Faltan técnicos, medios, infraestructura, dinero. No hay apoyo institucional. Esas eran, básicamente, las conclusiones generales en prácticamente todas las maratonianas sesiones de que constaron las primeras Jornades de Cinema (jornadas de cine) de la Comunitat Valenciana, del 1 al 3 de febrero de 1985, convocadas por la Generalitat Valenciana en Alicante, quizá como guiño descentralizador.
La Conselleria de Cultura, Educació i Ciència elegía para ello su entonces Casa de Cultura (a partir de 1983), en la Biblioteca Azorín (allí desde 1976, tras abrir puertas en 1855). Se usaba para ello el salón de actos, con una capacidad de unas cuatrocientas personas, lo que se llegó incluso a superar en algunos casos. No dejó de resultar paradójico, ya que desde los noventa se comenzó a no usar dicho salón.
Salón cerrado
La razón del paulatino cierre del espacio cultural se justificó con que no cumplía las medidas de seguridad necesarias. El que aún permanezca así, al menos en el momento de escribir este artículo, no dejaría de convertirse en perversa metáfora del resultado de aquellas Jornades, aunque, a decir del colectivo implicado, sí se consiguió bastante.
Los corrillos tanto del interior del edificio como en el parque conocido como el paseíto de Ramiro, entonces mucho más recoleto (hasta la polémica reforma de finales de esa misma década de los noventa, que dejaba al descubierto un cacho del lienzo de la muralla), resultaban bastante esperanzados. Y allí había aficionados y, sobre todo, muchos profesionales. Hasta productores.
Allí había aficionados y, sobre todo, muchos profesionales
Propósito descentralizador
Las temáticas se habían escanciado a lo largo de aquellos tres días (viernes, sábado y domingo), mañana y tarde-noche (en largas sesiones que ‘solo’ retrasaron sus respectivos comienzos de cinco minutos a tres cuartos de hora), con la intención de abarcar los máximos aspectos posibles. La salva de arranque la daba a las 10:33 (tocaba a las 10:00) el abogado y político socialista Ciprià Císcar Casaban, de Picanya (l’Horta-Albufera), a la sazón conseller de Cultura (1981-1989).
Hablaba de buena voluntad y de propósito de descentralización de las actividades cinematográficas, y tras él, a las 10:45 (10:30 en el folleto), le tocaba el turno a los representantes autonómicos (Cataluña, Galicia y la Comunitat Valenciana). Se quejaban, sobre todo desde la Filmoteca Catalana, del centralismo madrileño. A continuación, le anotaban falta al entonces exitoso cineasta valenciano Carles Mira (1947-1993) en la sesión, a las 12:36 (12:30), dedicada a la futura televisión valenciana.
Hubo una negativa mayoritaria a exhibir cortometrajes en las salas
Idénticos problemas
Peticiones mil (técnicos, infraestructura, apoyo al cine autóctono) para una Radiotelevisió Valenciana que, fundada oficialmente el 4 de julio de 1984, no ofrecería su primera emisión hasta el 9 de octubre de 1988, como Canal 9. Por la tarde (16:39 en vez de 16:30), distribución cinematográfica… o el apocalipsis (cierres de cines, desaparición de salas de pueblo…).
Idénticos problemas con la exhibición (19:15, 18:30 en el programa), añadiendo aquí la negativa mayoritaria a exhibir cortometrajes en las salas. Curiosamente, 1985 no iba a resultar un exitoso año cinematográfico, llegando a caer la taquilla un diecisiete por cien con respecto al anterior. Eso sí, se estrenaba la producción de Spielberg ‘Regreso al futuro’ (‘Back to the Future’).
Se habló de la importancia de los cortos como cantera de profesionales
Cortos y teles
Los cortos eran una de las materias de un segundo día dedicado a quienes ‘fabrican’ las películas: cine y vídeo industrial, documental publicitario (9:40, o sea 9:30); técnicos y profesionales (11:34 en vez de 11:00); formación cinematográfica, la enseñanza del cine (12:49 frente a 12:30); cine alternativo (16:46, 16:30 según programa); cine y televisión (18:50, vamos, 18:30), con asistencia de representantes de TVE (1956), TV-3 (1983) y Telemadrid (que no comenzó a funcionar hasta 1989).
Todo era maravilloso en esta última sesión, pero no tanto en la del cine de aficionado, con marcada presencia alicantina, en plena efervescencia de la Asociación de Cine Amateur de Alicante (Acada), fundada en 1980 (oficialmente, 1982). Se hablaba de la importancia de estas realizaciones como cantera de profesionales, se rebatía lo de ‘alternativo’ (que sonaba, dijeron, a ‘de alterne’) y se pedía subvención (llegó para ser rechazada: exigían presentar facturas por el doble de lo concedido).
Botellitas de agua
Aquellas sesiones, donde los ponentes (hubo pocas mujeres) casi tuvieron que luchar contra las botellitas de agua, se mentaron las “757 películas al año de Jesús Franco” y uno de los asistentes pidió que no se hablara en valenciano, al no entender la lengua; finalizaban por la mañana del domingo. Las Jornades echaban los restos uniendo historiadores, críticos, directores de revistas, presidentes de cine-clubs, a las 10:07 (10:00), para hablar de documentación y extensión cinematográfica.
La proyección del premiado corto gallego ‘Mamasunción’ del hoy llorado Chano Piñeiro (1954-1995) y el preceptivo vino de honor rubricaban un simposio donde, ante la carencia de casi todo, se pedía tanto como se prometía. Los cortos, por ejemplo, que sustituían al NO-DO, cuya obligatoriedad caducó en 1976, iban a ser reemplazados en los noventa por anuncios. Sí, las instituciones de la Comunitat acabaron por implicarse en el audiovisual. Y en las Jornades hasta hubo quien pudo abrir su botellita.