Entrevista > Juan Carlos Caballero Montañés / Concejal de Prevención y Extinción de Incendios y Protección Civil
Tras un otoño marcado de nuevo por la amenaza de una dana, la ciudad de València ha puesto a prueba los protocolos y medidas implementadas a raíz de la catástrofe de 2024. La prevención, la formación ciudadana y la modernización de los servicios de emergencia se han convertido en los pilares de la estrategia municipal para construir una ciudad más segura y resiliente.
Hablamos con Juan Carlos Caballero (València, 7-septiembre-1989), concejal del Ayuntamiento de València, para hacer balance y conocer a fondo los planes de futuro en materia de emergencias.
¿Cuál es el balance de este último episodio de dana que puso a la ciudad en alerta roja a los pocos días de la llegada del otoño?
A diferencia del episodio anterior, en esta ocasión contamos con los avisos pertinentes de AEMET con la antelación necesaria, para poder anticiparnos y poner en marcha todos los mecanismos de recomendación a la población. Ha sido un ejercicio de responsabilidad muy importante por parte de la ciudadanía, que ha entendido que las alertas deben tomarse en serio.
Pese a que la tormenta azotó con fuerza, la gente cumplió las recomendaciones de evitar la movilidad y, afortunadamente, no hemos tenido que lamentar ningún daño personal. Estamos satisfechos con la respuesta general de la ciudad.
«El plan municipal anterior no establecía las pedanías de La Torre y Castellar-l’Oliveral como zonas inundables»
Esa anticipación de los avisos, ¿marcó la gran diferencia con la dana de octubre de 2024?
Desde luego que sí. En este temporal tuvimos las previsiones con más de veinticuatro horas de antelación, lo que nos dio tiempo suficiente para prepararnos y avisar. En la Dana del 29 de octubre de 2024 València despertó con una alerta amarilla de riesgo bajo, y en solo dos horas se elevó a roja, cuando los niños ya estaban en el colegio. Ese tiempo de preparación es fundamental en materia de emergencias.
La ciudadanía parece haber respondido con una gran responsabilidad. ¿Se ha notado un cambio en la cultura de la prevención?
Sí, y es fruto del trabajo realizado. Llevamos todo el verano con cursos de formación para fomentar esa cultura de la prevención. La gente ha comprendido que las alertas no se pueden pasar por alto y ha sabido cómo actuar. Se cerraron los servicios municipales, centros educativos, parques y jardines, y la población cumplió con las indicaciones de forma ejemplar.
Respecto a esa cultura de la prevención, ¿en qué consiste exactamente el plan ‘València Més Segura’?
Es un plan de formación con el que hemos recorrido todas las pedanías para explicar a los vecinos los riesgos que podemos correr y cómo actuar. Nos hemos dirigido a todos los rangos de edad, prestando especial atención a colectivos vulnerables como personas mayores, niños o personas con discapacidad, dándoles recomendaciones muy claras y directas.
Han hecho hincapié en la creación de un plan de autoprotección familiar. ¿Qué recomendaciones concretas se dan?
Animamos a las familias a que hagan su propio plan en casa y preparen un kit de emergencia. En él deben incluir documentación importante, dinero en efectivo, el móvil cargado con una batería externa, algo de alimento no perecedero, una manta y ropa seca. El objetivo es que, si la emergencia se produce, puedan responder rápidamente y poner a salvo sus vidas.
«Con València Mes Segura hemos recorrido todas las pedanías para explicar a los vecinos los riesgos que podemos correr y cómo actuar»
Vemos que la formación se adapta a cada colectivo, incluso con cuentos infantiles. ¿Cómo se consigue llegar a todos?
Es fundamental adaptar el lenguaje al receptor. No es lo mismo hablarle a un niño que a una persona mayor. Por ejemplo, junto a la Universitat de València, hemos creado cuentos infantiles con todo el contenido preventivo para que los escolares de primaria puedan entenderlo de forma mucho más fácil, didáctica y pedagógica.
Una de las primeras medidas fue actualizar el plan de riesgo de inundaciones. ¿Qué deficiencias se detectaron?
Efectivamente, el plan municipal anterior, aprobado durante el mandato del alcalde Joan Ribó, no establecía las pedanías de La Torre y Castellar-l’Oliveral como zonas inundables, a pesar de que los hechos demostraron que sí lo son. Para corregirlo, hemos licitado un estudio particularizado del riesgo en toda la ciudad, tanto de prevención como de predicción.
En La Torre se ha instalado una sirena de alerta sonora como proyecto piloto. ¿Cómo surge esta iniciativa?
Nace de un compromiso real de la alcaldesa, María José Catalá, de hacer de València una ciudad más segura. Tras la dana se convocó una comisión de estudio con científicos, expertos y servicios de emergencia. Una de sus recomendaciones fue contar con avisos sonoros, algo habitual en países como Japón o Estados Unidos, acostumbrados a episodios climáticos extremos.
Afortunadamente, no ha sido necesario utilizarla. ¿En qué situación exacta se activaría una alarma de este tipo?
Hay que ser muy rigurosos. La sirena se activaría únicamente cuando exista un riesgo real e inminente para las personas, no en una situación de preemergencia. En este último episodio, se lanzaron recomendaciones preventivas, pero gracias a Dios no llegó a producirse una inundación que hiciera necesario su uso. Estos recursos los tenemos para intentar no tener que utilizarlos.
«Se crearán nuevos pozos para extraer agua del subsuelo solo en caso de emergencia, y se adquirirán nuevos generadores eléctricos»
Considerando su potencial, ¿se planea extender este sistema de avisos a otras zonas de València?
Sí. Hemos empezado por La Torre por ser la zona más afectada por la dana de 2024. La idea, una vez realizadas las pruebas y un simulacro, es exportar el modelo e instalar más sirenas en otras zonas de riesgo, especialmente en las pedanías cercanas a barrancos, como el del Carraixet, y también en la fachada marítima de la ciudad.
Desde luego se han vivido múltiples emergencias en poco tiempo. ¿Qué lecciones se han extraído?
De todas las experiencias, como el incendio de Campanar, la dana o el apagón, hay que hacer un balance y aprender. El compromiso de la alcaldesa es preparar a la ciudad ante riesgos cada vez más frecuentes e intensos. Fruto de esas lecciones, se toman medidas para mejorar la respuesta y la prevención en todos los ámbitos.
Se ha creado un plan de infraestructuras críticas para garantizar el suministro de agua. ¿Qué motivó esta inversión?
Tanto en la dana como en el apagón, el suministro de agua se vio comprometido, bien por la turbidez o por la falta de energía. Para solucionarlo, la alcaldesa impulsó este plan de más de 120 millones de euros. Se crearán nuevos pozos para extraer agua del subsuelo solo en caso de emergencia y se adquirirán nuevos generadores eléctricos.
Dentro de ese plan, ¿qué otras infraestructuras, como las torres antiincendios de la Devesa, se verán beneficiadas?
El plan también nos permitirá ampliar la red de torres SIDEINFO que protegen la Devesa. Actualmente tenemos ocho y acabaremos el año con once. Para poder construir más y proteger mejor nuestra zona forestal, donde conviven residencias y naturaleza, necesitamos garantizar una red de captación de agua que no ponga en riesgo el suministro general.
«Llevamos todo el verano con cursos de formación para fomentar la cultura de la prevención»
Recientemente se ha reforzado la plantilla de bomberos. ¿Responde este aumento a las nuevas necesidades?
Los veinticinco nuevos bomberos corresponden a la oferta de empleo de 2024, pero ya hemos aprobado una nueva que incorporará hasta 154 plazas más para los servicios de emergencia (144 bomberos y 10 técnicos de emergencia sanitaria). Somos conscientes de que debemos dotar a nuestros equipos del personal y los recursos materiales que necesitan para enfrentarse a cualquier riesgo. Es un compromiso firme.
También se ha renovado la flota de vehículos. ¿Se adapta el cuerpo a los nuevos perfiles de riesgo?
Durante los últimos dos años hemos renovado la flota con diecinueve vehículos y hemos adquirido la escalera más alta de la historia del cuerpo, de 55 metros, para poder actuar en incendios en altura. La configuración de la ciudad cambia, y los servicios de emergencia deben adaptarse a nuevas realidades, como los incendios de vehículos eléctricos, que requieren técnicas específicas.
Sobre esos nuevos riesgos, ¿cómo se prepara a los equipos de emergencia y a la ciudadanía?
La formación y la actualización son constantes. Por eso son tan importantes los simulacros, que realizamos durante todo el año. Hemos hecho simulacros de incendios de vehículos eléctricos en aparcamientos, en centros comerciales e incluso, por primera vez, un simulacro de evacuación de una de las torres de viviendas de la Devesa, implicando a la ciudadanía.
Insiste mucho en la corresponsabilidad ciudadana. ¿De qué manera pueden los vecinos ayudar?
Los servicios de emergencia son el último recurso. El ciudadano tiene que ser corresponsable y evitar situaciones de riesgo. En zonas forestales, no se deben usar hornillos ni fumar. En caso de inundación, no se debe coger el coche. Pedimos a la gente que evite la movilidad en alerta roja y, como hemos visto, la gente cumplió. Esa colaboración es vital.