Entrevista > Catalina González Vilar / Escritora (Alicante, 1976)
Hemos crecido con ellos, con los tebeos, que después se llamaron comics y ahora se hacen llamar novelas gráficas.
De la patria de la infancia y de la adaptación de la obra de ‘Caperucita en Manhattan’ de Carmen Martín Gaite, por Helena Bonastre y Catalina González Vilar, hablamos con la segunda, alicantina de cuna, sobre su trayectoria y sobre el hito de celebrar el centenario de una autora legendaria con este encargo de la editorial Siruela.
¿Cómo empieza en el mundo de la novela gráfica?
Llevo muchos años escribiendo y muchas de las que he hecho han sido álbumes ilustrados. Allí hay un rodaje, unos factores de cómo se complementa el texto con la ilustración. A raíz de un trabajo que hice con Toni Garnés con unos textos ilustrados, trabajamos muy a gusto y él me propuso hacer algo por nuestra cuenta. La novela le daba poco margen para el dibujo, y a mí un álbum para el texto, y nos adentramos en el cómic.
¿Álbumes ilustrados?
Suelen ser para niños, pero también hay para mayores. Hay imágenes, pero te cuentan una historia, debe haber un diálogo entre imagen y texto.
Cada día nos cuesta más leer, a veces necesitamos imágenes de referencia, ¿es el futuro la novela gráfica? La primera edición de ‘La Divina Comedia’ de Dante tiene pinturas de Botticelli.
Siempre han convivido, pero cada vez se cuida más el tema de la ilustración para los adolescentes, porque lo hace más atractivo. La portada es muy determinante, de hecho, muchas veces se compra un libro por la presentación. Intentamos que la lectura entre a través de las imágenes, pero es bonito que el texto tenga vida propia. Si que es cierto que vivimos en un mundo audiovisual.
Su imaginación irá unida a las imágenes, ¿no?
Claro, esa imaginación me viene de leer novelas, cómics, álbumes… Se va desarrollando cuando uno se deja llevar por la imaginación, aunque todos tenemos ese poder de imaginar. A veces no imaginamos, y hay que dejar espacio al pensamiento que florece y crece. Hay que ejercitarla. Es una actitud ante las cosas.
«Toda imaginación hay que ejercitarla con el tiempo»
El hábito lector muchas veces nace de la lectura de cómics.
Sí, las lecturas de cuando era pequeña que recuerdo eran cómics, Los pitufos, El pato Donald… Los padres que se preocupan de que sus hijos sólo leen cómics, que no se preocupen, están empezando a leer, pero tienen que dar el paso a indagar en otras cosas.
¿Cómo surge hacer de la novela ‘Caperucita en Manhattan’ una novela gráfica?
Por el centenario de Carmen Martín Gaite y por su fundación, que la llevan familiares y amigos. Pensaron que sería un homenaje bonito y que se abría la puerta de acercar la obra a generaciones más jóvenes. Era una forma de volver a hablar de esta novela.
Arturo Pérez Reverte dijo en una ocasión que su escritura había evolucionado con el paso de las novelas, que no se escribía igual hace veinte años que ahora, ¿está de acuerdo? ¿A día de hoy costaría entender ciertas cosas de su obra original?
Son dos ideas diferentes. Que la escritura de un autor evolucione, muchas veces no quiere decir que esa evolución sea a mejor, a veces pasa que las siguientes son peores que la primera. Otra cosa es cómo la obra ha podido perdurar a través del tiempo, es lo mismo que cuando decimos que una película ha envejecido bien o mal. Creo que, en el caso de la obra de Martín Gaite, ha envejecido bien.
Ella habla de la búsqueda de la libertad, narra a una niña andando sola por Nueva York, buscaba ser provocativa.
«Los modelos de mujer que trata Gaite en su obra siguen conviviendo»
Ahora dicen que hay más inseguridad…
El espacio público se ha vuelto más peligroso. Conocemos historias terroríficas y se ha generado una sensación de inseguridad.
¿La libertad de ahora es distinta a la que conocía Martín Gaite?
Esta novela nos muestra diferentes tipos de libertad respecto a las mujeres. Sarah Allen está entre su madre, que lleva un modelo de ama de casa llena de miedos, de un mundo pequeño, reducido, que sólo quiere lo que ya conoce. Después tiene el referente de su abuela, que es todo lo contrario, que habla de la libertad y de vivir la vida y disfrutarla.
¿Existe todavía esa separación entre dos formas de ver la vida?
Ahora hay muchas más mujeres como la abuela, pero siguen existiendo esos dos modelos. El mundo ha cambiado, pero permanecen esas posturas. El personaje de Miss Lunatic trata de vivir las cosas de forma reflexiva.
«Esta novela nos muestra diferentes tipos de libertad respecto a las mujeres»
¿Nos hemos olvidado del espíritu de Miss Lunatic? ¿Vivimos la vida sin reflexionar?
Ella es muy impulsiva también, no reflexiona, lo que pasa que denuncia que la gente ha puesto su corazón en el dinero. Habla de escuchar a los demás, de respetar los pensamientos distintos. Si Gaite escribiera la novela ahora, hablaría de las redes sociales como en su momento habló de la televisión, que la usamos también para desconectar de la realidad.
Es curioso cómo hemos buscado siempre un placebo en el que estar aislados…
Sí, Miss Lunatic es una gran defensora de estar con las personas, de estar con la gente, de no evadirse, de conectar.
¿Cómo ha sido el trabajo de adaptar la novela de Gaite a una novela gráfica? ¿Le ha supuesto una presión añadida por lo que representa la autora?
Sabíamos que era importante para la editorial, para la Fundación Martín Gaite, para los lectores… Pero es muy bonita la novela y da mucho juego. Nos lanzamos a ella con confianza.





















