Todavía con la resaca del Año Berlanga por el que celebramos en 2021 el centenario del mítico cineasta valenciano, en este 2022 se cumple el 75 aniversario de otro ilustre del séptimo arte que vio nacer esta tierra.
Quizás algo adelantado o incomprendido en su tiempo, si hubiera alcanzado una esperanza de vida normal podría haber gozado de mucho mayor reconocimiento. Sin embargo su peculiar sentido del humor chocó no pocas veces con los poderes fácticos y le generaron algún que otro disgusto. Hablamos pues… de Carles Mira.
Inicios
Nacido el 14 de febrero de 1947 en Valencia, nuestro protagonista era tres años más joven que su hermana Magüi Mira. Sin tener antecedentes familiares conocidos en el ‘choubisnes’, ambos acabaron triunfando en el mundo del espectáculo. Él llegó a director y ella es actriz.
Sin embargo en un principio Carles iba para otra vocación y optó por estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Fue a raíz de una oportunidad de trabajar con el crítico de cine José Monleón (también valenciano) y el director José Luis Gómez como ayudante en el montaje de algunas películas lo que despertó su interés por este mundillo.
Así pues se matriculó en la Escuela Oficial de Cine, aunque acabó siendo expulsado poco después por su participación en una huelga estudiantil ocurrida en 1971. Este desafortunado hecho no hizo sino motivar todavía más su espíritu rebelde que tanto caracterizaría sus siguientes trabajos.
Un cine de Alcoy sufrió un atentado por proyectar su película ‘La portentosa vida del padre Vicente’
Gamberrismo como estilo propio
Se estrenó como director con el cortometraje ‘Biotopo’, dedicado a la fauna de la Albufera de Valencia. Para ser una pieza de 23 minutos dirigida por un debutante tuvo bastante repercusión, hasta el punto de que ganó una medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos y un premio en el Certamen Internacional Ciudad de Huesca.
Este éxito le aupó a seguir realizando cortos, hasta que se atrevió con su primera película: ‘La portentosa vida del padre Vicente’, en 1978. En aquellos primeros años del post-franquismo, a Carles no se le ocurrió mejor forma de debutar en la gran pantalla que con una burla a la vida del santo valenciano Vicente Ferrer plagada de chistes escatológicos y denuncias sobre la manipulación de la historia en aras de mitificar a ciertas figuras. Para más inri, eligió a otro emblemático surfista del escándalo, como es Albert Boadella, para el papel protagonista.
Grabó una comedia medieval de moros y cristianos en Luchente
Repudio de muchos católicos
Como era de esperar, su película causó gran repudio entre muchos católicos. Hasta el punto de que alguien colocó una bomba en un cine de Alcoy donde se exhibía esta producción. Cabe señalar que su estreno coincidió apenas un año después de la matanza de los abogados laboristas de Atocha, en un ambiente aún de bastante violencia política.
Afortunadamente en este atentado no hubo víctimas a lamentar, pero sí provocó que muchas otras salas retiraran la película de su cartelera por miedo a sufrir represalias. El propio presidente de la Diputación de Valencia llego a pedir al ministro de Cultura por telegrama que “prohíba este infame filme que supone un ataque al honor del pueblo valenciano”. Aún así, fue un éxito considerable de taquilla.
Su hermana mayor Magüi es actriz de cine, teatro y televisión
Siguientes trabajos
Lejos de dejarse intimidar, Carles Mira dedicó su segunda película a otro tema bastante tabú en aquel entonces, el sexo. En concreto trató sobre un joven que es ingresado en el manicomio después de quedar en estado vegetativo tras perder la virginidad. El título lo dice todo: ‘Con el culo al aire’. Y de protagonista eligió de nuevo a otro tipo que tampoco era precisamente el mejor amigo del conservadurismo español de la época: al alcoyano Ovidi Montllor.
Esta película, considerada como parte del destape español, consolidó su estilo guasón y provocador el cual profundizaría con sus siguientes trabajos ‘Jalea real’ o ‘¡Qué nos quiten lo bailao!’, esta última basada en la cómica y musical convivencia entre moros y cristianos en un pueblo medieval que fue rodada en Luchente y en la alicantina Sierra de Aitana.
Difícilmente podría pensar cuando rodó ‘EL rey del mambo’ que esta sería su última película. Con Charo López, José Luis López Vázquez y su propia hermana en el reparto, esta cinta cuenta la divertida historia de dos mujeres de mediana edad que compiten por el amor de un joven negro.
Muerte prematura
Poco después Carles Mira contraería una leucemia que acabaría con su vida a la temprana edad de 45 años, y quizás justo a las puertas de la edad de oro del cine español de humor libre de censuras y correcciones políticas.
Hoy en día se le considera un impulsor del cine cómico valenciano, basado en la picaresca pero con un trasfondo de cierta denuncia social. Hay incluso quien le identifica como uno de los máximos exponentes del género conocido como ‘cine fallero’. En una entrevista que concedió para el diario ‘El País’ el propio cineasta definía su estilo como “nacional, festivo, popular y con raíces culturales en el esperpento”.
¿Quién sabe hasta donde habría llegado de haber seguido creando algunas décadas más? Tal vez hubiera encontrado más acomodo en la comedia española actual, o quizás en su afán siempre rompedor seguiría protagonizando todavía hoy nuevas polémicas con sus películas.
Afortunadamente tenemos toda la corta pero intensa filmografía que nos dejó Carles para que nos siga haciendo reír para siempre.