ENTREVISTA> Pedro Santaeulalia / Artista fallero (València, 20-julio-1970)
Pedro Santaeulalia es uno de los grandes nombres de la historia de las Fallas. Con una trayectoria plagada de éxitos, este maestro fallero es reconocido por su creatividad, dominio de la técnica y capacidad para impresionar.
Sin embargo, este año, su nombre no solo ha sido noticia por su arte, sino también por la adversidad. La DANA que golpeó la Comunitat Valenciana arrasó su taller, poniendo en jaque meses de trabajo y esfuerzo. Pero, al igual que las Fallas Santaeulalia, ha sabido sobreponerse y seguir adelante.
«El taller estaba arrasado, había coches dentro de la nave, las puertas por el suelo, barro por todas partes»
Ha sido un año muy complicado, especialmente aquí en Benetússer, zona cero de la DANA, ¿cómo viviste la situación?
Sí, ha sido durísimo. En algunas zonas de mi taller el agua llegó a alcanzar más de un metro ochenta. Quedó completamente inundado. Tuvimos la mala suerte de que el agua entró por una puerta, hizo efecto túnel y salió por la otra, arrasándolo todo a su paso. Nos destrozó todas las puertas, teníamos cinco y las encontramos esparcidas por el suelo, cubiertas de barro. La falla quedó completamente destruida. Fue un desastre total.
¿Tenías mucho trabajo adelantado antes?
Afortunadamente, este año solo hacíamos la falla Sueca-Literato Azorín en València y la de Els Barris en Turís, más pequeña. Esta última, ya estaba completamente terminada. De hecho, justo el día antes estábamos pintando y empaquetando.
¿Cómo recibiste la noticia?
Me llamaron cuando estaba en València, paseando al perro y me avisaron de que estaba entrando agua en el taller. Al principio, no pensé que fuera tan grave. Pero cuando empezamos a ver imágenes en la televisión, la magnitud del desastre se hizo evidente. Nunca piensas que te va a tocar a ti hasta que lo ves con tus propios ojos. Uno de nuestros empleados llegó antes que nosotros y nos mandó un vídeo.
¿Cuál era el panorama?
El taller estaba arrasado, había coches dentro de la nave que ni siquiera eran nuestros, las puertas por el suelo, barro por todas partes, el despacho arrancado, el vestuario destrozado… La falla había sido arrastrada hasta la calle, hasta la vía del tren, incluso llegó hasta Ikea, a cientos de metros. Encontramos figuras en el MN4, en el tanatorio… Las que pudimos recuperar, claro, porque algunas ni sabemos.
«A pesar del desastre siempre digo, en broma, que ha habido años sin DANA en los que hemos ido con mayor retraso»
¿De qué modo se sale adelante después de semejante golpe?
Fue un shock. Soy una persona positiva, pero incluso alguien muy optimista se queda sin palabras en un momento así. Por suerte, mi hermano Alejandro tiene una nave en Alcàsser. Este año él se encarga de la falla del Ayuntamiento de València, pero pudo dejarnos un espacio para que no tuviéramos que parar completamente.
¿Cómo fueron los primeros días?
Al principio, el caos en el taller era total. Intentamos cerrar como pudimos, levantando tablones para tapar las puertas rotas y evitar que entrara gente. Porque esa era otra… Hubo robos y un descontrol absoluto.
Había policías, soldados, pero la situación era un lío tremendo. La limpieza tardó días, incluso semanas. Al principio, ni siquiera nos dejaban entrar. Teníamos que estar peleando con la policía y los soldados para poder acceder y recoger lo poco que quedaba.
¿Qué fue lo más difícil?
Sin luz estuvimos casi dos meses. El agua se llevó la hornacina donde estaba el cuadro del contador, y sin eso, no podían restablecer la electricidad. Aunque nos ofrecieron soluciones provisionales, se necesitaba la ubicación exacta de la toma, así que estuvimos en un limbo durante semanas.
Mientras tanto, trabajamos en la nave de mi hermano. No era lo mismo, claro. La cabeza no paraba, entre el barro, la reconstrucción, el estrés… Pero al menos pudimos seguir adelante.
¿Lograsteis salvar algo?
Pudimos reparar algunas figuras, pocas, más por orgullo que otra cosa, porque ver tu trabajo destrozado en la calle era muy duro.
«Reinici es una ironía en sí mismo, simboliza un enfado de la naturaleza contra el ser humano»
¿Has podido mantener los compromisos que tenías?
Dentro de lo malo, tuvimos suerte: cuando ocurrió todo esto, apenas habíamos empezado con Sueca Literato-Azorín y lo más voluminoso del monumento aún no había llegado.
Eso nos dio margen para recuperarnos sin que se notara demasiado en el calendario. De hecho, siempre digo, en broma, que ha habido años sin DANA en los que hemos ido peor. En este oficio, en enero y febrero siempre estamos a contrarreloj, así que ya estamos acostumbrados a trabajar bajo presión.
¿Habéis recibido apoyo por parte de otros artistas?
Sí, claro. Muchos compañeros artistas nos han llamado para ofrecer su apoyo, pero el problema es que cada uno tiene sus propios compromisos. En mi caso, he tenido el respaldo de mi familia, lo cual ha sido una gran ayuda. Además, hemos ampliado el equipo y externalizado todo lo posible: una persona se encarga de una cosa, otra de otra, intentando repartir el trabajo.
¿Qué os dijeron los peritos del seguro?
La respuesta ha sido buena en general, pero la situación ha sido complicada. Los técnicos que vinieron a evaluar los daños, algunos de Canarias y otros de Cádiz, nos decían que nunca habían visto una catástrofe de esta magnitud, con tanta gente afectada.
Nuestra nave está muy cerca del pueblo, como habéis visto, así que nuestro día a día quedó completamente destruido: el bar donde íbamos, el supermercado, la farmacia…
¿Os han concedido las ayudas?
Afortunadamente, las ayudas que solicitamos nos fueron concedidas y llegaron incluso antes de lo esperado, tanto desde la Generalitat como del Gobierno Central. También hemos recibido apoyo de fondos particulares, como el de Juan Roig, que ha sido una gran ayuda.
Nuestro gremio, el de Fallas, organizó una recogida de fondos para ayudarnos a comprar maquinaria y reponer algunas cosas esenciales. Estoy muy agradecido por todo el apoyo recibido.
«Este año la pieza central, el fauno, será posiblemente el personaje más grande en las Fallas de València»
¿Y del seguro?
Dentro de lo que cabe, también ha respondido bien. No tardaron demasiado y el anticipo que nos dieron nos ha permitido ir tirando. Teníamos un gran problema económico porque con lo que teníamos contratado no podíamos renovar toda la maquinaria de la nave industrial.
Solo una puerta cuesta seis mil euros, y se nos cayeron cinco. De momento, hemos reparado la puerta más urgente y las demás las arreglaremos poco a poco.
¿Va a cambiar algo tu forma de trabajar a raíz de esto?
Es que es totalmente impredecible, vamos a seguir en Benetússer. Estamos acondicionando las instalaciones: las puertas, los vestuarios, los baños, todo. Estamos reponiendo y solucionando lo necesario para poder continuar aquí.
Háblanos del proyecto de Sueca-Literato Azorín en la Sección Especial.
El proyecto «Reinici» es una ironía en sí mismo. Simboliza un enfado de la naturaleza contra el ser humano. La pieza central de la falla es la Tierra, que se ha rebelado, ha dado un golpe en la mesa y dice: «hasta aquí hemos llegado». La idea del proyecto es que la naturaleza busca un reinicio, una reeducación. De alguna manera, quiere enseñarnos que debemos cambiar nuestra forma de tratar el planeta.
¿Lo habías pensado antes de la DANA?
Mucho antes. De hecho, se presentó oficialmente a los medios un mes y medio o incluso dos meses antes. Ha sido casi profético. Cada elemento de la falla representa la naturaleza.
La parte central es la Tierra y el mar. A la izquierda está la Luna y las mareas. A la derecha, el Sol, las flores y la vegetación. Y en la parte superior, una especie de fantasía de la naturaleza. La figura principal lleva en la mano la esencia de la naturaleza, que representa la necesidad de cuidarla.
«Desde el primer momento los artistas falleros asumimos un gran riesgo, este oficio es un pozo sin fondo»
¿Y qué representa la parte trasera de la falla?
Señala directamente a los responsables de este desastre ambiental. Aparecen figuras como Donald Trump, Putin, Maduro, Pedro Sánchez, Puigdemont y Kim Jong-un, representando una especie de reino de la anarquía, estilo Mad Max.
Es curioso que, a pesar de todo lo que ha pasado, no hemos cambiado ni una coma del lema de la falla. El mensaje es claro: el reinicio y la reeducación tienen que venir de los niños, ellos son quienes deben guiarnos hacia un futuro mejor para evitar que todo se vaya al desastre.
Entonces, ¿toda la falla gira en torno a esa idea?
Exacto. Las escenas representan un mundo al revés: En el zoo, son las personas las que están dentro de las jaulas. En el restaurante, es un tiburón el que se está comiendo a un humano. El concepto inicial incluso contemplaba una reubicación, como si la humanidad tuviera que trasladarse a otro planeta.
Pero al final decidimos que tenía más sentido que la naturaleza nos obligara a reiniciar aquí mismo. Si no cambiamos, la Tierra nos lo va a hacer pagar. Y en mi caso, después de todo lo que ha pasado, resulta irónico que el proyecto haya cobrado aún más sentido sin necesidad de modificar nada.
¿La falla tenía algún reto técnico a nivel artístico o estructural?
Ha supuesto un gran desafío por su magnitud. La pieza central, el fauno, es especialmente grande. Posiblemente sea el personaje más grande de este año en las Fallas de València. Hay fallas muy voluminosas, pero como personaje individual, este destaca por su tamaño. Se trata de una figura en tres cuartos, como si emergiera desde el subsuelo. Otro gran reto ha sido la pintura, ha sido una lucha para lograr los matices adecuados.
En cuanto al gremio, ¿cómo ves la situación actual del sector fallero?
Llevamos muchos años en una situación difícil. Es cierto que a veces nos quejamos mucho, pero en parte los principales responsables somos nosotros mismos. En este trabajo es muy fácil cometer errores, sobre todo económicamente.
Firmas un proyecto y casi el noventa por ciento del presupuesto está abierto. Muchas veces te contratan sin haber visto ni un solo boceto, confiando en tu trayectoria. Pero desde el primer momento ya estás asumiendo un gran riesgo. Este oficio es un pozo sin fondo.
«A día de hoy, hay un mayor esfuerzo por utilizar materiales más sostenibles y mejorar los procesos de producción»
¿Por qué motivo?
Si un carpintero fabrica cocinas, sabe cuántas bisagras y pomos necesita. Aquí, en cambio, la valoración no es tan sencilla. Una figura puede costarte más trabajo porque no te convence, mientras que otra puede resultar más fácil porque te gusta más.
Además, las escenas se van enriqueciendo de manera espontánea. Puede que inicialmente plantees dos figuras y un perro, pero luego decides incluir otra perrita, un gatito jugando y unos pajaritos, porque la composición lo pide.
¿Se descontrola el gasto?
Es fácil que se disparen los costes. Hay mucha gente involucrada, muchos colaboradores, y los costes de materiales y transporte han subido enormemente. Todo sube de precio, pero la financiación de las fallas apenas varía. Por ejemplo, el corcho ha aumentado su costo en un cuarenta por ciento en los últimos cinco años.
¿Y cómo se plantan cada año tantas fallas?
La única forma de salir adelante es trabajando muchas horas y asumiendo menos encargos, o bien siguiendo el modelo de algunos talleres más grandes que firman tantas fallas que terminan funcionando como fábricas. Pero, en cualquier caso, es muy fácil meterse en problemas económicos. De hecho, tengo amigos empresarios que, cuando ven los números, me dicen: «Cierra ya, antes de que sea tarde».
¿Se están implementando materiales y procesos de producción más ecológicos?
Las Fallas han cambiado muchísimo con el tiempo. Mi padre y mi abuelo ya se dedicaban a esto, y el control sobre los materiales y el reciclaje es ahora mucho más riguroso. A día de hoy, hay un mayor esfuerzo por utilizar materiales más sostenibles y mejorar los procesos de producción. Sin embargo, el reto sigue siendo encontrar un equilibrio entre la tradición, la viabilidad económica y la sostenibilidad.