Entrevista > Bárbara Scagliotti (Córdoba, Argentina, 29-mayo-1977)
La desaparición de una mascota durante mucho tiempo difícilmente tiene un buen desenlace, y más si ese tiempo se prolonga durante años. Sin embargo, algunas veces la fortuna aparece y se crean reencuentros tan especiales como el de Pipa, una chihuahua que desapareció hace siete años, y su familia.
No hay muchos que tengan la misma suerte, y para sus dueños es lo más parecido que han vivido a un milagro. En 2016 la perrita se salió en un descuido de la casa en la que viven en Ciudad Quesada, y no tardaron más que unos minutos en darse cuenta, pero no hubo forma de encontrarla.
Intensa búsqueda
Recorrieron todos los caminos, empapelaron con carteles los alrededores y las poblaciones cercanas, publicaron en redes sociales y denunciaron su desaparición a la policía, pero todo fue inútil.
Sin embargo, continuaron su búsqueda durante más de dos años con la esperanza de encontrarla, hasta que se convencieron de que alguien se la habría llevado para quedársela.
«Debe perseguirse y aplicar duramente la ley a todos los que tratan mal a los animales»
Una llamada de la policía
Un agente de la policía local nos contaba cómo fue el hallazgo. “Recibí una llamada de una vecina avisando del hallazgo de una perrita chihuahua en malas condiciones. Acudimos, y comprobamos que llevaba chip y que habían denunciado su desaparición hacía siete años. No dábamos crédito. Inmediatamente llamamos a sus propietarios”.
La Policía Local procedió a localizar a la dueña, que en un principio pensó que se trataba de una broma de mal gusto, y les costó convencerla. A los pocos minutos se presentó en la jefatura de Benejúzar para comprobar si era cierto, y pidió que la llevaran de inmediato a buscarla. Estaba muy emocionada porque iba a encontrarse con Pipa siete años después.
¿Cómo recibió la noticia?
Iba en el coche con mi sobrina pequeña y puse el manos libres para escuchar la llamada. Como comprenderás, después de siete años, no me creí ni que era la policía ni que era cierto. Para quedarme tranquila, me acerqué a la Policía Local y me confirmaron la noticia.
Sentí una mezcla de sentimientos increíbles: iba de la risa al llanto, y lo único que quería era que me llevaran a por ella. El momento de verla y abrazarla de nuevo es algo tan inmenso que no te lo puedo explicar.
Mucha gente que no tiene perros pensará que exagero, pero quien los tiene, y los considera como nosotros uno más de la familia, entenderá perfectamente de lo que hablo y de cómo me siento.
¿En qué estado la encontraste?
Muy mal. Llena de parásitos, muy débil, además va a cumplir diez años y eso para una perrita tan pequeña y en mal estado son muchos.
La llevé enseguida al veterinario, la bañamos y le hizo un reconocimiento. Tiene leishmaniosis, que es una grave enfermedad para la que ya le estamos dando un tratamiento. Ahora ya come muy bien y se está recuperando muy deprisa con nuestros cuidados y nuestro cariño.
«Se está recuperando muy deprisa con nuestros cuidados y nuestro cariño»
¿Os reconoció?
Aunque parezca increíble, sí que nos reconoció, especialmente a mi marido, que nunca la llamaba por su nombre sino por un sonido. Cuando llegamos a mi casa emitió el sonido y salió hacia él corriendo, se le echó encima y no paró de lamerle y de llorar de alegría, fue muy emocionante.
Mi hijo entonces era un niño de diez años y lloró muchísimo por Pipa. Cuando le llamamos contándole la buena noticia estaba en casa de un amigo y salió corriendo para verla de nuevo. No se lo podía creer.
¿Qué crees que ha sido de ella en estos siete años?
Yo creo que nos la robaron porque era una perrita que llamaba la atención, pero realmente no sé con qué intención. Sigue viva, por lo tanto, ha estado con alguien, pero la han tenido totalmente desatendida.
Ahora que ya es mayor y está enferma se han cansado de ella y la han abandonado. La suerte es que la encontrara esta vecina a la que le estaré eternamente agradecida.
¿Cómo está ahora Pipa?
Feliz, muy feliz, al igual que todos nosotros con ella. Es muy cariñosa, va con nosotros a todas partes y no se separa ni un minuto, es como si tuviera miedo de volverse a perder. Precisamente acabamos de volver de vacaciones, y, por supuesto, ha venido con nosotros. Es tan chiquitita que puede entrar en todas partes.
«El momento de verla y abrazarla de nuevo es algo que no te puedo ni explicar»
¿Se está recuperando?
Pesaba poco más de un kilo cuando la recogimos, y se había quedado sin musculatura. Ahora pesa el doble, más de dos kilos, que para una chihuahua haber recuperado ese peso en tan poco tiempo no es fácil.
Ya corre y juega con nuestros otros dos perros, y se pasa la mayor parte del día encima de alguno de nosotros. Encontrarla ha sido algo inesperado, un regalo, y para mí, que soy muy creyente, lo más parecido a casi un milagro.
¿Qué esperas ahora de la ley?
Pues espero que se investigue y localice a quienes han tenido todo este tiempo a Pipa, porque estoy segura de que tienen más animales, y está claro que los tendrán en muy mal estado. Ojalá los encuentren y los pongan a salvo.
Debe perseguirse y aplicar duramente la ley a todos los que tratan mal a los animales.
¿Algo que te gustaría añadir?
Me gustaría mostrar mi más profundo agradecimiento a Pilar, la mujer que la recogió y dio aviso a la policía, de no ser por ella no la habríamos encontrado.
También mi agradecimiento a los agentes de la policía de Benejúzar, que actuaron con rapidez y mucha profesionalidad, y sobre todo con una gran sensibilidad en todo momento. Se nota que son buenas personas.