Entrevista > Alejandro Carreras Lecoq / Profesor de jiu-jitsu (Alicante, 18-marzo-1991)
“A muchos les entra el jiu-jitsu por el MMA (artes marciales mixtas)”, nos remarca Alejandro Carreras Lecoq, profesor de este arte marcial, deporte de combate y sistema de defensa personal desarrollado en Brasil, pero de origen japonés. De hecho, en el idioma nipón significa ‘arte suave’.
Fueron los miembros de la familia Gracie los responsables de su llegada al país sudamericano. Este jiu-jitsu brasileño (BJI) se centra en la lucha cuerpo a cuerpo en el suelo, empleando para ello luxaciones, estrangulaciones, inmovilizaciones y derribos.
El principal objetivo de este deporte es someter al rival mediante una luxación o estrangulación sin necesidad de usar golpes. Carreras Lecoq, reciente campeón de Europa, nos contará los secretos de esta modalidad que comienza a estar de moda en nuestro país, cada vez con más adeptos.
«Es una lucha cuerpo a cuerpo en el suelo, empleando para ello luxaciones, estrangulaciones, derribos…»
¿Cómo llega a tu vida el jiu-jitsu?
Empecé practicando muay thai, aunque lo que realmente quería hacer era MMA. Comencé a entrenarlo, pero tiene una parte de suelo en la que es muy complicado defenderte.
Mi entrenador en aquel momento me animó a que probara el jiu-jitsu y lo fue combinando con MMA y kickboxing. Al final, con el paso de los años y por una serie de circunstancias (horarios, principalmente) me centré solo en el jiu-jitsu.
¿En qué consiste?
Consta de una parte de pie, donde comienza, y otra en el suelo. Consiste en dejarte caer, lo que llamamos hacer guardia, o en derribar al oponente. Luego, ya en el suelo, existen una serie de técnicas para retener al rival, conseguir posiciones ventajosas y buscar la sumisión, que se rinda.
¿Qué tipos hay?
Depende de los participantes. Por ejemplo, en un campeonato con ocho se harían tres luchas, siempre que se vayan superando las rondas. Normalmente, si pierdes en la primera quedas eliminado.
¿Se emplea alguna arma?
No, ni tampoco se golpea. Es un deporte de agarre, que se practica con kimono (a excepción de la modalidad grappling, que se hace sin él).
Es bastante similar al judo japonés, cambiando el formato de lucha y las normas.
Tienes un palmarés envidiable.
He sido campeón de España varias veces y me proclamé en marzo, en Bucarest (Rumania), campeón de Europa. Fue la culminación al trabajo de muchos años, compitiendo por todo el mundo, incluido Europa. Ya logré un tercer puesto en grappling, pero siempre uno aspira a más.
Estoy muy satisfecho tras realizar una excelente preparación: física, técnica y mental. Gané en las rondas previas, además, al campeón del mundo del año pasado.
«Sin duda el jiu-jitsu aporta muchísima disciplina, saber estar y ayuda a formarte como persona»
¿Cuentas ahora con un club propio en Mutxamel?
Sí, se llama ‘AC Jiu-jitsu’ y lo inauguré en 2017. Estamos muy contentos, ya que contamos con muchos socios; se trata de un deporte que está creciendo mucho, nada que ver a cuando abrimos, que nadie lo conocía.
Se ha hecho popular gracias a la UFC (Ultimate Fighting Championship, la mayor empresa de artes marciales mixtas en el mundo) y a la figura de Ilia Topuria. También, a raíz de la pandemia, la gente se quedó con ganas de hacer más deporte.
Tus clases, ¿cómo son exactamente?
Primero hay un calentamiento, seguido de una serie de técnicas -que pueden tener relación entre ellas- y finalmente el combate.
¿El jiu-jitsu también aporta disciplina, saber estar…?
Por supuesto; cuando vas a entrenar tienes que pedir permiso para entrar en el tatami, tienes que saludar a todos los compañeros, prestar atención, guardar respeto e ir bien aseado, entre otros aspectos.
Por lo general en el jiu-jitsu hay mucho compañerismo y se suele estar muy a gusto, incluso al entrenar en otras ciudades o países.
«Estamos a un buen nivel respecto a otros países europeos; Portugal se sitúa un escalón por encima»
¿Hasta ahora es un deporte más de chicos?
Sí, pero cada vez se van incorporando más chicas. En el club tenemos niños y niñas a partir de cuatro años, y está bien que comiencen bien pronto porque van mejorando la motricidad, aprenden a caer y van adquiriendo alguna movilidad.
Se van formando como personas.
Exacto, a pedir permiso y a saber estar, en definitiva. Por ejemplo, cuando llega el profesor y les dice algo, se callan: los padres se impresionan y nos dicen que en casa no les hacen ni caso. Incluso a veces, si un niño habla son los propios compañeros los que le dicen que guarde silencio.
¿Está ya arraigado el jiu-jitsu en nuestro país?
Todavía le falta, aunque es verdad que está creciendo exponencialmente. También muchos extranjeros están viniendo a España a abrir sus propias escuelas; vamos en buena línea, estamos aumentando adeptos.
¿Estamos al mismo nivel que otros países europeos?
Por encima de unos y por debajo de otros. Portugal, por esa conexión idiomática con Brasil, sí está un peldaño por delante de los demás.