El actual déficit hídrico que atraviesa buena parte del levante español se ha cebado de manera muy evidente con la provincia de Alicante y con la comarca de la Marina Baixa. Mientras otras cuencas han visto paliada, en mayor o menor medida, su escasez de agua con las lluvias del pasado mes de abril; los dos embalses de la zona, el Amadorio y Guadalest, no han hecho más que bajar sus reservas.
La situación, que en otros muchos puntos de España sería dramática y habría obligado ya a tomar medidas drásticas, no lo es tanto en Benidorm y en el resto de la comarca, gracias a las millonarias inversiones realizadas a lo largo de las últimas décadas, y que han permitido un aprovechamiento y reutilización de recursos con porcentajes elevadísimos.
Cada hectómetro cúbico de aportes extra que se solicita a la CHJ tiene un coste de un millón de euros
Garantizar el futuro
Sin embargo, y aprendida la lección en los años sesenta, setenta y noventa del siglo pasado, Benidorm siempre planifica su gestión del agua con muchos años, incluso décadas, de adelanto a lo que serán las necesidades reales del momento. En otras palabras, apuesta por la sobredimensión presente para estar preparada para el futuro.
Y el futuro que viene, con la creación cada vez más próxima del polígono industrial y, sobre todo, el desarrollo de Ensanche Levante, es uno con cada vez más necesidad de agua. Por lo tanto, atendiendo a los modelos que predicen periodos de sequía cada vez más frecuentes y prolongados, la vista se ha fijado ahora en una fuente inagotable como es el mar.
Cesión del emisario
Después de haber conseguido que el Consell haya cedido el uso del emisario submarino ya existente en la zona de Tamarindos (playa de Poniente), el ayuntamiento ha reactivado uno de los proyectos que llevaba años entrando y saliendo de los cajones: el de la puesta en marcha de su desaladora, capaz de generar hasta cuatro hectómetros cúbicos de agua al año.
Para ello, el emisario, propiedad de la Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunitat Valenciana (Sptcv), es una pieza fundamental. De hecho, ese sistema de tuberías se creó para dar servicio a otra desaladora, la de Terra Mítica, pero esta nunca llegó a entrar en servicio.
En la actualidad ya se recurre a aportes de agua desalada en la planta de Mutxamel-El Campello
El salvavidas de Mutxamel
El uso de agua desalada para apagar la sed de la Marina Baixa no sería, en cualquier caso, ninguna novedad. Mientras Benidorm ha trabajado para poder poner en marcha su propia desaladora, el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa (que engloba a la capital turística, así como a Altea, l’Alfàs, La Nucía, la Vila, Polop y Finestrat, entre otros) ya creó en su día una tubería para poder contar con aportes extra procedentes de la desaladora de Mutxamel-El Campello.
Y no se trata únicamente de una operación esencial para poder tener agua, sino también para poder tenerla a un precio mucho más razonable, ya que, como ha explicado en muchas ocasiones el edil de Ciclo del Agua de Benidorm, José Ramón González de Zárate, el coste de cada hectómetro cúbico que el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa solicita a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) es de un millón de euros.
Casi diez años de negociaciones
El caso es que no es sólo Benidorm quien está viviendo un fuerte desarrollo urbanístico (y turístico) en estos años. También otras localidades de la comarca, como l’Alfàs con el prometido Plan Finca Roca, o La Nucía con el Pla Serreta, están viendo cómo aumentan sus demandas. Por ello, la puesta en marcha de esta desaladora de Benidorm se antoja fundamental.
De hecho, el ayuntamiento lleva desde el año 2015 con negociaciones más o menos continuas con la Sptcv, pero no ha sido hasta ahora cuando, como explica González de Zárate, la ciudad vaya a poder contar, al fin, con el emisario.
El gobierno local lleva casi diez años negociando la cesión del emisario de Poniente
Comprobación de la red
Uno de los problemas derivados del estancamiento de esas negociaciones es que nadie puede ahora saber el estado real de unas canalizaciones que llevan tantos años sin utilizarse y, por lo tanto, sin apenas revisarse.
Es por ello por lo que José Ramón González de Zárate avanza que lo primero que se va a hacer, llegados a este punto, es un estudio pormenorizado de esa red de tuberías que, en última instancia, deberá servir para mover el agua del mar e introducirla en la red.
Dieciséis millones de euros
En su momento, y es una cifra que habrá que actualizar ahora, se calculó que el coste de poner en marcha la desaladora de Benidorm podría ascender hasta los dieciséis millones de euros. Un proyecto, por cierto, que fue aprobado por todos los organismos pertinentes, pero que nunca llegó a contar con financiación.
Además, y antes de poner el primer ladrillo, habrá que encontrar la ubicación definitiva de esa instalación que, en cualquier caso, deberá estar situada en la zona de Poniente, para minimizar al máximo las obras que permitan su conexión con el recién cedido emisario.