Entrevista > Rosana Satorre / Directora del ICE de la Universidad de Alicante (Alcoy, 17-septiembre-1967)
El currículo y trayectoria de Rosana Satorre son dignos de admirar. Comenzó estudiando gestión de sistemas en la Universidad de Alicante (UA), carrera que tuvo que finalizar en la Politécnica de València, “al depender de esa entidad”.
A día de hoy, además de impartir clases de informática (desde 1993), es la directora del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la UA. “Lo he dirigido los últimos cuatro años y ahora se producen elecciones”, nos avanza.
“Soy una informática extraña, porque lo que más me fascina es la docencia”, admite. Nos reconocerá que los tiempos han cambiado, muchísimo, con infinidad de distracciones para los alumnos, aunque el verdadero motivo es la falta de actitud. “Debemos encontrar un equilibrio”, sentencia.
«En mis treinta y un años de docencia jamás he dejado de dar clases en primero, son mis ‘niños’»
¿Qué es exactamente el ICE?
El ICE es distinto al de hace unos años. Anteriormente se ocupaba únicamente de la formación del profesorado, planteando proyectos innovadores en las asignaturas y tutorías. Desde hace un par de cursos, también realiza la formación del personal técnico de administración y servicios.
Has tenido unas últimas semanas muy activas.
Por la presentación, en la Universidad Jaume I de Castellón, de un proyecto entre las cinco universidades públicas de la Comunitat Valenciana. Es un portal en abierto, para toda la ciudadanía, con recursos sobre competencias digitales.
El pistoletazo de salida lo dimos en la Universidad de Alicante y el éxito ha sido abrumador. Cada dos años se repetirá, para divulgar y ayudar a que se creen estas alianzas y coordinaciones en innovación.
¿Cuáles son tus funciones?
Hago de todo. En el ICE básicamente coordino y compruebo que la gestión es correcta. Asimismo, ser la cara visible, acudir a diferentes actos, estudiar proyectos… Por otra parte, en cuanto al Personal Técnico de Administración y Servicios (PTGAS), me ocupo de que estén perfectamente formados.
«Los alumnos actuales, tan consumidores de vídeos, leen cada vez menos y se crean inconvenientes»
¿Cómo ha comenzado el curso?
Únicamente doy clase en primero, tras la reducción de docencia por contar con un cargo. Me considero muy ‘madre’ y esos estudiantes que llegan a la universidad son mi debilidad: van perdidos en muchas ocasiones y lo que precisan es ayuda, empatía, teniendo claro que no soy su amiga, sino la profesora.
En mis treinta y un años de docencia jamás he dejado de dar clase en primero. Son mis ‘niños’ y pasados los años, cuando ya no lo son, se siguen acordando de mí.
Sinceramente, ¿cómo es el nivel del alumnado?
No se puede comparar al de años pasados, porque los tiempos han cambiado. Sí aprecio mucha diferencia, por ejemplo, con los que tenía al principio. El problema no es que tengan menos conocimientos, sino las actitudes. Una persona que tenga actitud no importa que no lo sepa, lo va a aprender.
¿No hay demasiadas distracciones a su alrededor?
Sí. Debemos encontrar un equilibrio, porque ellos quieren todo ya y no les sirven las cosas que se ralentizan. Les cuesta comprender que todo tiene un proceso, porque están acostumbrados a la inmediatez. ¡Y eso no es así!
De igual modo, funcionan mediante los vídeos, que los pasan más rápidos. Entonces, leen menos y todo provoca inconvenientes; no podemos seguir haciendo lo que hace diez años -buscar acercarnos de otra forma-, sin tampoco ponernos a su nivel. Por ejemplo, mi asignatura me la sé de memoria, pero todos los años incorporo aspectos para motivarlos, engancharlos.
«A los jóvenes los llevamos entre algodones y si les regañas te dicen que mañana vendrá su padre»
¿Qué consecuencias puede haber si no hay cambios?
Abandono, desmotivación, frustración… A veces conseguimos que pierdan la motivación y la ilusión, cuando es lo último que debe ocurrir. Si se frustran es bueno, porque deben de saber cómo salir de ella. En muchos casos los fracasos no son malos, hay que enseñarles que no tienen por qué serlo, que sepan que hay también éxitos, fruto del trabajo y el esfuerzo.
¿No lo vemos todo muy negro?
No lo es. Hay de todo, aunque siempre se ve o se oye más a los peores. Sin embargo, los hay brillantes, muy buenos. Observo jóvenes, quizás no tan excelentes, pero que quieren colaborar con la sociedad, aportar.
Por eso, insisto, es clave la actitud que tengas frente a las cosas, la curiosidad o inquietudes que muestres. Si es buena, ¡va a llegar donde quiera! Cuando veo que se cruzan de brazos, sin tomar notas, ufff.
¿Antes había mucho más ímpetu, amor propio?
Ahora los llevamos demasiado entre algodones, y si les regañas, con motivo, te contestan que mañana vendrá su padre. Acabo las clases agotada, porque quiero llegar a ellos: si te los ganas, se dan cuenta y se esfuerzan.