Entrevista > Pierpaolo Laconi ‘Whitedream’ / Artista (Roma, Italia, 18-noviembre-1986)
Pierpaolo Laconi es Whitedream, el personaje con el que maravilla a todo el que le ve, porque su espectáculo de pompas de jabón es complicadísimo. Recientemente le vimos en una actuación brillante en ‘El Hormiguero’, circunstancia de la que está muy agradecido porque “no hay mejor escaparate”.
Formado como actor en la academia de teatro y canto ‘Fondamenta’ de Roma -que le permitió seguidamente desarrollar alrededor de treinta representaciones-, durante muchos años trabajó en la animación de hoteles, “creando espectáculos”. Quiso hacer algo nuevo y descubrió un mundo lleno de posibilidades, el de las burbujas.
Sorprendió primero a toda Italia, antes de enamorarse de nuestra localidad y el resto de la provincia y decidir trasladarse aquí junto a su esposa, Gessica Alfieri, quien asimismo le acompaña como bailarina en sus shows. Hoy, más de siete años después, se siente muy integrado en el país, se expresa en un perfecto castellano y triunfa en cada una de sus interpretaciones.
El polivalente Whitedream también canta y presenta un festival de música en el país transalpino, “aunque lo de artista deben definirlo otros”, argumenta con una sonrisa. En nuestra zona ha participado igualmente en destacados festivales de artes escénicas, como ‘Alacant Despierta’ o ‘Elx al Carrer’.
¿Quién te enseñó este singular arte?
Nadie, es totalmente de forma autodidacta. Todo empezó hace unos ocho-nueve años, mientras ejercía como actor, concretamente en un resort en el sur de Italia. Allí fui animador y jefe de animación, comandando en ciertas temporadas equipos de treinta personas.
Una de mis facetas, como director artístico, era preparar un nuevo espectáculo, ya fueran musicales, cabarets o malabares de fuego. Después de cuatro veranos el director del hotel me pidió innovar para el siguiente.
¿Qué le dijiste?
Había visto antes shows de pompas de jabón -por YouTube- y le avancé que ese sería el próximo espectáculo. ¡El problema es que no tenía ni idea de cómo se hacían! Previamente para mí las demostraciones con burbujas procedían de esos artistas callejeros que las hacen enormes (gigantes), muy diferente a si lo llevas después a un escenario.
Debiste practicar mucho ese invierno.
¡En 2016 fue como volver a la escuela! (ríe). Estudiaba el funcionamiento de las burbujas, practicando sobre ellas, unas tres-cinco horas cada día. Se me abrió prácticamente un mundo y pensé entonces que era un arte susceptible de llevarlo al teatro.
«Al principio, mientras estudiaba el funcionamiento de las burbujas, practicaba de tres a cinco horas al día»
¿No es muy difícil?
Extremadamente. La dificultad, además de la técnica, reside en que las burbujas, por su condición frágil, explotan. Por eso lo complicado es encontrar la fórmula exacta, que varía según la humedad, temperatura o si se hace o no al aire libre.
Por ejemplo, cuando actúo en teatro llevo un tipo de fórmula distinta en otras condiciones. En ‘El Hormiguero’ dispuse de otra diferente, por los focos y el calor existente.
¿Tuviste mucha tensión en el programa?
Uf, la tensión estaba a mil, al ser en directo. ¡Me la jugué, pero salió todo bien! Fue a principios de octubre, con Ana Guerra de invitada, y al final de mi show la metí en una burbuja gigante junto a Pablo Motos.
¿Cómo se produjo el contacto con la productora?
Me llamaron para aparecer en uno de los experimentos con Marron, habitual colaborador. ¡No lo dudé ni un instante! Porque ha permitido que me conozca mucha más gente, es una promoción única.
«En el programa ‘El Hormiguero’ la tensión estaba a mil, al ser en directo. ¡Me la jugué y salió bien!»
¿De qué forma sorprendes al público?
Recuerdo que en el resort todo era favorable, porque la gente me conocía, pero luego aprecié sus miradas, la reacción, para nada clásica. Se quedaban fascinados, viendo algo totalmente novedoso. Además, sus caras decían ‘¿cómo lo hace?’; es lo que me encanta. Desde ese momento pensé que podía convertirse en mi trabajo, combinándolo con mi faceta como actor, cantante y presentador.
Precisamente, ¿cuál es tu estilo como cantante?
Sobre todo, musicales, porque es mi formación, pese a que también me gusta el estilo Elvis Presley o Frank Sinatra, es decir, más tipo Broadway. Componer es mi punto débil, debo trabajarlo, así como tocar un instrumento, que sin duda sería la guitarra.
¿En las burbujas siempre buscas mejorar la técnica?
Sí, por lo que mencionaba antes. Al ser tan frágiles e imprevisibles, cada espectáculo es una sorpresa, puede pasar algo nuevo. En algunos puede suceder que no se explote ninguna, mientras que, en otros, la mitad se rompen.
Aquellos juegos o trucos que me funcionan al 99%, la vez que fallan no es por cuestión de la técnica, sino porque la burbuja así lo ha decidido. Gessica me cuestiona preguntándome: “¿qué ha pasado?”. “No lo sé, son burbujas, explotan” (ríe). Ahora cuento con una técnica que es segura al 99,9%.
«La dificultad, además de la técnica, reside en que las burbujas, por su condición frágil, explotan»
¿Te puede llegar a molestar?
Al principio sí. Es como al empezar algo, piensas que es por culpa tuya. En ese caso, hay que afinar la técnica y, en ese sentido, me considero superpreciso, muy metódico. Sin duda, la técnica es fundamental -en las pompas por su fragilidad-, también cuando hago de actor, canto o presento.
¿Por eso te consideras un mago de las burbujas?
Los ‘bubble art’ (artista de burbujas), como se definen técnicamente, es por eso, porque nosotros manipulamos un elemento, que es el agua. Si un mago falla un truco, el 99,9% es por su culpa, mientras que, en mi caso, es porque no la he podido controlar.
Te habrán pasado anécdotas divertidas.
¡Y frustrantes! De hecho, la primera actuación que hice en España, concretamente en un hotel de Benidorm, fue casi un desastre. Apenas hablaba el idioma y era un espectáculo visual: no podía fallar, porque no hubiera sabido justificarme.
Era invierno y el aire acondicionado caliente estaba a tope, secando el aire y condicionando las burbujas. Le pedí bajar la temperatura, no me hicieron caso y salió mal, aunque pude salvarlo, gracias a mi experiencia teatral.
«Los ‘bubble art’ (artista de burbuja) es porque nosotros manipulamos un elemento, que es el agua»
¿De dónde surge lo de Whitedream?
Estaba buscando un nombre para mi personaje, algo de otro mundo, tan común ahora por el multiverso. Pensé en el universo mágico de las burbujas y me surgió pensando en cómo es una burbuja, véase transparente, llena de colores, con un toque mágico y puro.
El color, por supuesto, era el blanco (white), al que le uní sueños (dream) de cada uno. Al ser solo uno, quedó Whitedream, en inglés, más internacional. Representa, del mismo modo, los sueños de cada uno.
¿Cuándo escribiste ‘Bubble art’?
Durante ese periodo que todos tuvimos mucho tiempo, el confinamiento de 2020. El libro está dividido en tres apartados: la primera se centra en la parte científica de las burbujas -con explicaciones sencillas, comprensibles para todos-, en por qué tienen esos colores o son siempre esféricas, pase lo que pase.
¿Y la segunda y tercera?
La segunda es más histórica, es decir, todos aquellos artistas que han llevado las burbujas a nivel espectáculo. Existen vídeos de artistas del vodevil que ya en los años veinte del pasado siglo hacían juegos, pequeños malabares, con pompas diminutas. Es realmente impactante.
Por su parte, la tercera está dedicada a las performances (actuaciones) en general, porque al mismo tiempo que hay técnicas de burbujas, las hay sobre cómo preparar un show, una escaleta.
«Hemos estado de gira tres años con nuestro espectáculo y en enero estrenamos el nuevo, ‘My bubble world’»
¿En pandemia también pensaste en los récords Guinness?
Exacto. Tengo el récord de la burbuja más grande del mundo soplada únicamente utilizando las manos, sin ningún otro instrumento. Logré una burbuja que es la mitad que yo -mido 1.90 metros- y en 2022 me dieron la oficialidad. Todavía hoy mantengo la marca.
Ahora, ¿qué estás haciendo?
Seguimos de gira con nuestro espectáculo, ‘Dreaming bubbles’, que tiene ya casi tres años de éxitos por toda España, incluido el Teatro Reina Victoria, en la Gran Vía madrileña. Hemos estado obviamente en Italia y el año que viene está previsto que vayamos por primera vez a Sudamérica, a Ecuador.
Antes, para este mes de diciembre me han invitado a una actuación, una demostración, en la India, circunstancia que me hace especialmente ilusión. Un nuevo continente que conocer.
¿Cuál va a ser tu próximo reto?
Estoy estudiando el nuevo show, que se estrenará en Sant Joan a principios de año, en enero. Se llamará ‘My bubble world’, en el que acompañaré al público en mi mente, por medio de burbujas, magia e ilusión.
Nuevamente estará producido por Zetaefe, con Zeus Tomás Quesada a la cabeza, amigo y persona a la que le debo muchísimo.
«Vine a Alicante a visitar a un amigo y me fascinó la zona desde el primer minuto; quería vivir pronto aquí»
Por cierto, ¿por qué elegiste Sant Joan para vivir?
Toda una preciosa casualidad. La persona con la que trabajaba en el resort, Giuliano Tango, también mi socio, se mudó a esta zona y le pregunté, porque desconocía todo lo referente a Alicante.
Me comentó que era un sitio maravilloso y vinimos a visitarlo un fin de semana, en 2016. ¡Me enamoré del sitio! De la ciudad, de la gente, de la gastronomía, sobre todo los arroces…
Muchos piensan que Alicante es la mejor zona de España.
Pienso que es verdad. Además, cuando vinimos a ver a mi amigo -que era su aniversario- vimos la ciudad no como turistas, sino como alguien que reside aquí, que es muy distinto. Roma, mi ciudad, es la mejor urbe del mundo para visitar, maravillosa, pero para mi gusto muy caótica para vivir.
¿Qué sucedió después?
Regresamos a Italia, era febrero, y en abril, en Semana Santa, volvimos de nuevo a Sant Joan. Perdí el sentido de lo mucho que me agradaba y en casa, en Ladispoli, a las afueras de Roma, le dije a Gessica: “quiero vivir en Alicante”. La adaptación fue sencilla, ¡acertamos!