Acudir a El Castell de Guadalest, en plena montaña alicantina, siempre es un acierto: sus numerosos rincones por descubrir nos hechizarán, entre ellos el embalse de color azul turquesa y los sorprendentes museos que se pueden visitar.
Posiblemente el más curioso de todos es el de las microminiaturas, que muestra una interesante colección de microesculturas y micropinturas de Manuel Ussà. Se aprecia, por otros muchos ejemplos, la Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja, ‘La Maja Desnuda’ de Goya pintada en el ala de una mosca o una rosa en la sección de un cabello.
Es importante distinguir la diferencia entre miniatura y microminuatura. La primera se puede observar fuera de la lupa, mientras la segunda únicamente a través de una lupa o microscopio, porque se trata de una obra mucho más pequeña.
El universo diminuto
“Ninguna obra creada por la mano del hombre puede compararse a la belleza intrínseca de la naturaleza”, Ussà es plenamente consciente de eso y mediante su sensibilidad poética ha ido al encuentro de las formas puras y fascinantes que se hallan en la vida, centrando su atención en el universo diminuto.
El artista investiga ese universo a través de su intuición, y sin necesidad de apartar los ojos de la tierra nos descubre hojas bellísimas en su esencia, partículas de polen, semillas vegetales, insectos de caparazones dorados y un sinfín de elementos apenas visibles para el ojo humano.
Pone estos hallazgos bajo la lupa y nos lo muestra para que podamos ver su mundo, que es nuestro mundo. Sin embargo, se manifiesta como pionero de este arte, incorporando en la microescultura las formas reales de la naturaleza.
La diferencia entre miniatura y microminiatura es que la segunda necesita de una lupa para ser apreciada
Esculturas invisibles
Así, mediante instrumentos creados por él mismo -además de una precisión, técnica y habilidad inigualables-, ha modelado esculturas invisibles, aquellas que “aparentemente están en el aire”.
Ussà crea otro concepto visual del tamaño, otra valoración invirtiendo sus proporciones y ofrece al lenguaje plástico una sutileza en la que no existe la agresividad. “Son obras en las que la microminiatura más original e insólita se hace protagonista de lo imposible”, define su autor.
Singulares ejemplos los vislumbramos en ‘Las Meninas’ de Velázquez en un grano de maíz, en la escultura de un elefante modelado en los ojos de un mosquito, en una carrera de galgos en un cabello o en cuadros de Tiziano, Rubens, el propio Velázquez o Goya, todos pintados en la quinta parte de un centímetro.
Entre la colección, la Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja o una rosa dentro de un cabello
Nueva concepción del arte
Para la realización de este complicado arte, Ussà controla al máximo la respiración y actúa entre latido y latido, evitando que los movimientos de su pulso puedan destruir el trabajo.
Sin embargo, lo fundamental de su microescultura no es el alarde, sino una nueva concepción del arte, una visión ecológica donde el ser humano, por fin, coexiste en eterno diálogo con las formas invisibles de la naturaleza, “realzando su verdad y la fuerza tremenda de su belleza”.
De este modo, después de contemplar a través de la lupa su obra invisible difícilmente podremos mirar la naturaleza de la misma manera. Conoceremos ya para siempre ese resorte mágico que nos abre las puertas a ese mundo mínimo y espectacular, “que está al alcance de nuestros ojos, ahora abiertos ante tanta verdad escondida”.
Para realizar su obra, el artista controla al máximo la respiración, actuando entre latido y latido
Museo Microgigante
Otra interesante opción, en la misma localidad, es el Museo Microgigante, en el que Ussà contrasta la miniatura con obras grandes. “Se realiza en miniatura y en varios metros, introduciendo una dentro de la otra: de ahí el nombre de microgigante”.
También en la muestra veremos cómo trocitos diminutos de la naturaleza -una semilla, un fósil o la parte pequeña de la raspa de un pescado- se hacen esculturas, con la finalidad de elevar sus formas y observar “lo bonito, plástico y escultórico que puede llegar a ser la naturaleza”.
Juega con esas formas naturales para llevar a cabo una obra en miniatura, porque el escultor busca la comunión, la complicidad entre su obra, su creación y la naturaleza. Veamos otro ejemplo: coge una semilla en espiral y le agrega una pulga real vestida de ciclista con el reto de emplear la forma de la semilla como si de un circuito se tratara.
El Árbol de la Vida
Dentro del Museo Microgigante destaca su obra central, de ocho metros de altura y que ocupa dos plantas. Es ‘El Árbol de la Vida’, “aquel que tiene sus raíces en el corazón”. Y al igual que las obras grandes del museo, alberga su réplica en miniatura en el interior.