Alicante no podría entenderse sin su puerto marítimo. Desde los mismos orígenes de la ciudad ha funcionado como todo un centro neurálgico para la pesca, la carga o descarga de mercancías, y el transporte de pasajeros. En varias ocasiones incluso se ha visto convertido en el escenario de tremendas batallas navales.
Justo este diciembre se cumplen 125 años de uno de los momentos más importantes en la historia del puerto alicantino. Ocasión perfecta para recordar el pasado de estos muelles que durante tantos siglos han sido testigos directos de nuestras venturas y desventuras.
El origen
Ya en la época íbera y romana de Lucentum hay constancia de la existencia de un pequeño puerto en la zona de la Albufereta. También se cree que en el periodo islámico existía un embarcadero por la zona de Benalúa-San Gabriel.
Hasta que en el siglo XIII el infante castellano Alfonso (futuro rey Alfonso X el Sabio), tras conquistar la ciudad a los musulmanes, ordenó que se construyera un nuevo muelle de unos 200 pasos de longitud partiendo de la Puerta del Mar.
Además, la Corona de Castilla concedió una prerrogativa especial para que todas las expediciones marítimas de larga distancia se realizaran obligatoriamente partiendo desde los puertos de Alicante o Cartagena. Gracias a esto, nuestro muelle rápidamente experimentó un gran apogeo.
Alfonso X ‘el Sabio’ ordenó construir el muelle original del Puerto
Esplendor y batallas
Tiempo después el Imperio Español se convierte en la primera potencia del mundo, y el Puerto de Alicante es un punto clave para las exportaciones e importaciones. El hecho de albergar un gran castillo como el de Santa Bárbara tan cerca le otorgaba una gran protección militar muy valorada por los comerciantes. Llegó un punto en que casi toda la actividad económica de la ciudad giraba en torno a los muelles.
Aún con todo hubo que padecer diversos ataques e intentos de conquista. En 1691 la armada francesa estuvo bombardeando el Puerto y la ciudad durante una interminable semana. Los fallecidos y daños materiales fueron terribles… pero Alicante resistió y no cayó conquistada por Francia.
También durante la Guerra de Sucesión varias flotas borbónicas y austracistas nos hicieron sendas ‘visitas’. Al siglo siguiente fueron los cantonalistas cartageneros quienes llegaron con sus barcos para bombardear la ciudad.
Ha sido testigo de numerosas batallas navales
Una junta para el Puerto
Todas estas batallas, más el propio deterioro provocado por el paso del tiempo, evidentemente causaron mella en el Puerto. Al tiempo la ciudad seguía creciendo en población, y por tanto la actividad portuaria era cada vez mayor. Así que continuamente fue necesario realizar obras para rehabilitar o incluso agrandar el muelle.
Sin embargo, estas actuaciones solían sufrir muchos retrasos por falta de organización y financiación. En 1803 el alcalde Juan Senmanat, desesperado por la lentitud, ordenó constituir por primera vez una Junta de Obras del Puerto. Este organismo municipal fue concebido solo de carácter provisional, hasta que por fin se terminó la reforma.
Como prácticamente todos los ayuntamientos costeros sufrían problemas similares, a finales del siglo XIX el Gobierno de España decidió asumir la gestión directa de los principales puertos marítimos del país. Entre ellos, el de Alicante.
Aún así el Ayuntamiento, para no perder el control total sobre el muelle, solicitó al Ministerio de Fomento que fuera gestionado por un organismo con presencia de ambas instituciones políticas. Así se constituyó el 13 de diciembre de 1900, ahora sí de forma permanente, la nueva Junta de Obras del Puerto.
A principios del siglo XX circulaba un tren hasta el muelle para transportar las mercancías
El tren portuario
En 1911 dicho organismo asumió también la gestión de la fachada marítima de Alicante, es decir de los terrenos ubicados frente la Explanada y el Postiguet. Aquí se habilitaron viales ferroviarios para conectar el Puerto con las estaciones de la Marina (donde partía el Trenet hacia Denia) y de Benalúa (actualmente la Casa del Mediterráneo). Esto facilitó enormemente el transporte de las mercancías que descargaban los barcos. También en esta zona se construyó una nueva Lonja de Pescado, todavía existente.
Llegó un momento en que el viejo muelle estaba tan sobrecargado de mercancías y pasajeros, que ya se hizo necesario construir uno nuevo más hacia poniente. Las obras comenzaron… pero llegó la Guerra Civil.
Durante aquellos intensos años bélicos nuestro puerto sufrió constantes bombardeos por parte de la aviación sublevaba, buscando sobre todo hundir aquellos barcos que traían suministros al bando republicano.
Nuevos muelles y ampliaciones
Recobrada la paz, se retomó la construcción del nuevo muelle que por fin culminó en 1953. Esto permitió que la industria portuaria poco a poco fuera desplazándose hacia el otro extremo del Puerto, sobre todo cuando el Muelle de Levante -más cercano a la playa- empezó a concebirse como una zona de ocio a raíz de la llegada del boom turístico. Por ello en 1967 fue suprimido el tren que circulaba junto a la Explanada y el Postiguet. Poco después, se construyó el hotel Meliá.
Tras la constitución del estado autonómico en la Transición, entró también la Generalitat Valenciana en la Junta de Obras del Puerto -hoy en día llamada ‘Autoridad Portuaria’. Dicha administración es la encargada de nombrar a su presidente.
Ya en los años noventa se acometió una nueva ampliación del Puerto generando nuevos muelles industriales en la zona sur frente Benalúa y San Gabriel. De esta forma el Muelle de Poniente también quedó bastante liberado, y aquí se construyó el centro comercial Panoramis.
En definitiva, nuestro puerto ha experimentado muchísimas transformaciones a lo largo de estos siglos. Lo único constante es que siempre ha constituido una piedra angular en la vida de Alicante.

















