Para Rosi Fuster, presidenta del Club BMX San Vicente, “es un deporte con amistad, no es de matarse, y no solo a nivel local. También en el nacional. Aquí se compite individualmente, pero al pasar la línea de meta, todos son amigos. En el BMX todo es amistad y disfrute, sobre todo para los chavales”. Llegó al club a los dos años de crearse, pero conversa con ilusión casi de primeriza.
Y sabe de lo que habla, no solo por su cargo: es madre de Alejandro Fuentes, a sus 22 años toda una celebridad en el BMX, además de campeón nacional en la liga LBR, la regular de la especialidad en España. Y participa como entrenador en el club. ¿Pero qué es el BMX? Popularmente podríamos llamarlo el ‘bici-cross’, pero esto nos sabe a poco. Hagamos un poco de historia.
Nacimiento de un deporte
BMX son las siglas de ‘bicycle motocross’ (bicicleta motocross) y la cosa, nacida en la playera, cinematográfica y estadounidense California en el rebelde 1969, el de la llegada, un veinte de julio, del ser humano a la Luna, se le ocurría al motorista Scot Alexander Breithaupt (1957-2015). Como su nombre sugiere, consistía en practicar el ciclismo sobre pistas de motocross. Desde su arranque oficial, al año siguiente, hasta 1984 el BMX vivió una primera época de esplendor.
Le sirvió para conseguir una popularización mundial que triunfó especialmente ente los más jóvenes. Lo que posiblemente obligó a los padres de las familias de medio orbe a rascarse los bolsillos, ya que una bicicleta BMX puede costar ahora entre los 50 o 100 euros, y hasta 600 si se trata de una profesional. Para competir, dos modalidades: carrera y ‘freestyle’ (libre estilo), la de ‘trucos’ o acrobacias.
El deporte surgía entre 1969 y 1970 en California
Llegada a San Vicente
Por tierras sanvicenteras arribó pronto, y comenzó a generar actividad antes de crearse: en 2005, a un año de constituirse oficialmente, hija del Club Ciclista San Vicente, de 2002, la aún imberbe agrupación deportiva había ya puesto en marcha una escuela de invierno y preparaba otra estival. Y preparaba acoger el campeonato nacional de BMX.
La escuela contaba entonces con Manuel Mateo, tres veces campeón de España, diez como campeón de la Comunitat Valenciana, otras tres en la Copa de España, semifinalista en Europa y cinco veces internacional. Se abrían unas expectativas que no solo no parecen haber defraudado, sino que han ido consolidando a San Vicente en la especialidad. La propia Rosi Fuster era nombrada el año pasado delegada de BMX en la Comunitat Valenciana.
En la ciudad, comienza oficialmente a partir de 2006
El club y los esfuerzos
En la actualidad, la asociación atesora ya unas 120 licencias. Abiertas a cualquier edad. “Los más jovencitos”, sigue Rosi Fuster, “son unos niños de tres y cuatro años, y el más mayor tiene más de cincuenta. No se requiere edad, solo ver que el nene puede hacerlo solo, porque cuando están ahí, un grupo es un grupo, y hay que ver que el niño tiene la fuerza para subir él solito”. Porque aquí disfrutan padres e hijos, asegura por experiencia.
Aunque, pese a la ayuda municipal, han de hacer cabriolas para llevar adelante el club. La cuota anual es de 50 euros. “Nos estiramos mucho”, asegura la presidenta, “para poder correr con los gastos necesarios. Es verdad que tenemos una subvención anual de la Concejalía, pero por ejemplo el año pasado, por varios motivos, como la covid, nos quedamos sin subvención”.
Su presidenta fue nombrada delegada para la Comunitat Valenciana
Gastos e inversiones
La asociación intenta hacerse cargo de costes como el de la licencia federativa, que cuesta 70 euros en el caso de la chavalería, y 150 para los mayores. También otros gastos, como las camisetas. Y las pandemias. Durante estos años confinados, el Ayuntamiento cerró el circuito debido a la enfermedad. “Por fin está abierto”, se congratula Rosi Fuster. Esto significa poder entrenar de nuevo, seguir haciendo patria deportiva.
Porque este circuito, inaugurado en 1991, desde el Club BMX Sant Vicent lo sienten como muy suyo, aunque defienden una política de puertas abiertas a todo quien quiera usarlo. “Durante cinco años estuvimos gestionando el mantenimiento del circuito, con los gastos que tiene eso. Ahora ya hay mantenimiento municipal”, sigue la presidenta. El circuito solo restringe el libre acceso para entrenar.
Éxito alicantino
¿Y los socios? A lo largo de su ya veterana historia han ido llegando personas de todas partes, incluso de Valencia. “Si es que al final hay veces que tenemos más gente de fuera que de aquí”, bromea Fuster. Además, suele contar siempre con algún campeonato, sea autonómico o incluso nacional. Se espera que para noviembre la LBR cierre la temporada en San Vicente.
Una paradoja. Los otros clubes valencianos de BMX domicilian también aquí: en Alcoy, Alicante ciudad, El Campello, Elche y Mutxamel. Echa la persiana La Nucia, al desaparecer el circuito. “Todos los clubs dependemos de las federaciones, y estas apoyan poco”, se queja Rosi Fuster. “Lo que queremos”, reivindica, “es que el BMX no esté a la cola. Que esto es sobre todo para chavales, diversión”.