Entrevista > Amparo Sanjuan Albentosa / Concejala de Educación (Alfafar, 4-febrero-1968)
La reapertura de la Escuela de Personas Adultas (EPA) marca un paso adelante en el camino hacia la normalización de la actividad educativa en Alfafar. Aunque las condiciones materiales todavía no son las ideales, alumnado y profesorado han mostrado su ilusión por volver a las aulas, retomando rutinas de formación y convivencia tras los daños ocasionados por la Dana.
La concejala de Educación explica en esta entrevista cómo ha sido el proceso de reactivación de la EPA y su impacto en la comunidad educativa.
¿Qué situación presenta la EPA tras estos meses de cierre y qué cambios se han realizado?
La hemos abierto con formación reglada y no reglada, aunque el edificio no está todavía en perfecto funcionamiento. Sufrió daños como tantas otras instalaciones municipales y, tras un informe del departamento de Urbanismo, se ha determinado que se puede utilizar la primera y la segunda planta, mientras continúa la reparación de la planta baja.
Además, se han habilitado otros espacios municipales para algunas clases. Poco a poco, se van solventando desperfectos, como las puertas de madera o la pintura dañada.
¿Se han podido reanudar todas las clases de la programación habitual?
Prácticamente todas, a falta de la de cocina. Esta asignatura requiere una cocina con gas y aún esperamos la conexión. El profesorado está ilusionado por arrancar de nuevo, y se han planteado alternativas temporales con electrodomésticos diferentes, pero es preferible contar con una instalación completa y segura.
El resto de las materias y talleres han vuelto a la actividad. De hecho, desde principios de año ya se estaban retomando algunos cursos, como el de secundaria, que comenzó el 7 de enero en otras aulas municipales.
«Se han habilitado otros espacios municipales para algunas clases»
¿Cuáles han sido las dificultades que han enfrentado para la reapertura?
Ha sido muy complicado restablecer la instalación eléctrica y la seguridad básica. La Dana afectó el tendido de luz en muchas calles, así que hemos tenido que coordinar varias empresas para reponer el suministro.
Mientras tanto, el equipo técnico de Urbanismo ha evaluado que el edificio fuera estable en las plantas superiores. La comunidad educativa tenía prisa por volver, sobre todo para la parte reglada. Poco a poco, se han ido ajustando las necesidades y ahora ya hay luz y condiciones suficientes.
A raíz de este retraso en la vuelta a la normalidad, ¿se espera algún cambio en el calendario de la EPA?
De momento no se ha planteado ninguna modificación, y se mantienen las fechas previstas para las evaluaciones y la finalización de los cursos. Aunque la infraestructura haya tardado en estar operativa, se han organizado clases en otras ubicaciones o ajustado el inicio de algunas enseñanzas.
En el caso de la cocina, se retomará en cuanto el gas esté habilitado, pero eso no altera el conjunto del calendario de forma sustancial.
«Desde principio de año ya se estaban retomando algunos cursos»
¿Ha influido este parón en la motivación de alumnado y profesorado?
El parón ha sido duro, porque la EPA es un centro que acoge a más de setecientos alumnos en total. Personas de Alfafar y de fuera aprovechan la formación reglada de primaria y secundaria, y los numerosos talleres de pintura, fotografía o baile.
Además de aprender, estos cursos son un espacio de socialización para muchas personas adultas. La reapertura ha devuelto la ilusión: veíamos en redes cómo anunciaban con alegría su vuelta, porque la gente necesitaba recobrar la rutina tras tanta incertidumbre.
¿Hay algún otro centro educativo que preocupe especialmente en la zona?
Por ejemplo, el caso del Colegio Orba sigue siendo un desafío. Ahora mismo el alumnado está reubicado en otros centros mientras se estudia qué hacer con el edificio principal, que sufrió graves desperfectos.
Hay planes para instalar aulas prefabricadas en un aparcamiento cercano, pero se espera que no se convierta en una situación prolongada. Lo ideal es que la Conselleria acelere la toma de decisiones, porque no se puede tener a los niños en una solución provisional de forma indefinida.
«El edificio no está todavía en perfecto funcionamiento»
¿Cómo valora la colaboración de la comunidad educativa de Alfafar durante esta crisis?
Ha sido ejemplar. Tanto los centros públicos como los concertados han cedido espacios y han estado coordinados para reubicar a los estudiantes. Esta solidaridad se extiende al personal docente, que, incluso cuando no podía acceder a las instalaciones, siguió en contacto con las familias y el alumnado, preguntando por necesidades y problemas.
Es una muestra del compromiso de directores, profesorado y asociaciones de madres y padres, que han arrimado el hombro en momentos muy difíciles.
¿Cuál sería el mensaje que les lanzaría tras estos meses de dificultades?
Que su esfuerzo ha sido enorme y que, pese a los contratiempos, están demostrando una capacidad de adaptación admirable. Esta situación ha evidenciado la importancia de la educación y la necesidad de brindar a los niños, adolescentes y adultos las mejores condiciones de aprendizaje.
Las instituciones deben seguir trabajando para arreglar los centros dañados y ofrecer un entorno seguro, cómodo y digno. En el caso de la EPA, la reapertura confirma que la voluntad de profesores, estudiantes y Administración logra resultados, aunque el proceso no sea sencillo.