Entrevista > Mónica Llinares / Profesora de yoga (Alcoy, 12-julio-1970)
En el camino de Mónica Llinares se cruzó el yoga hace muchos años -más de veinte- igual cómo lo hace con muchos otros. “Trabajaba como periodista, en una redacción, y quise apuntarme a un gimnasio, huyendo de tanto estrés y demasiadas horas sentada”, reconoce.
Allí descubrió esta disciplina milenaria, procedente de India, y se enamoró, “de inmediato comprobé que el yoga iba mucho conmigo, pues movía todo el cuerpo, pero asentaba la mente y me permitía bajar revoluciones”. Todavía recuerda su primer profesor, Joan Carles Miró.
Desde 2019 imparte clases en la Sala Makalu de Alcoy, nombre que hace referencia a la quinta montaña más alta del planeta, situada en el Himalaya. “La abrió mi amiga Ana Micó, una persona clave en mi trayectoria del yoga, cogiendo yo el relevo. Ella es una enamorada de la montaña y la escalada, de ahí el nombre con el que bautizó al espacio”, indica.
¿Qué te atrapó realmente del yoga?
El yoga es una disciplina completa, tanto a nivel físico como mental. Me daba la posibilidad de mover el cuerpo y al mismo tiempo me permitía parar. En esta sociedad de las prisas y la productividad, es un regalo.
Era ese rato para mí, en el que me escuchaba (desconectaba), como ahora oigo decir a mis alumnos. Sin duda, la práctica del yoga encajaba conmigo, con mi forma de ser.
¿Cómo evolucionó esta pasión?
Cada vez me interesaba más, empecé a leer… Descubrí entonces una plataforma en la que impartían clases online y mostraban temas relacionados con el mundo del yoga. Quise aprender y fue como si la vida me fuera poniendo delante las personas y situaciones exactas para que llegara allí.
Di primeramente clase de yoga infantil, en un centro de la localidad y el colegio de mis hijos. Comprendí al instante que me gustaba mucho más, que quería brindar mis conocimientos también a adultos, y seguí formándome, de la mano de Ulises Moraga, en Buddhi Yoga.
«Pensamos primero en las posturas, pero su origen está más vinculado a la meditación»
¿Cuánta parte del yoga es física y cuánta espiritual?
En el contacto inicial con el yoga todos buscamos una cosa: unos la parte física, otros la relajación para eliminar estrés. Una clase completa lo contempla todo, podemos decir que el yoga es integral.
Cuando hablamos de yoga lo primero que nos viene a la cabeza son las posturas clásicas -las denominadas asanas-, el aspecto físico, pero en sus orígenes estaba mucho más vinculado a la meditación.
Las asanas son una parte más de ese camino hacia la realización interior que nos proponen los textos clásicos, y que, entre otros, incluyen también prananyamas (control de la respiración y con ella de la energía vital), incluso aspectos éticos y de disciplina personal (Yamas y Niyamas).
¿Todos deberíamos practicarlo?
Si la gente practicara yoga quizás serían mejores personas, pues te transforma. Un maestro de India decía que el yoga no consiste en tocarte los pies, sino todo lo que aprendes en ese camino hacia ellos.
Muchos comentan la importancia de la flexibilidad, cuando es lo de menos. Si no alcanzamos una postura tenemos versiones de esta que se adaptan a la persona y al momento y podemos usar bloques, sillas, cinturones, cojines… Esa flexibilidad se va ganando y si no la logramos, no pasa nada.
«Paras para escucharte, respirar, alejándote del ruido mental, estando sobre todo en ti»
¿Tanto te transforma?
Muchísimo, y cuando lo hace por dentro te coloca en una posición diferente delante el mundo y la vida. Esa circunstancia la he notado en mí misma, infinidad de veces.
¿Y es conveniente hacer yoga cada día?
El yoga va más allá de la práctica de un día o dos a la semana, es un estilo de vida. Cuando paras a escucharte, respirar, te alejas del ruido mental, y te permites adentrarte en ti, sabes identificar lo que necesitas y lo que no. Y eso va transformando tu vida, tu alimentación, tu descanso, la manera en cómo afrontas una decisión, una discusión…
Yo misma me considero una eterna aprendiz, porque el yoga te abre y te acerca a otras muchas disciplinas como la filosofía, la anatomía o la nutrición. En este momento me interesan mucho los avances y estudios sobre el yoga en la neurociencia.
«Esta disciplina la puede practicar todo el mundo, el yoga se adapta a cada persona»
¿Cómo son tus clases?
Tienen una duración de unos 75 minutos. Junto a mi compañera y profesora en Makalu, Merce Miguel, practicamos el Hatha Yoga. Podemos decir que sería el yoga clásico, que combina posturas físicas que buscan la alineación del cuerpo, con la respiración, relajación y meditación.
Otros tipos de yoga son el Vinyasa, más dinámico y fluido; el Yin (pausado y profundo), y el Ashtanga, secuencias fijas, sin duda el más exigente a nivel físico, para mí.
Convence a los dubitativos.
Es básico encontrar tu sitio, estar a gusto con los compañeros y probar.





















