El municipio de l’Alfàs del Pi apenas ocupa 20 kilómetros cuadrados de territorio. Vista desde el espacio -o desde Google Earth, que es de lo que hoy en día tiramos todos los que no somos astronautas-, la localidad es apenas imperceptible. Sólo los que mejor conocen su orografía pueden, en un ejercicio óptico que bien podría servir para pasar cualquier revisión médica, distinguir claramente en el mapa el perfil de los acantilados de la Serra Gelada al caer al mar Mediterráneo.
El caso es que ese trocito de tierra rodeado por montañas, con el Puig Campana a lo lejos en el norte y el Parc Natural de la Serra Gelada -y el mar- al este; y vecino de dos municipios tan distintos entre sí como el bullicioso Benidorm y la bohemia Altea, se ha convertido, desde hace ya varias décadas, en uno de los destinos residenciales más demandados por ‘nómadas’ de toda Europa.
Una Torre de Babel
Todo ello ha hecho que ese trocito de terruño levantino cuente hoy en día con un censo en el que más de la mitad de los habitantes -un porcentaje que aumentaría si tuviéramos en cuenta a los muchos residentes que no se han registrado- son de origen extranjero.
Una auténtica Torre de Babel en la que conviven más de cien nacionalidades distintas y en la que los apellidos británicos, noruegos, rumanos y neerlandeses son los más comunes junto a los más castizos y habituales de nuestro país. En definitiva, l’Alfàs del Pi no es sólo un ejemplo de multiculturalidad, sino, sobre todo, de que la convivencia entre gentes de muy distinto origen no es ninguna utopía.
Más de la mitad del censo alfasino está compuesto por personas nacidas fuera de España
Décadas de trabajo
Pero ese ejemplo de convivencia y de enriquecimiento cultural entre foráneos y nacionales no es fruto de la casualidad. Más bien, todo lo contrario. Es el resultado de un trabajo que comenzó hace ya muchas décadas, ya en la de los 60 del siglo pasado, cuando los vecinos y responsables políticos del entonces pequeño pueblo de apenas mil habitantes, vieron en aquellos extravagantes pioneros turísticos una oportunidad de oro para, como hiciera Pedro Zaragoza Orts en la vecina Benidorm, dinamizar el futuro económico del municipio.
Un trabajo que se siguió realizando, siempre de forma pausada y con mucha determinación, cuando España se abrió de manera definitiva al exterior y que cogió velocidad de crucero tras el cambio de siglo, cuando l’Alfàs del Pi multiplicó su censo de forma exponencial con residentes atraídos por esa propuesta que ofrecía un lugar tranquilo, seguro y acogedor para establecerse.
Música, gastronomía y cultura siempre son los grandes protagonistas de este día
Camino bidireccional
Para que todo eso funcione y se asiente, es imperativo alcanzar aquello que en otros lugares sólo parece una quimera y que se sustancia en un verbo tan fácil de conjugar como difícil de alcanzar: la integración.
Ese es, según insiste una y otra vez el alcalde alfasino, Vicente Arques, cuando se le presenta la oportunidad, un camino bidireccional, porque para lograrlo es fundamental que el nuevo vecino sea capaz de zambullirse en los usos y costumbres locales; pero también lo es que el lugar al que llega tenga la intención y la sensibilidad de aprender y enriquecerse con lo que los nuevos arribados son capaces de aportar.
Será la primera edición de vuelta a la normalidad tras la pandemia
Un día de autoafirmación
Y para que todo ello no se olvide, podría decirse que el municipio comprendió, hace ya casi dos décadas, que era necesario dedicar un día a autoafirmarse en ese trabajo. Por ello, y con permiso de las Fiestas del Jubileo y del Santísimo Cristo del Buen Acierto, l’Alfàs del Pi inició la celebración del ‘Día Internacional’, quizás la fiesta que mejor define su carácter multicultural.
Se trata, en cualquier caso, de una jornada a medio camino entre la convivencia y la reivindicación de la cultura propia, que no tiene que ser confundida con la más arraigada en siglos de historia, en la que los distintos colectivos de residentes pueden desempolvar sus trajes regionales, afinar sus instrumentos musicales o presumir de su gastronomía.
Vuelta a la normalidad
Una celebración que siempre ha supuesto una enorme fiesta que consigue sacar a la calle a miles de alfasinos, venidos de todo el globo, y reunirlos en el entorno de la Casa de Cultura y que sólo se vio ensombrecida, como tantas otras cosas, durante los años de pandemia. Este año, tras el regreso a medio gas de 2021, volverá a reverdecer aquellas grandes celebraciones de antes de la mal llamada nueva normalidad.
La cita ya está marcada en rojo en el calendario local: será el próximo día 16 de octubre. Ese día, olvidada la pandemia y, sobre todo, con los miles de residentes extranjeros ya de vuelta de sus países para, como las aves migratorias, disfrutar de ese ‘winter sun’ con el que durante muchos años se promocionó el municipio; las calles alfasinas volverán a vestir sus mejores galas para celebrar su multiculturalidad.