Entrevista > Ximo Rovira / Presentador de televisión (Madrid, 6-octubre-1961)
Ximo Rovira se hizo extremadamente popular a finales de los noventa gracias a ‘Tómbola’ -en la extinta Canal 9-, programa en el que tenía que lidiar con un sinfín de personajes televisivos (Jesús Mariñas, Karmele Marchante, Lydia Lozano…), y confiesa le trajo más de un dolor de cabeza.
Ahora, muchos años después, regresa a casa para presentar junto a Gema Payá el magazine vespertino ‘Som de casa’, de lunes a viernes en un formato cercano, de nuestra tierra, “en el que todos los valencianos tienen cabida para relatar sus historias y tradiciones”.
Nacido en Madrid por avatares del desarrollismo, su familia es de Benifaió y se crio en Gandía, iniciándose bien joven en la radio municipal. Seguidamente, a lo largo de cuatro décadas ha presentado numerosos programas de todo tipo, entre ellos ‘Adivina, adivinanza’ (Telemadrid) o la edición veraniega de ‘¿Dónde estás corazón?’ (Antena 3).
¿Estás en uno de los mejores momentos de tu carrera?
Estoy muy contento, viviendo esta etapa y oportunidad con mucha felicidad, después de cuarenta años detrás de un micrófono. ‘Som de casa’ lo compone un equipo joven, haciendo un programa muy variado, que no deja de ser un reto, en el que debemos estar muy pendientes de la actualidad.
Como se vive en el presente y el pasado no existe, soy muy del ‘carpe diem’ (disfruta el momento) y diría que sí, estoy en uno de mis mejores momentos, sobre todo porque es el actual.
Eres un referente para tus compañeros.
Deberían contestarlo ellos. Procuro aportar mi experiencia y ayudar en la medida que puedo; noto que me consultan y acogen las propuestas que hago, basándose en mis muchos años trabajando en diferentes equipos y con profesionales de los que he podido aprender.
No sé si soy un referente, pero escuchan lo que digo y me tratan con mucha estima.
«Hacemos un programa variado, todo un reto, siempre muy pendientes de la actualidad»
¿Qué es ‘Som de casa’?
Ya el propio nombre es una declaración de intenciones. Se trata de un programa de puertas abiertas, en el que mostramos eso, una casa abierta para que entren -por diferentes motivos- valencianos de todos lados y condiciones.
Ellos nos cuentan sus historias en primera persona, lo que hacen, compartiéndolo y hablando de todos los cambios que da la vida, desde las tradiciones hasta la más alta tecnología.
Siempre le dices a Gema Payá “vamos a bailar”.
Es una metáfora que, en un momento determinado, utilizamos cuando no nos conocíamos, porque presentar a dúo tiene sus características, aunque cada uno de nosotros hace diferentes secciones.
Trabajar en pareja es en parte un baile y poco a poco nos vamos haciendo uno al otro.
¿Debes improvisar mucho en el programa?
Creo recordar que fue Winston Churchill quien dijo, al acabar una conferencia con periodistas, “tengo que marcharme a preparar la improvisación de mañana”.
‘Som de casa’ viene a ser una cosa así, es decir, si no tienes nada en la mochila, poco podrás aportar, pero la improvisación -o saber reaccionar frente a una situación imprevista- también me gusta, porque es como la vida misma. Sin embargo, esa improvisación está basada en saber qué llevas entre manos. Todo sale fácil, es muy bonito, pero hay mucha labor detrás.
«En ‘Som de casa’ intento aportar mi experiencia y ayudar en la medida que puedo»
¿Qué acogida está teniendo?
Las tardes son una franja muy competitiva en la que todas las cadenas ofrecen buenos programas. La competencia es muy feroz, nada que ver con la década de los noventa e inicios de los 2000; el paradigma es muy distinto, muy complejo.
En ocasiones las cifras de audiencia, variables, nos marean, porque un día puedes hacer un buen dato con un concepto de programa, lo repites, y al día siguiente no te funciona. Y viceversa. Debemos tener un rumbo fijo y claro, el de hacer un programa muy apegado al territorio, cercano, teniendo en cuenta las audiencias, que no son del todo precisas, pues siguen contabilizándose del mismo modo que hace treinta años.
Hagamos un viaje en el tiempo, aunque te conservas perfecto.
No es un mérito mío, sino de herencia genética (ríe). Obviamente me cuido en cuanto a la alimentación y ejercicio moderado; me veo bien para afrontar un programa diario de estas características, algo que al principio me preocupaba porque no dispongo ya la frescura mental que tenía con 35 o 40 años.
El que tuvo retuvo, como diría aquel.
¿Qué recuerdos conservas de tus primeros pasos en la radio?
No tuve la oportunidad de estudiar la carrera, que únicamente se hacía en los años ochenta en Madrid o Barcelona, y tuve que acceder a este mundo por la vía de echarle un poco de morro y decir “a mí me gusta esto”.
Tenía una gran ilusión de ponerme delante de un micro. A partir de ahí pude entrar en la radio autonómica, en valenciano, y un día me presenté en un casting en el que un director, Sergi Schaaff -creador de ‘El tiempo es oro’, entre otros programas-, consideró que tenía alguna cosa que merecía la pena.
«La improvisación o saber reaccionar ante una situación imprevista también me gusta»
Seguidamente, en los noventa llega el bombazo de ‘Tómbola’.
Fue un antes y un después en mi vida profesional, un tsunami, un fenómeno que tuve que controlar también en mi ámbito personal. Supuso un cambio muy importante en mi vida y estuve a punto de decaer en algunos aspectos fundamentales.
Aprendí muchísimo; se me ofreció la posibilidad de pilotar un programa de esas características, con una complejidad técnica importante, y darme una popularidad, junto a algún dinerillo.
¿Te marcó mucho?
En efecto, aun siendo una de las partes más negativas a nivel profesional. Han pasado veinte años desde su finalización y todavía me recuerdan por ese programa, en algunas ocasiones con cariño.
En otros ámbitos, de un modo despectivo me dicen que soy aquel que hizo aquella cosa inmunda llamada ‘Tómbola’. Hay quien piensa que es un lastre en mi trayectoria, me pusieron una etiqueta y ciertos prejuicios sí me han provocado.
Solo intentabas lidiar a todos los personajes.
Sí, yo no pertenecía a ese ecosistema, aunque después de siete años en el programa acabas formando parte.
Procuraba mantener el orden en mi vida personal y no intervenir más allá de lo que profesionalmente se me exigía. Era simplemente el presentador y me dedicaba a hacer de maestro de ceremonias. No me arrepiento de nada, principalmente por todo lo que aprendí, los amigos que gané y la oportunidad que se me brindó.
«Es muy feroz la competencia por las tardes, nada que ver con la que había en los noventa»
¿Eras consciente de cómo influía el programa?
No. Únicamente que teníamos mucho éxito, intentando dinamitarse desde otras cadenas, competencia, a nivel nacional.
‘Tómbola’ era una máquina de hacer dinero y audiencia, perjudicando a otros medios, que intentaron eliminarnos por tierra, mar y aire. Fue un formato, además, que posteriormente copiaron, algo muy habitual en la televisión.
Pasas después por Telemadrid, Antena 3, la televisión murciana…
En Telemadrid hice un programa que luego también se emitió en Canal 9, llamado ‘Si l’encerte, l’endevine’. Fui muy feliz en este concurso, al igual que en la televisión de Murcia.
Entre unas cosas y otras, últimamente no he parado de trabajar en la radio y televisión del diario Levante.
¿Qué tiene la radio que no posee la televisión?
No es fácil describir el amor que se tiene por un oficio, en este caso el de la radio o la televisión. Más allá de que técnicamente son medios muy diferentes; la radio -después que en canciones se dijera incluso que el video acabaría con ella- ha encontrado maneras para salir adelante, ahora en formato podcasts.
La radio, sin duda, tiene la fuerza de la palabra, de poder crear un mundo imaginado a través de una conversación. Es una de sus cualidades, de su magia.
«‘Tómbola’ fue un tsunami, un fenómeno que representó un antes y un después en mi vida»
¿Sigues enamorado de ella?
Sí, todo ello hizo que me enamorara de la radio. Me fascina el formato musical, que ahora con Spotify ha quedado algo relegado, pero que tuvo mucha importancia a lo largo de muchos años.
Soy un fiel oyente de la radio y me encantaría algún día volver a ella.
¿Cómo fue la vuelta a casa, a À Punt?
Fue una llamada muy esperada después de muchas frustradas, por lo que decíamos antes, que había varias personas que consideraban que no era merecedor de trabajar de nuevo en la televisión pública valenciana.
Pero en un momento determinado la cosa cambió, no a raíz de la permuta política, sino personas diferentes que integran ahora el equipo directivo y han pensado en mí para que aporte la experiencia.
Una buena noticia.
Mucho; insisto después de varios intentos frustrados que parecían que sí, pero que al final era un no, porque había una especie de veto hacia mi persona.
Me dieron plenas garantías para poder volver a casa, además en un programa como este, por las tardes; lo vivo como un auténtico regalo, un privilegio.
«Presentar las campanadas de fin de año fue otro regalo, y más junto a Àlex Blanquer»
¿Y la experiencia de dar las campanadas de fin de año?
Otra sorpresa, siendo la primera vez que lo hacía después de tantos años. Fue muy guay, otro reto profesional, porque es un directo corto, pero sumamente exigente técnicamente.
Me encantó trabajar con Àlex Blanquer, presentadora de gran talento y enorme belleza. Iba un poco a tocar las palmas y acompañar (ríe). En las campanadas prima la naturalidad, lo di todo y hubo un momento en que me dije “lo que surja”, porque es un momento muy emotivo y bonito. Fue una experiencia profesionalmente memorable.
Estás rodeado de belleza y talento.
Sí, y no puedo quejarme (ríe). Gema y Àlex, más allá de su evidente belleza, saben mucho, son muy inteligentes y para mí es un lujo trabajar con ellas, que tienen otros registros y maneras de comunicar.
Son muy guapas, la cámara las quiere y son animales televisivos que se llama.
¿Algún proyecto nuevo?
Querría quedarme en ‘Som de casa’ a vivir, pero entiendo que los proyectos van y vienen, que es posible que acabe para comenzar otro.
Estoy ilusionado en esta nueva etapa, en un periodo de finalización de mi carrera, aunque me encuentro física y mentalmente fenomenal para continuar aportando. Estoy para lo que me pidan. Más que un proyecto, es un deseo el volver a la radio, como dije antes. Y a veces los sueños se hacen realidad.