Entrevista > Santiago Rodríguez Perpiñán / Músico (Petrer, 5-febrero-1983)
Pocas cosas hay más bonitas que transmitir una pasión de generación en generación, como le sucedió desde bien pequeño a Santi Rodríguez Perpiñán, actual profesor de música y director tanto de la Asociación Musical Virgen del Remedio de Petrer como de la Societat Unió Musical de Biar.
El amor por la música le sobrevino bien pronto, en su niñez, “procedente de mi padre, tristemente fallecido hace pocas semanas”. Pese a su tristeza, todavía evidente, Santi guarda imborrables momentos junto a su progenitor, “de enorme complicidad”.
Sin duda, “fue un honor y un orgullo poder dirigirle y hacer música juntos tantos años”. Lástima que se fuera tan joven, con apenas 65 años; el funeral fue precioso, “con multitud de músicos que vinieron de infinidad de lugares para despedirse”.
¿Tu formación musical viene de familia?
Seguro, en mi casa siempre se ha vivido la música de una forma latente. Desde bien pequeño me llamó mucho la atención: mi padre (Santiago) era trompetista, mi abuelo (Pepe) tocaba el saxo, como yo.
A los ocho años empecé en la Asociación Musical Virgen del Remedio, antes de incorporarme al Conservatorio de Elda y el Superior de Alicante.
¿Cuándo te interesas por la dirección?
Poco después de finalizar mi formación. Lo hice de lleno de la mano del maestro José Pascual Vilaplana y fue todo un descubrimiento, porque es uno de los mejores músicos que he conocido.
«Mi padre, que era presidente de la asociación, era muy querido y una muy buena persona»
¿Qué aprendiste de tu padre?
Para mí ha sido todo un referente. Ambos vivimos mucho juntos, con numerosas experiencias a nivel musical, y ha sido un ejemplo para mí.
Era el presidente de la asociación musical y un ser muy querido, como se vio el día del funeral, en Petrer, con muchísimas personas presentes -compañeros de Villena, Alicante o Biar- y recibiendo condolencias de tantos sitios… ¡Agradezco tantos momentos vividos!
¿Veíais la música desde una perspectiva diferente?
Sí, porque él fue músico toda la vida, más de cincuenta años. Le decía que debía ser duro que fuera su hijo el que estuviera encima de la tarima, dirigiéndole.
Me respondía que “para nada, sino un orgullo poder hacer música junto a mi hijo”. También lo era para mí, verle noche tras noche en su silla, con la trompeta.
¿Cómo es tu estilo a la hora de dirigir?
Siempre hay unas técnicas, tanto en el instrumental como en la dirección, pero también hay que tener en cuenta que trabajamos con músicos amateurs, al menos la mayoría. El estilo, por lo tanto, tiene que estar acorde con lo que quieres encontrar, cómo quieres que suene.
«A la hora de dirigir debemos tener en cuenta que trabajamos con músicos amateurs»
Debes tener mucha empatía.
Parte de nuestra misión es remarcar, a todos los educandos que llegan a la banda, que sigan con sus estudios, porque eso también aumenta el nivel de la agrupación.
Obviamente se aprecia los que están estudiando o no, la diferencia de niveles; aunque al final debemos conseguir una sonoridad en grupo, ese trabajo cooperativo que perseguimos todas las semanas.
¿Son muchos los momentos gratificantes?
¡Por supuesto! Además, lo que se da en una sociedad musical no se da en otro grupo: la complicidad entre personas de edades muy dispares. Tu compañero puede ser una persona jubilada y quizás tú tienes trece años. Se aportan mutuamente y es superbonito.
¿Pertenecen, entre comillas, a la misma familia?
Volviendo al funeral de mi padre, en esos instantes te das cuenta de que la familia musical es como una segunda familia. Veías a la gente con el mismo dolor que sentía yo, y la banda de música fue detrás del féretro, tocando.
El propio féretro partió desde la sede de la entidad, con las banderas a media asta. El hombre se fue de la mejor forma, rodeado de cariño.
«La complicidad entre personas de edades muy dispares solo se da en una banda de música»
¿Cuáles son los puntos fuertes de la banda y otros que deberían mejorar?
Uno de los aspectos que más me gusta incidir es en la parte social, determinante en cualquier grupo amateur. El buen ambiente, como es nuestro caso -y también en Biar-, provoca que vayas a ensayar, unos ayuden a otros y haya un excelente compañerismo. Da un gustazo trabajar con ellos.
En cuanto a la parte técnica, se trata de una labor de grupo, que precisa de mucho ensayo, afinación, colores, equilibrio…
Háblanos de vuestras próximas actuaciones.
Estamos inmersos ahora en fiestas, con compromisos este mes en Biar y Petrer, sin olvidarnos de las de Elda, a mediados de junio.
¿También fuiste pregonero?
Sí, de Fiestas de Moros y Cristianos, el pasado 6 de abril. Fue un acto muy emotivo y un privilegio; quise hablar desde el corazón, de mi trayectoria musical y festera.