La DANA arrasó calles, viviendas y comercios, dejando a su paso un paisaje de desolación. Durante semanas, el municipio se vio inmerso en un esfuerzo titánico por recuperar la normalidad. Y aunque las grandes superficies como IKEA o más recientemente Carrefour han vuelto a la actividad, fueron los pequeños comerciantes quienes libraron la batalla más dura.
Su lucha por levantar de nuevo sus negocios ha sido un ejemplo de esfuerzo y resiliencia, mostrando que el comercio de proximidad no solo es esencial para la economía local, sino también para la identidad de Alfafar.
Comenzar de nuevo
Pascual Julián, dueño del estudio ‘Señor Lobo Tattoo Studio’, es un claro ejemplo de la dificultad de esta recuperación. Su caso es especialmente impactante porque la catástrofe le golpeó justo cuando estaba a punto de inaugurar su nuevo local. «Llevaba cinco meses con la reforma y esa misma semana iba a abrir. Estaba todo listo: ordenadores, discos duros, camillas, televisores… Y de un día para otro, todo desapareció», explica.
Su negocio, que ya había pasado por un traslado en Alfafar, tuvo que volver a reconstruirse desde cero. «Me ha tocado hacer dos reformas en menos de un año. Ha sido duro, pero aquí estamos. Cada negocio que se abre es un respiro para todos. Nos necesitamos los unos a los otros».
La solidaridad y el apoyo mutuo han sido claves para la reconstrucción. Pascual destaca cómo la clientela ha respondido con entusiasmo: «La gente tiene muchas ganas de consumir en el pueblo y apoyar al pequeño comercio. No es solo un establecimiento lo que reabre, es una señal de que seguimos adelante». Con su local nuevamente en pie, ahora se encuentra organizando citas y diseñando nuevos tatuajes, con la esperanza de que su actividad regrese a la normalidad lo antes posible.
«Cada negocio que se abre es un respiro para todos» P. Julian
Un comercio esencial
Mientras algunos negocios tuvieron que retrasar su apertura por falta de medios o infraestructura, otros no podían permitirse esperar. Es el caso de la farmacia Parque Alcosa, de la que es cotitular Laura Gracia Ballester.
«Reabrimos el 2 de diciembre, pero lo hicimos con muebles prestados y la obra aún sin terminar», cuenta. Para un negocio de primera necesidad como el suyo, el tiempo de inactividad debía reducirse al mínimo. «Era importante que los vecinos tuvieran acceso a sus medicamentos y atención lo antes posible».
A pesar del recibimiento positivo por parte de la comunidad, el proceso no ha sido fácil. «Han sido meses agotadores. El día a día es duro porque, además de nuestra situación, estamos en contacto con personas que también han sufrido pérdidas. Pero ver que cada vez más negocios vuelven a abrir nos da esperanza. Ahora sí sentimos que Alfafar está recuperándose».
«Había que dar servicio al barrio, la gente necesitaba un comercio de alimentación cerca» E. Mocholí
Esfuerzo titánico
Otro comercio que se sobrepuso rápidamente a la tragedia fue la Pescadería Enrique Mocholí. Su dueño, Enrique Mocholí Carrascosa, relata cómo su local quedó completamente devastado. «Se quedó vacío. Hubo coches que entraron arrastrados por el agua, cinco amontonados a la entrada. Pero no había otra opción: tocaba volver a empezar».
Con décadas de experiencia en el negocio, Enrique no dudó en ponerse manos a la obra. «Lo reconstruí todo yo mismo. En un mes ya estábamos abiertos. Había que dar servicio al barrio, la gente necesitaba un comercio de alimentación cerca».
Su determinación tuvo una respuesta inmediata en la clientela. «Llevo treinta o cuarenta años en este negocio y la gente confía en nosotros. Sabían que volveríamos. Nuestro producto es básico y económico, y eso da vida al barrio», explica Enrique.
Además, destaca la ayuda recibida por parte del Ayuntamiento y otros organismos: «Los militares, la policía y la administración hicieron lo que pudieron. También Mercadona y otras grandes superficies nos apoyaron, pero al final, lo que sostiene de verdad el barrio es el comercio de proximidad».
En cada comercio que reabre hay una historia de sacrificio y perseverancia
Más que negocios, un símbolo de recuperación
A medida que pasan los meses, la reconstrucción de Alfafar sigue su curso. Las imágenes de calles llenas de barro y locales cerrados empiezan a ser reemplazadas por una ciudad que recupera su dinamismo. «Es muy importante que cuanto antes volvamos todos a la normalidad, para poder pasar página», señala Laura Gracia.
La DANA dejó heridas profundas, pero también fortaleció el espíritu de comunidad. En cada comercio que reabre hay una historia de sacrificio y perseverancia, pero, sobre todo, de compromiso con Alfafar. Y es que el pequeño comercio no es solo una opción de compra, sino un motor de vida. Por eso, cada persiana que vuelve a levantarse no representa solo un negocio que renace, sino la demostración de que Alfafar sigue en pie, con más fuerza que nunca.
Una comunidad más fuerte
Hoy, Alfafar sigue en plena reconstrucción, pero con la certeza de que lo peor ha quedado atrás. «Es muy importante que cuanto antes volvamos todos a la normalidad, para poder pasar página», señala Laura. La DANA dejó cicatrices, pero también una comunidad más fuerte y consciente de la importancia de su comercio local.
No se trata solo de economía, sino de identidad, cercanía y un modelo de comercio que, frente a la adversidad, ha demostrado ser imprescindible.