle la tela en nuestro cuerpo porque podría ser peligroso, y calcular muy bien cómo está el viento y donde hay que tomar tierra, y sortear todos los obstáculos con los que nos podamos encontrar.
¿Qué se siente antes y durante el salto?
Hay que experimentarlo para saberlo. Es una sensación muy fuerte de vacío, como si se te saliera el cuerpo. Si el salto es de gran altura y hay mucha caída libre, tienes tiempo de experimentar, de disfrutar del paisaje y de jugar con tus compañeros.
Luego llega el momento de abrir el paracaídas, que es siempre un momento de cierta tensión, y por último la toma de tierra que requiere de mucha concentración. Es una gran sensación de libertad que merece la pena probar.
«Es una gran sensación de libertad que merece la pena probar»
¿Os preparáis mentalmente?
Tenemos un psicólogo deportivo que nos prepara sobre todo cuando vamos a competir o a realizar alguna exhibición. Siempre bromea con nosotros y nos dice que hay que tener un punto de locura para dedicarse a esto.
¿Qué otros saltos de los que has realizado recuerdas especialmente?
Un salto en la Puerta del sol en pleno centro de Madrid, que además estaba en obras. Era el día de la Comunidad y también portaba la bandera. Y recuerdo con mucha emoción una exhibición en Badajoz; nunca habíamos recibido tantas muestras de cariño y de admiración, fue impresionante.
Pero hay un salto que no me quiero perder y es en el Martínez Valero, ya se lo he pedí al Alcalde, que me llamó para felicitarme.
¿Y qué te dijo?
Me dijo que prefería que fuera en el Paseo de la Estación, pero yo insistí y le dije que si hacía falta saltaba dos veces, pero que una tenía que ser en el Martínez Valero.
«En tres ocasiones he tenido que recurrir al paracaídas de emergencia»
¿Has vivido momentos de emergencia en el aire?
Sí, en tres ocasiones. Y en las tres por el mismo motivo, no se abrió el paracaídas y tuve que recurrir al de emergencia. Son momentos de mucha tensión.
¿Cuáles son las posibilidades de que no se abra ninguno?
Muy pocas, el paracaidismo en la actualidad es muy seguro. Incluso en el caso de sufrir un desvanecimiento el paracaídas dispone de un sistema que se abriría solo.
Y como militar, ¿qué te ocurrió en Afganistán?
Estuve en un destino de alta peligrosidad, entre los años 2009 y 2013. Allí experimenté situaciones de peligro muy real. Sufrí una emboscada mientras realizaba una misión de escolta de un convoy. Íbamos dos vehículos y el que nos precedía pisó una mina y saltó por los aires. Varios de sus ocupantes, compañeros nuestros, murieron.
Pasamos horas defendiéndonos en aquella emboscada hasta que pudimos ser rescatados en helicópteros. Fueron momentos muy duros en los que pensaba que no iba a salir viva de allí.