Entrevista > Ramón Soler / Empresario (Albaida, 3-abril-1960)
Ramón Soler empezó muy joven en el textil, segmento que conoce como pocos. Anteriormente se había formado en la Escuela de Ingeniería de Alcoy, paso previo a trabajar en una filatura en Sitges (Barcelona).
Regresó doce años después para fundar Aupa Hogar en 1993, en Albaida. “Me establecí, sin embargo, en Gandia, también por cuestiones familiares”, nos aclara.
Poseedor de destacados cargos, nos analizará las singularidades de La Safor, aspectos como la complicada formación. Diversas empresas, apunta, se han planteado incluso ceder locales para que los jóvenes se formen “mientras se construye un centro”.
Entre otros cargos, eres el presidente del Círculo de Economía de la Safor.
Al volver de Cataluña me trasladé a esta comarca costera, aunque la empresa seguía establecida en Albaida, a apenas media hora en coche. Fue a principios de siglo cuando asumí la presidencia.
«Cuando un empresario invierte quiere certezas, y junto a las administraciones debemos darle seguridades»
¿Cuáles son tus principales funciones?
Como en cualquier asociación empresarial, coordinar y detectar las necesidades de cada una de las compañías. Intentamos estar un poco por delante.
Desde ese mismo instante también soy el vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Empresarios de La Safor (FAES).
Precisamente, ¿qué significa el asociacionismo en la comarca?
La mayoría de las firmas tienen los mismos problemas, son comunes (laborales, de comunicación, formación…), sean del sector que sean.
¿Qué soluciones propones o intentas?
Lo más costoso, como insinuaba, es detectar el problema o el posible que pueda suceder, pues en muchas ocasiones lo hemos sabido localizar antes, no esperar a que explote.
Las federaciones o asociaciones debemos también ser un puente entre las administraciones y las empresas.
«Otro hándicap es la vivienda: ya hay problemas de contratación si los trabajadores vienen de fuera»
Te gusta decir que las situaciones se provocan.
Totalmente. Si hay un problema lo que debemos hacer es buscar la solución, sin quejarnos. Eso ya vendrá después. Debemos mirar quiénes son los interlocutores necesarios -y juntarlos-, saber qué debo hacer para que se arregle.
Muchas veces se trata de un problema de diálogo, falta comunicación. Si sientas a las personas en la mesa, con sentido común todo se soluciona; buscar el enfrentamiento no arregla nada.
¿Puedes ponernos más ejemplos?
Los problemas energéticos que tienen algunas de las últimas compañías en instalarse. Hemos tenido que hablar con infinidad de agentes para que estén tranquilos y puedan funcionar.
Sin duda, cuando un empresario quiere invertir necesita certezas y de un modo u otro debemos transmitir a las administraciones que damos seguridad (certeza), pues las inversiones son muy fuertes.
¿También la Formación Profesional?
Llevamos muchos años preocupándonos de ella, canalizándola para que la formación que se dé en la comarca sea la que las empresas necesitan. Eso nos cuesta muchísimo, conscientes que sin formación no podremos generar ocupación.
Otro asunto primordial es la vivienda. Estamos teniendo problemas de contratación porque, si son de fuera, les damos un hogar o no vendrán. Hablo de una vivienda por supuesto digna: no debemos poner calificativos a una cosa que lo debe ser. ¿Qué está pasando en el incremento del suelo?, por ejemplo.
«En La Safor el turismo es fundamental, por supuesto, pero la comarca sigue funcionado el resto del año»
Los jóvenes son el futuro.
A ellos debemos darles expectativas de futuro y también facilidades, porque sin ellas no tendrán espíritu de sacrificio. Si una persona que cobra 1.500 euros le anuncias que la mitad la tiene que destinar a la vivienda, su primera pregunta es ¿de qué vivo?
Los precios suben porque todo lo demás lo hace; es como una rueda, si desinflas por un lado busca aire por el otro. Si aumenta el coste de la materia prima, ¿quién la va a asumir? El consumidor, está claro.
Recordemos que el modelo de empresas que albergamos en La Safor es pequeña y mediana -como en casi toda Europa-, en el que los márgenes de beneficios son muy reducidos. Eso hace que cualquier efecto que tengas en el proceso de producción te afecte en el precio de la venta.
¿Cómo de singular es la comarca de La Safor?
Es singular por las personas que aquí vivimos los 365 días del año. Contamos con una parte importantísima de industria, comercio, distribución y servicios, el que brindamos a las comarcas limítrofes.
El turismo es fundamental, por supuesto, pero la comarca sigue funcionando el resto del año.
¿Podemos ser optimistas?
Lo somos por sistema. Si no, no estaríamos haciendo nuestro trabajo, porque cada día nos topamos con baches. La Safor tiene un futuro muy importante, con déficit que entre todos debemos solucionar, como es el caso de las infraestructuras.
Muchas veces digo que La Safor y La Marina forman el Triángulo de las Bermudas, porque todo pasa alrededor, no en ellas. Necesitamos conexiones en la autopista, mejoras en los trenes… Además, un problema que pronto nos llegará es el hídrico, afectado por el evidente cambio climático.