Julián Marías decía que había que encontrar el equilibrio a la hora de progresar, que en ocasiones no se encontraba ese punto medio que convirtiera ese aparente progreso en degradación. Precisamente, con el objetivo inicial del progreso urbanístico, se han derribado edificios históricos en la ciudad de Alicante a propósito de la renovación estructural.
El caciquismo urbanístico que ha extirpado de nuestra historia sus señas de identidad es un tema recurrente en las conversaciones de los vecinos, unos diálogos marcados por un profundo anhelo hacia lo que podría ser Alicante si se hubiesen conservado sus construcciones históricas.
Uno de los principales motivos son la ruina y la especulación
Los motivos de las demoliciones
El principal motivo por el que se lleva a cabo esa destrucción de edificios es por ruina, aunque a lo largo de los años ese argumento viene movido como consecuencia de diferentes intereses fácticos. Sin embargo, a veces, esa ruina es real y la falta de mantenimiento hace inviable que se mantengan las construcciones.
Otro de los motivos que ha socavado el esqueleto arquitectónico de nuestra ciudad ha sido la especulación urbanística, que con la presión del suelo que se ha generado ha dejado caer lo viejo y construido nuevos edificios acordes a la época.
Uno de los problemas que permanecen históricamente en Alicante es la poca valoración del patrimonio histórico de la ciudad, que permanece impasible ante el pobre respeto que se le presta por parte de algunas de las instituciones. Conectado también con unas administraciones que en ocasiones no han fabricado planes de ordenación urbana con perspectiva y mirando a largo plazo que doten a la ciudad de una estructura homogénea y con sentido.
El principio de todo
Con la llegada de la inmigración del resto de España a finales del siglo XIX, la ciudad pasó de tener más de 80.000 vecinos a multiplicarse hasta 260.000, eso provocó la necesidad de construir más vivienda y presionó el suelo, y buscó la necesidad de derruir las construcciones aparentemente viejas con el fin de modernizar la ciudad sin dar cabida a lo que ya estaba.
La Nueva Aduaneta y la Comandancia de la Marina como paradigmas
Defender nuestros edificios históricos
En palabras de Alfredo Campello y autor del libro ‘Historia de Alicante en sus barrios’ (Editorial Universidad de Alicante), “en los 60 y 70 un edificio de finales del XIX o de principios del XX era considerado edificio viejo. Lo nuevo era moderno. Hoy lamentamos el derribo de aquellos edificios, pero justificamos el derribo de casas de los 50 y 60 por considerarlas viejas. No hemos cambiado en nada. Hay que dejar de lamentarse de lo derribado y defender lo que nos queda”.
Además, añade, “se está derribando un edificio de los 50 del arquitecto Juan Vidal en la calle Segura y la gente lo ve normal. No sé qué le veis de monumental. Este edificio tiene valor de conjunto ya que forma parte de un grupo de edificios del mismo estilo en esa calle”.
Resignándose a que “dentro de unos años nos lamentaremos. Hay que pensar en lo que nos queda”.
La Nueva Aduaneta como paradigma
El edificio situado en las inmediaciones del Portal de Elche ejerce desde hace años como modelo del derribamiento masivo de construcciones históricas en la ciudad de Alicante. Se trataba de una edificación que recibió ese nombre por un comercio que se encontraba en el bloque.
Así, la casa señorial que se construyó según las técnicas constructivas, en el Siglo XVIII, fue derruida en 1989 tras un periplo confuso en el que se intentó proteger el edificio e incluso el mismo Ayuntamiento se planteó su adquisición, pero, tras requerir su mantenimiento en 1984, se decidió finalmente su demolición.
Bilbao, Santiago de Compostela y Toledo referentes en mantenimiento de edificios históricos
Comandancia de La Marina: de icónico a molesto
Cuando en 1943 se construyó la comandancia de la Marina en Alicante, se convirtió en uno de los referentes arquitectónicos de la ciudad, su fachada decoraba las fotos privadas familiares de miles de alicantinos, se presumía de tal lustrosa joya y se convirtió en uno de los monumentos construidos de la ciudad.
De manera incomprensible para muchos, en 1994 la Autoridad Portuaria tomó la decisión de derribarlo con el fin de dotar al puerto de mayor amplitud, recordando a las decisiones urbanísticas de derribar las murallas para que las ciudades se expandieran.
Ciudades modernas que respetan el pasado
Existen diferentes municipios en nuestro país que sin renunciar a la modernidad han sabido encontrar el punto medio, dar con la tecla que ha conseguido respetar su urbanismo añejo dando cabida a las nuevas tendencias de vanguardia.
El caso más paradigmático es Bilbao, que ha pasado de ser una ciudad eminentemente industrial para convertirse en un referente urbanístico gracias a respetar sus raíces erigiendo a la vez nuevos enclaves que le han dotado de una personalidad moderna. El hecho de construir el museo Guggenheim no ha hecho que se olviden de mantener y de sacar potencialidad a su casco antiguo o dándole un nuevo aire a su famosa ría.
Santiago de Compostela es otro referente debido a que se ha sabido mantener el antiguo trazado medieval modernizando a la vez la urbe. Al igual que Toledo, que ha complementado a la perfección no sólo los tiempos y épocas sino las diferentes civilizaciones y costumbres que han pasado por el territorio, de ahí que sea conocida como la Ciudad de las tres Culturas.