Los antiguos egipcios eran un pueblo muy práctico y organizado. Las grandes pirámides, las tumbas y los templos que han perdurado hasta nuestros días son una prueba de sus conocimientos en arquitectura, ingeniería y arte.
Una de las características más resaltantes del arte egipcio es que todas sus figuras son similares y comparten una misma pose extraña: La cabeza, los brazos y las piernas de los personajes se ven de perfil, mientras que los ojos y el torso se muestran de frente.
Los artistas pintaban todos los objetos y cuerpos en su forma más reconocible, mostraban lo más esencial y característico de las figuras:
Las caras de perfil para que se pudiera detallar la extensión y forma de la nariz, un ojo bien abierto para estudiar la mirada, los hombros y pecho de frente para mostrar la anchura del cuerpo y las piernas y pies de lado para exponer las proporciones.
Los animales –que eran muy respetados y valorados- aparecen con frecuencia en las pinturas pero los pintan totalmente de perfil.
La proporción divina
Los retratos egipcios tienden a ser muy similares debido a que utilizaban cuadrículas diseñadas para calcular “las proporciones divinas”.
En el Antiguo Egipto, el canon de belleza se resumía en caras redondas y anchas, frentes inclinadas hacia atrás, labios gruesos, ojos prominentes, mentón marcado y pómulos llamativos.
Las figuras son muy parecidas, pero la diferencia más marcada es la escala de presentación. El tamaño del cuerpo pintado varía en función de la importancia de los personajes, por eso el faraón en pinturas parece inmenso: el tamaño reflejaba su condición divina.
¿No sabían usar las sombras?
Algunas teorías alegan que la forma de pintar los cuerpos de los egipcios se debía al desconocimiento del uso de sombras.
Esta hipótesis se desvaneció al estudiar la forma en la que pintaban el maquillaje de sus esfinges porque utilizaban colores oscuros a los lados de la nariz para perfilarla y alrededor de los ojos para hacerlos resaltar. Lo que demuestra que conocían perfectamente el funcionamiento de la luz y las sombras, solo que decidían no plasmarlo en sus pinturas.