Nadie o casi nadie pasa por Petrés. Esto es así porque realmente hay suficientes carreteras principales más allá de este pueblo cercano a Gilet y Sagunto que hace que un valenciano lo conozca solo por los carteles previos a enfilar la vía Mudéjar en dirección a Teruel y Zaragoza. Petrés te permite, sin embargo, enlazar por carreteritas de interior con otros pueblos de la Sierra Calderona.
No sólo eso, Petrés goza de una ruta de pozos poco conocida y de lo más interesante. Desde Petrés se contempla el valle extenso desde donde se vislumbra claramente pueblos como Gilet o Albalat. Además, un paseo por sus calles también permite ver a lo lejos la línea de la costa y el imponente castillo de Sagunto en lo alto.
Caballos
Petrés es un pueblo pequeño y muy tranquilo que se enmarca en la corona metropolitana de València. No es nada de extrañar que por sus caminos viejos, sobre todo el de Morvedre, se pueda contemplar el ir y venir de jinetes y amazonas que salen y se adentran en el pueblo, a paso de trote suave, sobre sus monturas.
Uno respira cierta ruralidad que no se ha perdido. Pese a que en la plaza de la Iglesia luce un llamativo reloj que da las horas, tampoco sorprende percibir, en lo alto de algunas de las fachadas del pueblo, vestigios como antiguos reloj solares.
Vecinos y turistas disfrutan de antiguos relojes solares en lo alto de algunas casas del pueblo
‘L’Aljub del castell’
‘L’Aljub del castell’ se encuentra en las afueras de Petrés, siguiendo el recorrido de la acequia mayor de Sagunto en su ramal de Ponera o Palmosa. Su construcción se llevó a cabo a mediados de siglo XIX en un momento en el que el municipio creció y necesitaba abastecer de agua a los lugareños. Ahora mismo se encuentra enrejado y con matojos y hojarasca a su alrededor.
Por otro lado una larga serie de molinos pueden localizarse a lo largo del municipio. Así, el Malany y el Moret, ambos molinos del siglo XVIII, o también el Molino de Peris, el Molino de Costa y el Molino de Ramón, todos ellos bebiendo de la acequia mayor de Sagunto. Un auténtica delicia para el turista descubrir esta ruta de antiguos molinos.
Beben de la acequia de Sagunto el Molino de Peris, el Molino de Costa y el Molino de Ramón
Su castillo
En una de las salidas de Petrés hacia el este se percibe los restos de una fortaleza. El visitante piensa primero en un castillo por las características de lo que todavía queda en pie, pero pronto descubre que se trataba de una vivienda. Ni más ni menos que un palacio: el Palacio del señor de Petrés.
También conocido como el castillo, se ubica sobre un montículo desde el cual la vista resulta espléndida en dirección a Sagunto. Fue la residencia de verano de los señores de la población. El aspecto de fortaleza responde a que hasta 1609 la población fue musulmana y desde 1525 morisca, por lo que los señores de Petrés le dieron ese carácter defensivo.
Con su destrucción se ha conservado los muros de carga perimetrales originarios, las caballerizas en la parte inferior, restos de una escalera gótica de estilo catalán (gótico mediterráneo) y la terraza almenada desde donde el señor dominaba todo el término irrigable.
A lo largo de sus fachadas pueden leerse versos del poeta valenciano Vicente Estellés
Otra época
Pero esto fue otra época. Ahora el castillo se encuentra en lento proceso de mejora para disfrute de sus vecinos y turistas. No es el único vestigio del pasado. Algunas postales colocadas sobre las calles de la localidad recuerdan que un poco más abajo del palacio hubo un lavadero por donde hoy pasa una de las carreteras que cruzan el pueblo.
Alrededor de esta misma carretera que pasa junto al palacete se apilan las vallas metálicas que se utilizan para el perimetrado de las reses en las fiestas locales. No es para menos. Este municipio se encuentra en la órbita de los pueblos de l’Horta Nord que tanto gustan de celebrar fiesta de ‘bous’ (toros), como también testimonia la protección metálica o de madera que vecinos colocan en la entrada de sus viviendas.
Cambio cromático
El visitante queda sorprendido por el cambio de tonalidades que se encuentra una vez se adentra en el corazón del menudo Petrés. Si las fachadas y calles del exterior mantienen una estética similar a la de cualquier pueblo vecino, en su interior todo se torna blanco. Al más puro estilo ibicenco o municipios litorales del norte de Alicante.
Como se ha vuelto costumbre en algunos pueblos de la Comunitat, se ha decidido reflejar versos del poeta Vicente Estellés para que los paseantes se aproximen a la lírica valenciana de tiempos pasados. Así se pueden leer versos como “Allò que val és la conciencia de no ser res si no s’es poble”.


















