Entrevista > J. Antonio Latorre Coves / Concejal de Turismo, Patrimonio Municipal y Desarrollo Económico de Almoradí
Muchos han oído hablar del terremoto de 1829 que asoló numerosas poblaciones de la comarca, un temblor de magnitud 6.6 en la escala de Richter que destruyó obligando a reconstruir completamente las ciudades de Torrevieja, Guardamar, Benejúzar, Rojales y Almoradí, siendo esta última la más perjudicada.
Precisamente allí, este verano se inauguró el Museo del Terremoto, una innovadora propuesta turística que permite al visitante conocer y sentir lo que aquel día ocurrió. J. Antonio Latorre nos cuenta los detalles del nuevo museo.
¿Cómo surge la idea de crear un museo aquí sobre el terremoto de 1829?
La idea nace del deseo de preservar la memoria de un acontecimiento que marcó para siempre a la Vega Baja. El terremoto de 1829 no solo destruyó pueblos enteros, sino que también dio origen a un proceso de reconstrucción ejemplar.
Queríamos que las nuevas generaciones conocieran esta historia y, al mismo tiempo, ofrecer un espacio innovador donde se pudiera sentir y comprender lo que vivieron nuestros antepasados.
Su ubicación es muy especial. ¿Dónde se ha construido el museo?
El museo se encuentra en el corazón de Almoradí, en una de las casas originales reconstruidas tras el terremoto y que recuperamos prácticamente intacta. Fue una excelente oportunidad para el Ayuntamiento.
Ubicar el museo en esta vivienda, ayuda a que el visitante conecte directamente con el pasado y con las vivencias de aquella época.
«El visitante recorre cada estancia del museo de manera autónoma»
Esta visita no se puede equiparar a lo que estamos acostumbrados al visitar cualquier museo, es una visita totalmente autónoma y sensorial, diferente ya desde el momento en el que adquieres la entrada. ¿Cómo funciona la reserva y acceso?
Las entradas se obtienen de forma sencilla haciendo su reserva en AlmoradiConecta y, desde el primer momento, el visitante sabe que se enfrenta a algo distinto.
Además, la experiencia está diseñada para que cada persona haga el recorrido de manera autónoma desde su llegada, sin necesidad de guías que lo acompañen.
Una vez que los visitantes acceden a la casa, la tecnología se encarga de dirigirles con proyecciones y explicaciones auditivas reviviendo aquel fatídico día. ¿Cuál es el objetivo que se persigue?
Nuestro objetivo es que el visitante no solo aprenda, sino que sienta. Queremos que comprendan lo que significó aquella catástrofe y valoren la enorme capacidad de resiliencia de las gentes de la Vega Baja.
La tecnología nos ha ayudado a recrear sonidos, imágenes y emociones para hacer ese viaje al pasado lo más real posible.
«Concebimos este proyecto como algo vivo que seguiremos cambiando y mejorando»
Allí el visitante puede experimentar, a pequeña escala, ruidos, temblores e incluso ver la destrucción como si hubiera estado presente en aquel momento. ¿Qué cuentan los visitantes de la experiencia?
La mayoría coinciden en que es una experiencia impactante y muy emotiva. Muchos se sorprenden por lo inmersivo del recorrido y otros destacan la capacidad del museo para transmitir respeto y empatía hacia quienes lo vivieron.
Estamos recibiendo comentarios muy positivos, tanto de vecinos como de visitantes de fuera.
Las habitaciones también contienen objetos y documentación recuperada de aquella época. El pueblo quedó totalmente destruido, pero ¿existe mucha información sobre el terremoto?
Sí, sorprendentemente existe una cantidad considerable de documentación, crónicas y objetos que han llegado hasta nosotros.
Todo ese material, junto con los relatos históricos de la reconstrucción, nos permiten dar al visitante una visión completa de lo sucedido y de cómo se levantó la comarca en tan poco tiempo gracias a la ayuda del obispo y del rey.
«Había un vacío en torno a la divulgación de esta parte de nuestra historia»
La reconstrucción del municipio fue sorprendentemente rápida…
Así es. En el museo se exponen documentos sobre el proyecto de reconstrucción que realizó el ingeniero José Agustín de Larramendi. Fue un diseño pionero en el mundo que contemplaba por primera vez arquitectura antisísmica. Calles anchas, plantas bajas y todas con patio por si sucedía un nuevo terremoto, así los vecinos podrían ponerse a salvo y las fachadas no provocarían víctimas.
Las primeras 89 viviendas reconstruidas se entregaron tan sólo un año después de la tragedia, en 1830, algo impensable hoy en día.
Desde su reciente apertura, ¿cómo están yendo las visitas?
Estamos muy satisfechos. La acogida ha sido extraordinaria, con un gran interés de colegios, asociaciones y gente de toda la comarca.
Se nota que había un vacío en torno a la divulgación de esta parte de nuestra historia, y que el museo está cubriendo esa necesidad.
«Iremos incorporando nuevos contenidos y propuestas que hagan la experiencia aún más completa y atractiva»
¿Se va a continuar mejorando?
El museo está abierto y plenamente operativo, pero concebimos este proyecto como algo vivo. Seguiremos incorporando mejoras, nuevos contenidos y propuestas que hagan la experiencia aún más completa y atractiva.
¿Quiere invitar a los lectores a vivir esta experiencia?
Por supuesto. Invitamos a todos a conocer el Museo del Terremoto de Almoradí. Es una oportunidad única para viajar en el tiempo, sentir lo que ocurrió en 1829 y, sobre todo, comprender la fuerza y la solidaridad con la que se reconstruyó esta tierra.
Les garantizo que es una experiencia que no se olvida.