Evitemos el agobiarnos con esos 207 escalones que, sin piedad y sin descanso, suben en opresiva espiral por el interior del Miguelete o Micalet (1429). Al menos, no hay que hacerse los 50,85 metros de altura desde la base de la torre hasta la veleta, 63 si tenemos en cuenta que la plaza desde la que llegamos está más baja que la base original.
Concretamente, hay unos cincuenta metros desde que iniciamos el ascenso al campanario (homónimo de su campana mayor, de 1539), en la catedral de València, La Seu, hasta el mirador público. Tras recuperar el resuello, nos topamos con una vista de impresión que merece y mucho la pena: nos encontramos en el primer rascacielos de València, aún hoy de buena talla.
Arañando el firmamento
Bueno, realmente el concepto de rascacielos atiende a edificios de viviendas o comerciales, o ambos usos a la vez. Esto dejaría fuera a construcciones (‘buildings’) como la francesa Torre Eiffel (1889), inicialmente de trescientos metros (330 con la antena de radio digital de 2022). O incluso los 55 metros de la coruñesa Torre de Hércules (siglos I y II) y hasta nuestro Micalet.
Pero seamos generosos y apliquémosle de momento este calificativo procedente de la palabra inglesa ‘skyscraper’ (de ‘sky’, cielo, y ‘scrape’, arañar o, precisamente, rascar). El primero se construyó en Estados Unidos, en 1885, no en Nueva York, sino la entonces en auge Chicago: el Home Insurance Building, levantado para una aseguradora, con 42,1 metros que se transformaron en 55 con la adición, en 1890, de dos pisos a los diez existentes.
El concepto de rascacielos atiende a edificios de viviendas o comerciales
Ecos de Chicago
Vale, esto nos lo situaba casi a la par que el Micalet, pero este aún está, mientras que el Home Insurance, con su alma de acero, fue demolido en 1931: por quedarse pequeño ante los siguientes rascacielos que se erigieron en la misma ciudad y Nueva York, y porque su estructura, aún experimental, hacía presagiar futuros males. Bueno, y porque el solar era muy caro.
¿Y en València? ¿En todo este ‘skyline’ (literalmente, línea del cielo; traduciendo interpretativamente, panorama urbano) del que podemos disfrutar desde el mirador del campanario? Por aquí no tardamos mucho en inspirarnos en los proyectos y realidades de la llamada Escuela de Chicago. O en su versión española: el edificio Telefónica de Madrid (1931), con casi noventa metros de altura.
Se quiso levantar uno basado en el Edificio Telefónica de Madrid
Planos cambiados
¿Qué mejor inspiración que aquella obra que provocaba expresiones castizas al ver su altura? Obra del madrileño Ignacio de Cárdenas (1898-1979), sus hechuras inspirarían sobremanera un primer bosquejo que finalmente iba a achicarse, aunque convirtiéndose en el primer rascacielos del ‘cap i casal’, la Finca de Hierro (edificio Galcerán, pero su armadura de hierro, con fotos de albañiles sobre ella, le proporcionaron mote luego oficializado).
Creación de Vicente Figuerola Benavent y Vicente Aliena Goiti, cuya importancia parece haber borrado incluso las respectivas biografías, sus 85 metros de altura albergan aún viviendas, oficinas y comercios ubicados casi a las puertas de la Ciutat Vella, en las cercanías de clásicos como la iglesia de larga gestación (del XIII al XX) de Santa Catalina y San Agustín, la estación del Norte o el coso taurino.
Queda fagocitada la Finca de Hierro por los otros edificios circundantes
Trueque de hoteles
Ahora trasladamos la vista al otro lado del antiguo cauce. Al cabo, la Finca de Hierro queda hoy fagocitada por la altura de los edificios del derredor. Más evidentes resultan el primero y el tercero, allá por donde el Nou Mestalla. El primero, la Torre Hilton, 117 metros de altura que abrían puertas el 1 de mayo de 2007, diseñada por Hadit Arquitectos, de Bétera (Camp de Túria).
Originalmente, aquí se ubicó un hotel de la cadena estadounidense Hilton, fundada en 1919. Vericuetos surtidos pusieron en peligro la continuidad del uso como hospedaje de lujo de la construcción. Finalmente, el grupo inversor creado por Boutros El Khoury (1907-1984), jeque libanés, se hizo con la propiedad, alquilándosela en 2011 a Sol Meliá (hoy, de hecho, es el Meliá Valencia). No iba a pasar mucho sin ganar compañera.
Elaboración colectiva
Se iba a quedar en 114 metros residenciales, la Torre Ikon, creada por el estudio de arquitectura de Ricardo Bofill (1939-2022). Se preveía gemela de la Hilton (bautizada Columbia 30), pero cambió mucho desde que se dio la primera chispa del proyecto, en 2004 (la otra construcción se iniciaba en 2002), hasta concretarse en 2023. Puro uso habitacional de lujo, como el segundo ejemplo.
Afinemos la vista, porque nos acercamos al puerto. En plena plaza de Europa, la Torre de Francia, frente a la galáctica Ciudad de las Artes y las Ciencias. 115 metros levantados, con el concurso de varios estudios de arquitectura, entre 2000 y 2002, residenciales, como ya se ha dicho. Y con un detalle a retener: todas, todas, desde la Finca a las Torres, tienen ascensor. Aquí toca bajar: 207 escalones de nada.




















