Entrevista > Nicola Kuhn / Tenista (Innsbruck, Austria, 20-marzo-2000)
El tenista hispano-alemán, Nicola Kuhn, nos recibe para charlar distendidamente sobre la otra cara de este precioso deporte, muchas veces visto con glamour. Después de un periplo de lesiones, afronta la actual temporada con ganas de recuperar sensaciones y regresar a su mejor juego, el que le llevó a disputar el cuadro final de Wimbledon en 2022.
Queremos también que nos desvele qué siente sobre una cancha, mostrándose siempre sumamente respetuoso con el rival. “Como dice Rafa (Nadal) siempre hay que tratar con el máximo respeto al oponente, tenga el ranking que tenga”, frase que lleva a rajatabla. Criado tenística y personalmente en Torrevieja, localidad que siente muy suya, destaca por su amueblada cabeza, como veremos, y por ser un auténtico políglota, siendo capaz de hablar a la perfección castellano, valenciano, alemán, ruso, inglés y algo de italiano, “que he ido aprendiendo durante los años”.
Nico, ferviente seguidor del Betis, confiesa que le encanta la pesca, “he ido miles de veces por la zona de Torrevieja”, y desde 2015 posee la doble nacionalidad. Respecto a su sueño profesional, no duda en responder que desea “ser el número uno del mundo”; virtudes y talento no le faltan.
Cuéntanos en unas breves líneas tu historia.
Nací en Innsbruck un poco por casualidad, porque mi padre estaba trabajando en esa ciudad austriaca. Años antes había comprado una casa en la zona de Torrelamata y se puede decir que mi residencia siempre ha sido Torrevieja.
Soy una mezcla, porque mi padre es alemán y mi madre, rusa. Dependiendo de cada cosa me identifico con uno u otro: en cuanto a la puntualidad, soy germánico, mientras para disfrutar de la vida, soy más hispano. Intento captar lo mejor de cada país, pero me siento más español.
¿Cuándo empiezas a jugar?
A los tres-cuatro años empecé con el tenis, compaginándolo hasta los once con el karting, con el que también competía a nivel nacional. Después a los diez despunté más en el deporte de la raqueta, que me encantaba.
«En los últimos años, pese a las lesiones y jugar poco, me he mantenido entre los 200-240 del mundo»
Tuviste una evolución rapidísima.
Sí, a partir de ese momento, a los nueve-diez años, tengo un currículo nacional que pocos o casi ninguno ha llegado a tener. Internacionalmente hubo dos temporadas en las que jugué la Copa Davis Junior con Alemania, quizás porque en ese momento la Federación Española no contaba conmigo…
¿Qué papel desarrolló Pedro Caprotta?
Fue uno de los primeros entrenadores que tuve en el Club de Tenis Torrevieja. Estuve con él hasta los doce años, cuando me trasladé a Equelite, la academia de Juan Carlos Ferrero en Villena, de la cual salí a los diecisiete. Seguidamente regresé con Pedro y mi mejor ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) -160 del mundo- lo tuve a sus órdenes, a finales de 2017.
Un año más tarde sufrí una fractura en un pie; me lo rompí en un torneo en Italia, nos separamos un tiempo y, tras lograr entrar en el cuadro final de Wimbledon (2022), retomamos la relación. Asimismo, su hijo David es ahora mi preparador físico.
Realmente despuntaste muy joven.
Sí, con diecisiete años. Crecí mucho en el circuito, un par de meses después de Denis Shapovalov, canadiense, y decidimos entonces jugar por primera vez un Challenger (Braunschweig), ganándolo desde la previa y derrotando a jugadores top cien.
En los últimos años, pese a las lesiones, me he mantenido sobre 200-240 del mundo, siendo de lejos el que menos torneos ha jugado.
«El tenis de hoy en día es bastante aburrido: todos juegan igual y no hay talentos diferenciales como antaño»
¿Cuáles eran tus ídolos de infancia?
Es algo muy interesante, porque la mayoría de tenistas de mi generación no ha visto nunca vídeos de John McEnroe, André Agassi, Iván Lendl, Pete Sampras y demás. Incluso profesionales actuales no saben quiénes son esas grandísimas leyendas.
Crecí fijándome mucho en Agassi o Sampras, además de Roger Federer o Novak Djokovic, que fueron mis ídolos. Son jugadores que todos recordamos. En mujeres, veía a Steffi Graf, Justine Henin, Amalie Mauresmo y las hermanas Williams, cuando el tenis femenino todavía era ‘interesante de ver’.
¿A qué te refieres?
Puede sonar mal, pero lo digo tanto para el tenis femenino como para el masculino. El tenis de hoy es bastante aburrido si lo comparamos con la época de David Nalbandian, Federer, Djokovic, Andy Murray o Stefan Edberg, que representaron un repertorio de jugadores que nunca más se va a igualar, pues todos tenían un estilo de juego diferente, una calidad increíble…
Hoy en día todos le pegan fuerte y físicamente están como animales, pero ya no hay variedad y los encuentros casi siempre son idénticos. Todavía me pongo muchos vídeos de la vieja escuela, para seguir aprendiendo.
¿Qué tipo de jugador eres?
Poniéndolo en perspectiva, diría que soy un jugador más tipo Djokovic. Tengo mucha potencia, soy muy flexible, rápido y fuerte, aunque si debo destacar algo de mi juego es la mentalidad, porque, después de todo el calvario que he pasado, si sigo disfrutando en la pista es gracias a mi fuerza mental. Intento también ser agresivo en mi juego, me gusta subir mucho a la red.
«Soy rápido, fuerte, flexible, tengo mano, buen resto… pero sobre todo destaco por mi juego mental»
¿Eso no lleva a muchos errores?
No tiene por qué. Hay jugadores que únicamente saben jugar hacia adelante, mientras otros sabemos remar cuando es necesario. Puedo jugar detrás, ir hacia adelante -a la red-, tengo mano, buen resto, he mejorado en el saque… Se puede decir que soy bastante completo.
¿Es verdad que entre el 170 y el ochocientos estáis todos a un nivel parecido?
Lo acotaría más; diría que entre los 150 y 280, aproximadamente, el nivel es más o menos similar. Muchas veces no se aprecia la diferencia por lo que decía, que todos juegan igual. No obstante, cuando uno está el 170 y juega contra otro que es el setecientos, lo hace tranquilo; suele haber pocas sorpresas.
Sí es cierto que cuando comencé a jugar mis primeros partidos profesionales, al enfrentarte con un setecientos sabías que era ‘malo’. Había como una pauta que indicaba hasta qué posición los jugadores tenían nivel o no.
¿Por eso es tan difícil escalar en el ranking?
Exacto. Ahora vas a jugar Futures, que supuestamente son los torneos más bajos, y tienes a tenistas que están el doscientos del mundo, situación inviable hace unos años.
En ocasiones sucede que entras en una cancha y si el rival es inferior -le he ganado en todas las superficies-, lo normal es que le vuelvas a ganar, pese a que juegues mal. Lo contrario: entrar en una pista derrotado, no me ha pasado; y si me sucede será mi último partido. Perder contra Nadal o Federer sí es normal, como ha pasado los últimos veinte años, pero siempre hay que tener fe en que vas a hacer las cosas bien. Si entras derrotado, debes replantearte muchas cosas.
«Me adapto a todas las superficies, aunque a nivel de resultados los mejores llegaron en Wimbledon 2022»
¿Cuál es tu superficie preferida?
Sé adaptarme a todas, por mi juego; pero si hablamos de los mejores resultados, han sido en hierba, al superar la previa de Wimbledon. Poseo, no obstante, títulos en indoor, tierra y pista rápida.
¿Cuándo vamos a volver al mejor Nico?
Ese es el tema, mi gran deseo; pero para ello debo regresar casi desde inicio. Tras el partido contra Carlos Alcaraz en Hamburgo (2022) he estado tocado de la rodilla y a final de año tuve diversas operaciones, tres hernias discales. En definitiva, se puede decir que estuve un año parado.
Perdí casi todo el ranking y esta temporada comencé a competir el 6 de enero. El objetivo inicial del año era jugarlo entero sin lesiones; aunque cogí buenos partidos, gané algún torneo (La Nucía y Córdoba), me puse el 295. Recientemente también derroté a un jugador que está por debajo del setenta del mundo.
Todo ha ido mejor de lo esperado, hasta que me rompí el hombro, hace pocas semanas. El reto era meterme sobre el 220 para también estar tranquilo, al no tener que defender puntos hasta final de año.
¿El sistema de puntuación no te parece injusto?
Los jugadores no nos quejamos, porque si no, ¿cómo mediríamos el ranking? Lo que es realmente injusto en el tenis, comparado con otros deportes, es el calendario: comienza el 25 o 26 de diciembre en Qatar y acaba en noviembre, dejándonos apenas dos semanas de descanso en todo el año.
Si lo repites todas las temporadas, como han hecho muchos, el cuerpo y la cabeza explotan. Federer, por ejemplo, seleccionaba los torneos a los que acudía, pero los demás no podemos hacer eso.
¿Cuántos torneos disputáis de media?
Recuerdo que, en 2017, cuando gané mi primer Challenger, jugábamos unos dieciocho-veinte torneos al año. Actualmente la media ha subido mucho, especialmente en los Top 100, todos por encima de treinta y pico.
¿Eso es lo peor de ser tenista, tanto tiempo fuera de casa?
Aparte de las lesiones, sí. Si haces las cosas más o menos bien -vas ganando partidos-, apenas tienes tiempo para visitar nada. No conocí el Empire State hasta la quinta vez que fui a Nueva York, ¡y porque la madre de un amigo trabaja en el edificio!
Estamos con la presión de jugar o entrenar cada día. He estado en muchos lugares espectaculares sin poder apreciar nada, porque si los viajes son complicados, después de pasar la pandemia se han multiplicado.
Desde fuera se ve tan bonito…
Económicamente el tenis es uno de los peores deportes, en el que únicamente son hiperricos los top mundiales. Los que jugamos Challenger ni mucho menos; el otro día estuve con un compañero -que fue 114 del mundo- y me enseñó su cuenta bancaria: está en 6.000 euros.
¿Vosotros corréis con todos los gastos?
¡Por supuesto! Una temporada, si la haces decentemente bien, te puede costar unos 100.000 euros, porque tienes que pagar al entrenador, equipo, viajes, dietas y transportes. Los que juegan Futures deben abonar algo parecido a los que disputan torneos ATP; las cuentas evidentemente no salen.
A veces nos preguntamos ¿para qué juegas? Porque en el tenis sin patrocinadores no sobrevives. Sé de jugadores que están el cien del mundo que no los tienen y viven de los premios, que muchas veces no compensa. Además, la covid lo ha trastocado todo; hay mucha más presión -algunos jugadores incluso lo han dejado-, pues debes jugar semana tras semana.