El Parque Alfonso XIII de Guardamar del Segura -conocido popularmente como ‘La Pinada’- es un enorme espacio forestal de ochocientas hectáreas donde se plantaron alrededor de 600.000 árboles, creando un entorno paisajístico de gran atractivo ecológico, cultural y turístico.
Sin duda, este pulmón natural es de visita obligada en el municipio, anexo al puerto deportivo y con acceso directo a las playas. Se puede recorrer a pie, en patinete eléctrico o bicicleta, con la familia o amigos, siendo un acierto hacerlo a primera hora de la mañana o al atardecer.
En su origen fue un conjunto de dunas de arena móviles que fueron fijadas mediante la plantación de diversas especies vegetales, como pinos, palmeras, cipreses y eucaliptos, en un proyecto de repoblación llevado a cabo a finales del siglo XIX.
La historia de estas dunas
Antes de seguir con la descripción del parque, conozcamos el porqué de estas dunas en la localidad. A mediados del siglo XIX, después de superar un grave terremoto en 1829, Guardamar del Segura se enfrenta al crecimiento de unas dunas que amenazan con cubrir viviendas y cultivos.
Se realizó entonces un proyecto de fijación de esas dunas mediante vegetación. El encargado de ejecutarlo, entre 1900 y 1930, fue el ingeniero de montes Francisco Mira, por orden del rey Alfonso XIII. En la obra participaron numerosos vecinos de la población costera.
El trabajo fue un éxito, como se puede apreciar, estableciendo unas maravillosas dunas de litoral y un parque repleto de vegetación frondosa. Este paraíso natural es, en la actualidad, uno de principales reclamos turísticos de la zona.
Es una zona ideal para practicar deporte al aire libre, pasear o hacer un agradable pícnic en familia
Cómo es
A lo largo de sus ocho kilómetros de caminos, en el hermoso parque podremos contemplar, además de su paisaje de dunas y vegetación, los viveros, la casa forestal y los yacimientos arqueológicos fenicios y árabes de la ‘Rábita Califal’ -puesto de retiro de los musulmanes- y ‘La Fonteta’, hallado durante la repoblación.
En Guardamar no hay mejor lugar para realizar un largo y tranquilo paseo, practicando deporte al aire libre, haciendo miles de fotografías o disfrutando con los perros, debido a que no está permitido el tráfico de coches. Cuenta asimismo con zonas para tomar un refrigerio o hacer un pequeño pícnic mientras los niños juegan en el parque infantil.
Otro de sus atractivos reside en las pasarelas de madera que conducen a la playa Los Viveros, ocupada habitualmente por lugareños. La playa tiene el mismo tamaño que el parque, ofrece un oleaje moderado y es perfecta para pasar el día un poco retirado, en un entorno natural rodeado de preciosas dunas.
Entre los puntos de interés: el vivero, la caseta forestal y los yacimientos arqueológicos fenicios y árabes
Vivero, casa forestal…
Son un conjunto de carácter forestal configurado por un vivero, una casa forestal y un aljibe. El primero fue construido en 1901 y es el único que sigue en funcionamiento en la actualidad: su estructura originaria, de planta rectangular, se articula a través de un amplio camino central, flanqueado por jardineras. Ha tenido varias ampliaciones.
La caseta forestal, concebida en un primer momento como almacén de herramientas, se convirtió con el paso del tiempo en la residencia de la guarda forestal, para la vigilancia de la pinada. Otra construcción singular empleada para el servicio del vivero es la denominada caseta de herramientas.
Por su parte, el aljibe -de bóveda de cañón- se llevó a cabo en la década de 1950 para la captación y almacenamiento de agua, para su posterior consumo.
Fue un proyecto de fijación de dunas mediante vegetación, realizado con éxito entre 1900 y 1930
La Rábita Califal
Es un yacimiento arqueológico que data del siglo X-XI y se sitúa en la parte más alta del cordón litoral de dunas, en el margen derecho de la desembocadura del Segura. Fue descubierta en diciembre de 1984 mientras se intentaba encontrar el edificio de donde provenía una lápida aparecida en 1897.
Se trata del único conjunto monacal islámico del periodo Omeya Andalusí que se conserva en estas condiciones en todo el mundo: por ello su gran valor artístico-cultural y que esté declarado Bien de Interés Cultural.
El monasterio está formado por una serie de celdas-oratorio, en concreto veintitrés, separadas por calles o espacios abiertos, en la que los musulmanes dedicaban su vida al retiro espiritual.
La Fonteta
Antigua ciudad portuaria realizada en el siglo VIII a.C., pudo alcanzar las ocho hectáreas, siendo una de las principales ciudades fenicias del Mediterráneo. Allí se han descubierto restos de una actividad metalúrgica, lo que demuestra la relevancia del enclave.
A día de hoy se puede contemplar perfectamente la ciudad, al estar enterrada en arena fina, con restos de viviendas y elementos como hornos, además de la muralla, de unos cuatro metros de altura.