Construida por orden de la reina Sibilia de Forcia, señora de Elda, a finales del siglo XIV, la torre Atalaya de La Torreta sigue siendo todo un símbolo de la ciudad, gracias a los majestuosos 4,70 metros que mide por cada uno de sus cuatro lados.
La Corona de Aragón la mandó levantar en una zona plena de conflictos y batallas, para mantener principalmente la seguridad en el camino entre Elda y Sax, y de un modo secundario, en la vía de la Noguera, que se dirigía hacia Petrer.
Su existencia está intrínsecamente ligada al castillo de Elda, ya que en realidad es una torre de vigía del mismo cuya misión era controlar el paso de personas y animales mediante peaje. El rey Pedro IV el Ceremonioso fue el primero en promover la creación en la torre de un servicio de vigilancia y aduana.
Origen fronterizo
Los orígenes de esta torre cristiana están igualmente vinculados al carácter estratégico y fronterizo que la antigua Sierra del Portitxol -hoy Sierra de la Torreta- tuvo en los enfrentamientos entre Castilla y Aragón durante la Baja Edad Media, especialmente durante la Guerra de los Dos Pedros (1356-1370).
Sin duda, esta lucha entre castellanos y aragoneses fue parte esencial de la torre, que, además, sirvió para proteger el área de las incursiones musulmanas desde el reino nazarí de Granada. De hecho, desde el monumento se pueden divisar los castillos de Elda y Petrer por un lado y los de Villena y Sax por el otro.
Desde el monumento se pueden divisar los castillos de Elda y Petrer por un lado y los de Villena y Sax por el otro
Mantiene su función
La utilización de la torre Atalaya se mantiene hasta, al menos, finales del siglo XV, según se desprende de la concordia firmada el 30 de agosto de 1494 entre el III Conde de Cocentaina (Señor de Elda) y el obispo de Cartagena.
En dicho protocolo notarial se cita el sitio o castillo de la Torreta, una de las posesiones de Joan Roic de Corella en el señorío de Elda. No obstante, ese fragmento puede que se refiera a la torre de Salinas y no a la atalaya eldense.
Permanecía ocupada por, como mínimo, dos soldados de la guarnición del castillo de Elda y su misión era avisar de modo inmediato de cualquier hecho que pudiera ser de interés para la fortaleza, mediante señales de algún tipo, ya que la trayectoria visual entre la torre vigía y el castillo era totalmente nítida, sin obstáculos.
Se empleó también, por su valor estratégico y militar, en las Guerras de Sucesión, Independencia y Carlistas
Usos posteriores y abandono
La torre, con unas características únicas en todo el valle de Elda, fue empleada tiempo después -por su valor estratégico y militar- en la Guerra de Sucesión (siglo XVIII), la Guerra de Independencia y las Guerras Carlistas (ambas en el siglo XIX).
A partir de entonces el lugar fue abandonado, iniciándose un deterioro continuado. Comenzó su rehabilitación a inicios del presente siglo gracias al esfuerzo de una comparsa local de Moros y Cristianos. Ya totalmente restaurada, fue declarada Bien de Interés Cultural en 2010 y hoy es uno de los puntos más turísticos de la localidad eldense.
Fue ampliamente rehabilitada gracias al trabajo de una de las comparsas de Moros y Cristianos de la localidad
Cómo es
Se trata de una torre de planta cuadrangular, de casi cinco metros de altura -en su origen pudo llegar a medir el triple-, de, al menos, dos plantas y levantada en tapiería. Su zócalo, macizo, compacto y calicostrado, es de 1,60 metros y constituye el basamento de la obra.
Este revestimiento se observa en sus tres primeras cajonadas, las dos primeras completas en su altura y la tercera parcialmente. Del mismo modo, las tapias usadas son estrechas, con unas dimensiones estimadas de alrededor de un metro de espesor en los primeros cajones, decreciendo seguidamente en pisos sucesivos.
Remarcar que, pese a ser una torre netamente medieval, su realización se efectúa con el tipo de tapial y mortero de cal al estilo árabe, sin pertenecer a esa época.
Sin puerta principal
En las excavaciones llevadas a cabo no se ha localizado la entrada principal de la torre Atalaya, aunque una serie de datos y estudios comparativos apunta a un tipo de acceso colgado, a cierta altura, mediante una escalera de mano u otro tipo de escala.
Asimismo, y pese a no tener certeza de ello, el pequeño recorte y varias grietas existentes en el lado sur de la torre podrían asociarse a la entrada.
En su interior se hallaron vestigios materiales, escasos y muy fragmentados, fundamentalmente cerámicos, de los siglos XIV y XV. Sobresalen la abundancia de piezas de cerámica destinadas al almacenamiento, como tinajas o cántaros.