Entrevista> Gema Terrades / Jueza internacional en gimnasia masculina y femenina (Daimús, 21-noviembre-1975)
La saforense Gema Terrades lleva vinculada al mundo de la gimnasia desde los catorce años. Entrenadora y deportista, en octubre consiguió algo que muy poca gente en el mundo logra: convertirse en jueza de élite internacional en competiciones masculinas y femeninas.
Solo otras cuatro personas en el planeta han superado ambos exámenes y ninguna de ellas es española. La atleta explica cómo lo hizo y en qué consistió su camino.
Antes de obtener los dos títulos eras jueza nacional femenina, pero también internacional masculina, ¿qué te llevó a formarte antes en esta categoría?
Me fijé en que en la modalidad de hombres no había juezas y cuando pregunté el motivo me dijeron que era porque ninguna quería, así que respondí: “pues yo sí quiero”. Fui una de las primeras mujeres en España y en el mundo en conseguirlo.
También eres la única persona del país que puntúa en ambas disciplinas a nivel internacional, ¿cuándo se te ocurrió intentarlo?
Cada ciclo olímpico hay que volver a examinarse porque cambian las reglas del juego. En abril viajé hasta Rumanía para renovar mi título masculino y cuando supe que el examen femenino internacional era este octubre, decidí intentarlo. Todo el mundo me dijo que era una locura hacerlo todo el mismo año, ¡pero aprobé!
¿Cómo son esos exámenes?
Muy exigentes. La gimnasia masculina y la femenina se parecen en el nombre, pero las reglas no tienen nada que ver. En chicos hay seis aparatos mientras que las chicas solo coinciden en el suelo y el salto, donde, aun así, las normas son distintas. Además, ellos solo tienen acrobacias y ellas lo hacen todo con música.
«Ambas disciplinas se parecen en el nombre, pero no tienen nada que ver»
¿Podrías explicar en qué consisten?
Las pruebas duran cuatro horas y no son escritas, sino prácticas. Te ponen vídeos de ejercicios reales y, tras cada uno, tienes noventa segundos para valorar dificultad y ejecución utilizando simbología técnica. No puedes volver atrás. Es muy similar a un campeonato real y genera muchísima presión.
En tu opinión, ¿qué es lo más duro?
A veces, durante la prueba, mi cabeza mezclaba ambos sistemas: me salía una valoración de chicos cuando estaba puntuando chicas, o al revés. Separar los dos códigos ha sido lo más complicado.
¿Por qué crees que hay tan pocas personas que han logrado los dos títulos?
No es solo cuestión de estudiar, sino de soportar el nivel de exigencia y la rapidez mental que requiere. No puedes dudar porque hay que tomar decisiones instantáneas. Además, un mismo elemento puede tener un valor diferente según la categoría.
¿Qué significa para ti haber alcanzado algo tan poco común?
Un reto cumplido que ni siquiera me había planteado al empezar el año. Para empezar implica que conseguí acceder al examen, porque no dejan que cualquier persona lo haga, hay un sistema de puntos. Cuando se me presentó la posibilidad no lo dudé y ahora estoy muy orgullosa.
«Cuando se me presentó la posibilidad no lo dudé y ahora estoy muy orgullosa»
Cuéntame, ¿cuáles son las cualidades que debe tener una jueza de gimnasia?
Mucha seguridad y capacidad de decisión. Este deporte no se mide con cronómetros, sino con la mirada humana, cosa que lo hace subjetivo. Tienes que ser justo, dominar las normas y tener carácter, porque siempre hay reclamaciones. Ser jueza significa tener que justificar cada nota con argumentos técnicos y mantener la calma bajo presión.
¿Algún consejo para las personas que quieran seguir tus pasos?
Que lo intenten porque no pierden nada. Es verdad que hay que soportar estrés y responsabilidad, pero si te gusta la justicia y la precisión, esto es apasionante. Como jueza aprendes muchísimo: entiendes las reglas a fondo y eso te ayuda también a crecer como entrenadora.
¿Cómo aplicas ese conocimiento cuando trabajas como entrenadora?
Ahora sé cómo montar un ejercicio, dónde colocar las dificultades para que sumen más, cómo adaptar la rutina a cada cuerpo y personalidad, etc. Saber los códigos te permite sacar lo mejor de cada gimnasta.
Has comentado que es obligatorio renovar los títulos cada ciclo olímpico, ¿qué te parece esto?
Estoy totalmente de acuerdo. Los deportes evolucionan. Lo que hacía Nadia Comăneci en su época no tiene nada que ver con lo que hace Simone Biles ahora. Cada cuatro años cambian las normas para reflejar hasta dónde puede llegar el cuerpo humano. Eso obliga a una formación continua, igual que en la vida.
«Puntuar me permite ser mejor entrenadora»
¿Tienes algún proyecto a corto plazo?
Disfrutar de este ciclo olímpico puntuando. Me gustaría asistir al mayor número de campeonatos internacionales posible, compaginándolo con mi trabajo y mis entrenamientos. Ahora mi reto es aprender a gestionar los dos códigos a la vez, repasarlos antes de cada competición y seguir mejorando.
Debe ser complicado combinarlo con tu vida laboral y el club.
Sí, pero intento organizarlo. Normalmente los campeonatos son en fin de semana. He tenido la suerte de viajar mucho: hace dos años estuve en la ‘Berlin Cup’, una competición europea donde era responsable del aparato de salto masculino. Fue increíble trabajar con jueces de varios países y en inglés. Aprendes muchísimo de otras culturas y formas de entender la gimnasia.
Lo que más te gusta de este deporte es…
Que todos los días aprendo algo nuevo. Enseñar gimnasia es un reto constante porque cada niño tiene un cuerpo, una mente y unas barreras diferentes. Hay aspectos mentales, como la seguridad, el miedo o la confianza, que pesan mucho. Ver cómo cada gimnasta supera sus límites es lo que más me motiva.




















