Aunque hace ya mucho tiempo que Altea, como el resto de municipios del entorno, ya no es una villa pesquera como lo fue antaño, su tradición y su historia marinera sigue colándose en todas y cada una de sus tradiciones. Es por ello que la Navidad en este municipio, donde antaño los hombres pasaban largas temporadas en la mar, sigue teniendo ese sentimiento de reencuentro arraigado en ese punto en el que se unen tierra y mar.
Unas tradiciones en las que, como es lógico en estas fechas, habrá unos protagonistas muy claros para los que la Navidad es pura magia: los niños. Todo en la Villa Blanca está pensado para que en estas semanas, que nos llevarán de 2024 a 2025, los más pequeños disfruten de unos días que para ellos -y para no pocos adultos- son los más especiales de todo el año, descontando las horas y los minutos para la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos, los visitantes más esperados cada mes de enero.
Los Reyes Magos anunciarán su visita a Altea iluminando el municipio desde su campamento en la sierra
Una espera con nervios
No hace falta glosar aquí lo que suponen estas semanas para los niños de todo el municipio. Son días de nervios y de repaso a lo hecho en los últimos doce meses, en busca de aquella mala tarde o ese mal comportamiento que pueda hacer que donde debiera haber regalos haya carbón.
Pero para que esa espera se haga más llevadera (especialmente, desde el momento en el que lleguen las vacaciones escolares), y para que todos sepan que Melchor, Gaspar y Baltasar se acordarán un año más de ellos, el final de su viaje hasta Altea viene precedido de una luz muy especial.
Visita desde la sierra
Una luz que comenzará a brillar el día dos de enero y que no se apagará hasta bien entrada la noche del día cuatro, cuando Sus Majestades de Oriente desmonten el campamento que cada año instalan en la sierra, para bajar hacia las calles de la Villa Blanca y encontrarse con todos los alteanos.
Es allí, a lo lejos, donde niños y mayores posarán su mirada. En esa luz que durante todas esas noches ilumina el campamento de los Reyes Magos mientras descansan, cerca ya de los hogares de los alteanos, esperando a que llegue la noche más mágica del año.
La programación de actos navideños abarcará todo el mes de diciembre
Navidad blanca
Esa noche, claro está, supondrá el final de varias semanas de celebraciones. Faltará entonces, obviamente, esa también especial mañana en la que grandes y pequeños tomarán las calles para estrenar sus regalos; pero también para despedirse de un mes de actividades y celebraciones que no por repetidas una y otra vez dejan de generar una expectación máxima, porque, al fin y al cabo, eso es la Navidad: el momento del año en el que muchos desearían vivir eternamente.
A nadie se le escapa que la de Altea no será tampoco este año esa Navidad blanca, nevada y fría que las películas y los cuentos tradicionales han convertido en sinónimo de estas fechas en el imaginario popular, aunque lo más cerca que hayamos estado de la nieve sea rascar el fondo del congelador para poder cerrar su puerta. Eso sí, la Navidad en Altea, al menos haciendo honor al sobrenombre de nuestra villa, sí puede decirse que será blanca por el escenario que su casco urbano supone para tantos actos.
Celebraciones muy tradicionales
En realidad, la Navidad que se vive año a año en la Villa Blanca tiene mucho más que ver, al menos en lo que a la climatología se refiere, con la original vivida hace ya más de 2.000 años, según las escrituras bíblicas, en Jerusalén.
Asimismo, como sucede en otros muchos municipios mediterráneos, Altea mantiene algunas tradiciones que confieren a sus fiestas navideñas un toque especial y local. Algo que, a falta de nieve, abetos y renos paseando por sus calles, le otorgan un sentimiento local.
Como en todas las celebraciones mediterráneas, la pólvora será protagonista de la Navidad alteana
Doble despedida del año
Además de esa expectación que crea la luz, visible en todo el municipio, y que brota desde el campamento de los Reyes Magos en la sierra, otra de las particularidades que hacen únicas las fiestas de Navidad de Altea se produce en Nochevieja, gracias a las dobles campanadas que se pueden escuchar en todo el municipio cuando las dos iglesias de la Villa Blanca hacen girar sus campanas al unísono.
Una ocasión única para que todos los alteanos reciban el nuevo año juntos y disfrutando de una copa de cava, cotillón y, por supuesto, las tradicionales uvas de la suerte que reparte el Ayuntamiento entre los asistentes. Todo ello, regado con la ineludible pólvora del bombardeo aéreo, que se lanza justo después de las campanadas para finalizar -o empezar, depende de a quién se le pregunte- la noche con música.
Más de un mes de color
Será, en definitiva, más de un mes en el que las luces navideñas, que se encendieron de manera oficial el pasado día 2 de diciembre, den color y ambiente a las calles más céntricas de un municipio que, especialmente en las largas noches de invierno, ayudan a hacer volar la imaginación hacia un pasado que ya no existe, pero que es fácil dibujar en la mente paseando por el casco antiguo.
Y todo ello, por supuesto, con un ojo puesto en el turismo, motor económico del municipio y que vive en las fechas navideñas una época de especial intensidad. Son muchos los visitantes que arriban a la Villa Blanca atraídos por su inconfundible carácter de villa mediterránea, ofreciendo la posibilidad de vivir, gracias al buen tiempo casi garantizado, unos días muy distintos a los que se pueden disfrutar en sus países de origen.