Entrevista > Vicente Garrido / Catedrático de Educación y Criminología (València, 9-enero-1958)
Los crímenes interesan, y mucho, por diferentes razones, ya sean el morbo, la curiosidad, la preocupación o la cercanía. De esa inquietud humana nos hablará con más detalle Vicente Garrido, catedrático de Educación y Criminología de la Universidad de València, toda una eminencia en la materia.
No en vano, su intervención ha sido determinante en algunos de los casos más impactantes de los últimos años. Nos referimos, por ejemplo, a los del ‘Monstruo de Machala’, un asesino en serie huido de Ecuador que empezó a matar también en España mientras llevaba una vida aparentemente normal. O el de Patrick Nogueira, el asesino de Pioz (Guadalajara), capaz de asesinar cruelmente tanto a sus tíos como a sus sobrinos menores, antes de descuartizarlos y relatarlo con sorprendente tranquilidad -y locuacidad- en un audio de WhatsApp enviado a un amigo de Brasil.
Garrido nos explicará la razón de por qué matamos, las diferentes causas que pueden llevar a cometer el peor de los crímenes, y el fulgurante éxito de los ‘true crime’, en los que la realidad siempre supera la ficción. Es también autor, junto a Nieves Abarca, de la saga de novela negra ‘Crímenes exquisitos’, con fieles lectores desde hace ya más de doce años.
¿En qué consiste exactamente tu trabajo?
Estoy en diferentes ámbitos: por una parte, imparto clases de Criminología a alumnos del doble grado en Derecho-Criminología, y en el grado de Criminología, así como en diversos másteres de universidades de España y América. Asimismo, cuando se me requiere, participo en evaluaciones forenses de casos criminales.
También publico libros de ensayo sobre diversos temas, sobre todo en criminología violenta, bajo diferentes enfoques. El último es ‘El monstruo y el asesino en serie’, junto a mi colega Virgilio Latorre, donde analizamos la relación entre la literatura de una serie de autores góticos y su aportación a la ciencia desarrollada en el siguiente siglo -el XX-, además de la figura del psicópata y del asesino en serie.
«La mayoría de los homicidios son de naturaleza impulsiva, donde un agravio propicia una reacción de ira»
¿Por qué el ser humano mata?
Por distintas razones. En general, prescindiendo de las guerras, la mayoría de los homicidios son de naturaleza reactiva o impulsiva, donde un agravio -una falta de respeto- propicia una reacción de ira.
Habitualmente, la percepción de haber sido ofendido es uno de los grandes factores que causan la violencia. En un libro anterior, ‘Asesinos múltiples’, califiqué a una gran parte de los homicidios como una respuesta moral del homicida ante una situación que considera intolerable y merecedora de una respuesta letal. Moral significa aquí que el sujeto se ve obligado -entre comillas- a hacer algo para responder a lo que considera un insulto a su autoestima, o bien a los principios o valores que posee.
¿También el terrorismo?
Puede entenderse como un tipo de respuesta moral; el terrorista mata porque considera que el poder con el que lucha se opone a los valores que él defiende, y al tiempo le definen. Por esa razón vemos a pocos terroristas arrepentidos.
¿Qué más razones?
La gente puede matar también por codicia, por celos, y si forma parte de una organización criminal, porque ha hecho de esa pertenencia su modo de vida. Su existencia en esa banda le permite sentirse importante.
Puede explicarse, por ese motivo, la reacción de algunos vecinos en el luctuoso incidente de Barbate (Cádiz), cuando jalearon a los asesinos de la Guardia Civil. La explicación es la siguiente: una vez que vives gracias a los narcos, empiezas a cargarte de razones para justificar esos actos, porque en esa subcultura encuentras motivos para ganar dinero sin trabajar y para sentirte valioso.
«Uno no nace asesino, pero algunas personas sí tienen mayor propensión a cometer actos violentos»
El asesino, ¿nace o se hace?
Nadie nace siendo asesino; no hay ninguna agrupación de genes que determine que alguien lo será, pero es cierto que algunas personas tienen mayor propensión a cometer actos violentos.
Me refiero a que tienen más dificultades para desarrollar un buen autocontrol o para establecer vínculos afectivos sólidos, primero con sus padres y después con los que va encontrándose a medida que crece, probablemente por carencias empáticas. Sin embargo, está claro que un ambiente negativo puede exacerbar esa tendencia, o bien, al contrario, reducirla.
¿Es verdad que todos llevamos la semilla del bien y del mal?
Desde luego, todos tenemos el potencial para desarrollar la faceta de la violencia o, contrariamente, para intentar añadir cosas positivas al mundo, en vez de esparcir dolor y miseria.
De nuevo los condicionantes son muy importantes: no es lo mismo nacer en el Tíbet que en el seno de un cartel en Tijuana (México). Pero, aun así, siempre hay un margen para la decisión personal, aunque unos lo tienen mucho más fácil que otros.
«En València tenemos el interesante caso de Maje, quien indujo a su amante a cometer el asesinato de su marido»
¿Cuál es el caso más espeluznante que has tratado?
El de Gilberto Chamba, alias el ‘Monstruo de Machala’, fue muy duro. Un asesino serial de Ecuador que, tras conseguir un pasaporte que podríamos llamar limpio, llegó a España para trabajar en diversos lugares. Esa situación no fue obstáculo para que iniciara en nuestro país una serie de crímenes; la víctima fue Isabel Bascuñana, estudiante de Derecho de Lleida.
Cuando lo entrevisté personalmente, era un tipo aparentemente tranquilo, pero tenía una gran capacidad de amenazar veladamente. También espeluznante fue el asesino de Pioz, Patrick Nogueira, un caso en el que intervine como forense de la acusación. Matar consecutivamente a sus dos primos, de muy corta edad (tres y un año), y a sus tíos, es algo que escapa de la imaginación, por la pura maldad que encierra.
Háblanos de otros casos fascinantes en los que hayas trabajado.
El de Joaquín Ferrándiz, donde colaboré con la Guardia Civil en la elaboración del perfil que ayudó a su captura.
Jorge Palma sería el último, el asesino serial de Marta Calvo y otras dos mujeres. Estuve entrevistando a las familias de las víctimas, y era impresionante su modus operandi, porque nunca nadie en la historia de los ‘serial killers’ había matado introduciendo droga en el cuerpo de las mujeres.
«Si no conocemos la mente de la persona violenta, no podemos ver el mundo como él lo observa»
En València tenemos el caso de Maje, que bien conoces.
Maje (María Jesús Moreno) fue un caso muy interesante, porque supuso una reencarnación de uno de los argumentos más clásicos de la novela negra, el del ‘El cartero siempre llama dos veces’, la femme fatal que seduce a un amante cegado por la pasión hasta el punto de cometer un asesinato que tenía muy pocas probabilidades de quedar impune.
¿Quedan casos por resolver en España?
Por supuesto, en ‘Crímenes sin resolver’, escrito junto a Patricia López, analizamos cinco casos célebres sin resolver. En los diez años transcurridos desde su publicación únicamente se ha resuelto el de Eva Blanco.
Los otros cuatro están sin resolver, incluyendo el triple crimen de Burgos y el de la bibliotecaria Helena Jubany, que periódicamente suscitan el interés de los creadores del ‘true crime’. Pero hay otros muchos: Déborah Fernández, en Galicia; Natividad Garayo, en Santander…
«El ‘true crime’ nos coloca delante del fenómeno criminal con una mayor profundidad y extensión»
Otros países, como Estados Unidos, son infinitamente peores.
En Estados Unidos hay una cultura de la violencia que bebe de sus raíces como nación, cuando la ley no llegaba a muchos lugares y el ciudadano tenía que valerse de sus propios medios para defenderse. Solo han pasado 250 años de su nacimiento, en 1776.
Por el contrario, en Europa hemos tenido mucho más tiempo para generar una cultura de un mayor autocontrol ante la violencia, después de numerosas guerras, como sabemos. Además, el uso tan extendido de las armas de fuego en los Estados Unidos de América facilita mucho que los incidentes y discusiones generen homicidios.
¿Cómo te has introducido en la mente del criminal?
Si no conocemos la mente del violento, no puedes ver el mundo como él lo observa, y eso es fundamental para, a largo plazo, poder desarrollar modos de prevenir que futuros asesinos lleguen a entronizar con esa forma de pensar.
Por otra parte, los perfiles criminológicos solo pueden tener éxito si sabemos lo que el sujeto estaba buscando cuando protagonizó la escena del crimen.
Hablemos del ‘true crime’.
El ‘true crime’ nos pone delante el fenómeno criminal en una profundidad y extensión que es imposible desarrollar en las noticias. Gracias a esa explosión de interés, hoy en día tenemos un conocimiento de los asesinos, las víctimas, la policía y el sistema de justicia mucho más completo.
Se trata de una función social de gran importancia, siempre y cuando se haga de modo correcto, que sean productos dignos desde el arte audiovisual o literario.
¿Por qué agrada tanto?
Nos ayuda a aprender de forma vicaria cómo responder a una situación donde nuestra supervivencia está en juego.
La gente normalmente no tiene contacto con un asesino, pero en nuestro ADN figura la supervivencia frente a los que pueden ser nuestros enemigos o causantes de nuestra destrucción. Los ‘true crime’ tocan nuestro sistema de alerta y le prestamos mucha más atención, porque, desde hace dos millones de años, nuestra supervivencia ha dependido de conocer y evitar a quien (animal u hombre) podía matarnos.
«He pasado ansiedad e inquietud al entrevistar a algún asesino, porque su presencia era sumamente amenazante»
¿Has pasado miedo en algún momento?
Miedo real, no; sí ansiedad o inquietud, porque algunos de los ‘killers’ que he entrevistado tenían una presencia sumamente amenazante.
¿El futuro de la criminología en España está asegurado?
No, y me duele decirlo. A pesar de que hay muchos graduados, el Estado sigue sin reconocer su contribución. Me he cansado de decir que los criminólogos podríamos hacer un papel extraordinario supervisando las órdenes de protección y evaluando el riesgo de las mujeres.
Podríamos, por poner un ejemplo, hacer un acompañamiento mucho más cercano a las mujeres, cosa que los policías, por su trabajo, no pueden. A veces el riesgo cambia en unas horas: un ex pierde su trabajo y de pronto tiene más tiempo para barruntar ideas hostiles hacia su exmujer, y la llama o la vigila. Eso puede comentarse al instante con un supervisor de esa orden, puede ir a su domicilio, aconsejarla… Pero nadie está interesado, por desgracia.
¿En qué proyectos estás trabajando?
Estoy terminando un libro sobre psicópatas que va a ser muy especial, muy cercano al lector, una mirada que espero nos ayude a luchar contra ellos con éxito.