El Clot de Galvany de Elche es un paraje natural, en el que podemos realizar una ruta circular por varios ecosistemas diferentes que lo convierten en un centro de biodiversidad de primer orden en la Comunitat Valenciana.
Este humedal es un perfecto ejemplo de los marjales costeros que la expansión urbanística -siempre vinculada al turismo- ha puesto en peligro. De hecho, el lugar sufrió una grave agresión en 1978, cuando fue sometido a drenaje y movimientos de tierra que alteraron su fisonomía.
La presión ciudadana le salvó de la destrucción definitiva y el ayuntamiento ilicitano se hizo entonces cargo de su gestión y protección. El camino es sencillo -con un desnivel suave- y está perfectamente señalizado, resultando ameno y didáctico, e idóneo para familias incluso en invierno gracias a sus suaves temperaturas.
Cómo es
De gran valor ambiental, el Clot de Galvany -además de Paraje Natural Municipal- está declarado Estación Biológica, Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) en buena parte de su superficie: 366,31 hectáreas.
Ubicado en las partidas rurales de El Altet y Los Balsares, en el término de Elche, es una cuenca endorréica rodeada por un conjunto de pequeñas elevaciones y cerrada al mar por un cordón dunar costero, único en todo el litoral mediterráneo.
En este medio confluyen ecosistemas y ecotonos, espacios de transición que generan una gran diversidad biológica. Así, pese a las condiciones semiáridas y climáticas existen una relevante variedad de suelos y un rico patrimonio paleontológico, geológico y antrópico.
Qué ver
Una visita al Clot de Galvany (de unos seis kilómetros) da la posibilidad de descubrir varios observatorios de aves, un Centro de Recepción e Interpretación y diversos senderos que nos conducen a las playas de Elche. Disfrutaremos en ese momento del mencionado cordón de dunas y las pinadas.
Se distingue asimismo una playa libre y un área para deportes náuticos, en los que poder realizar numerosas actividades. El paraje, por supuesto, está lleno de sorpresas: puedes estar contemplando una charca llena de patos y, en el próximo giro, vislumbrar una pinada preciosa o los propios búnkeres y trincheras que fueron defensa durante la Guerra Civil.
La ruta se puede combinar de varias maneras para hacerla más larga o más corta, como veremos, con cambios bien marcados en cada uno de sus tramos.
El itinerario, circular, es perfecto para realizarlo en familia por su belleza y escasa dificultad
Opción uno
La primera posibilidad de ruta atraviesa antiguas terrazas de cultivo, donde se ha formado un paisaje adehesado compuesto por viejos algarrobos y olivos, sobre un amplio matorral de lentiscos, palmitos, efedras y espinos.
Hallamos también huellas del pasado agrícola, como las balsas de riego o muretes de piedra, y pájaros (jilgueros o verderones). Ya en las proximidades del humedal y los saladares, la imagen se transforma en vegetación -alcolechas y juncos- que sirven de transición hacia los bosquetes de tarays, en las orillas de las charcas.
La existencia de estas charcas naturales y artificiales es uno de los mayores atractivos de este sendero: permiten la observación de aves acuáticas como cercetas, pardillas o malvasías.
Cuenta con charcas llenas de patos, pinadas y hasta búnkeres y trincheras de la Guerra Civil
Opción dos
Este segundo itinerario, perfectamente señalizado, nos aleja del llano y del humedal para conducirnos a los montes del Cabeco-Carabassí que rodean al Clot. Se aprecia una destacada masa de pinos y vegetación propia del terreno, véase cantueso y romero.
En la zona florecen del mismo modo dos especies de orquídeas silvestres de gran belleza, aunque de pequeño tamaño y difícil localización por su fugaz floración.
Durante el camino, conforme ganamos en altura, accedemos a bonitas vistas sobre el humedal y los saladores, brindándonos un mayor conocimiento. Los miradores ofrecen una panorámica igualmente de los montes que lo envuelven, además de otras zonas como Fondet de la Senieta o Agua Amarga.
Flora y fauna
En este ambiente montano habita la fauna típica forestal, ya sean aves como pequeños mamíferos, sobresaliendo por su belleza y simpatía el lirón carero, siempre escurridizo.
El Clot de Galvany alberga, sin duda, un gran valor biológico por su escasez y grado de amenaza. Son comunes afloramientos fósiles y formaciones geológicas de gran interés.
La flora igualmente está presente a lo largo del recorrido, agradando especialmente el Taray, que parece familia de los abetos pero en realidad es habitual de humedales y aguas salobres. Este arbusto puede alcanzar los cinco metros de altura y es capaz de expulsar el exceso de sal por sus hojas.
Ya entre las flores, mención aparte merece la orquídea ‘Abejera’, denominada así porque su labelo imita el abdomen de una especie de avispa. De este modo, cuando los machos de las avispas intentan copular con ella, transportan el polen de una flor a otra.