Entrevista > Joaquim Devesa / Concejal de Fiestas de Altea
Altea se prepara ya para vivir una nueva edición de sus días grandes. Unos días, y esta historia no es muy conocida fuera de la Villa Blanca, en los que, en realidad, se celebran dos festividades que, como explica el concejal del área, Joaquim Devesa, funcionan como un matrimonio bien avenido.
Por un lado, llegan los días dedicados al Cristo del Sagrario, que fue la principal celebración alteana durante varios siglos. Al menos, hasta que a finales del XX, los Moros y Cristianos aparecieron en honor al patrón, San Blas, y adquirieron su propio protagonismo.
En septiembre Altea celebra sus fiestas, que en realidad son dos: Moros y Cristianos, y el Cristo del Sagrario. Es una historia que en Altea es bien conocida, pero desde fuera igual no se conoce tanto.
No te creas que es tan conocida o, al menos, no tanto como yo quisiera. Esto es un poco como el valenciano y el catalán. ¿Son lo mismo, no son lo mismo, son hermanos, son primos, son padre e hijo? ¿Qué son? No lo sabemos muy bien. Las fiestas de Moros y Cristianos nacen por la comisión del Cristo y toman entidad propia, y las peñas se empiezan a constituir en los años 78, 79, 80 y 81.
Es entonces cuando se decide hacer una asociación que ahora es federación. Y se decide poner al patrón del pueblo, que estaba olvidado, pero que era patrón del pueblo desde tiempos de la reconquista: San Blas. La asociación coge a San Blas como patrón y celebra las fiestas de Moros y Cristianos convirtiéndose en patronales.
«Las fiestas de Moros y Cristianos nacen por la comisión del Cristo y toman entidad propia»
O sea, que son dos festividades que siempre han ido juntas.
Nacen juntas y crecen juntas, pero de manera paralela. Los Moros y Cristianos han sufrido dos cambios de fechas, porque primero eran en febrero, luego en mayo y, finalmente, ahora las tenemos en septiembre.
Al principio me ha dicho que esto es como la lengua, el valenciano y el catalán, que la gente no sabe si son hermanos, primos… Las fiestas, hoy en día, ¿qué son? ¿Un matrimonio bien avenido que lo hace todo junto? ¿Primos lejanos que se llevan muy bien y que cuando se ven hacen las cosas juntos y el resto del tiempo cada uno va por su cuenta? ¿O cuñados que no tienen más remedio que soportarse?
Creo que es un matrimonio muy bien avenido, porque se complementan la una a la otra en religiosidad, en euforia, en actos civiles, religiosos y protocolarios. Efectivamente, son un matrimonio bien avenido, aunque quizás por su continuidad o su carácter más laico, es verdad que en los últimos años la voz cantante la ha llevado los Moros y Cristianos.
«Todos los actos hacen que el reclamo turístico sea mucho mayor y que fueran declaradas Fiestas de Interés Turístico Autonómico»
Evidentemente, cuando hablamos de Altea, de fiestas y de turismo, además es muy reciente, se nos va la mente al Castell de l’Olla. Las fiestas del Cristo y las de Moros y Cristianos, ¿traen turismo?
Traen mucha gente. En primer lugar, porque es septiembre y el paradigma turístico cambia en cierta manera. Muchos colectivos de estudiantes extranjeros en septiembre nos visitan. Muchas familias sin hijos o con hijos en una edad ya de poder salir nos visitan. Y tenemos que tener en cuenta que la espectacularidad que nos ofrecen los actos de Moros y Cristianos no nos los ofrecen las demás fiestas.
Una embajada donde se disparan alrededor de 300 o 400 kilos de pólvora en arcabuces medievales o la propia embajada en el Castillo, que es de los pocos municipios que la hacemos en valenciano. Todos estos actos hacen que el reclamo turístico sea mucho mayor y que fuesen declaradas Fiestas de Interés Turístico Autonómico.
Le imagino a usted festero…
Lo soy desde hace muchos años.
«Tengo la misma ilusión que tenía aquel Joaquim Devesa que con quince años entró en la compañía Sarraïns»
Ante sus primeras fiestas como concejal, ¿qué le puede? ¿La ilusión de representar a todo el pueblo como concejal de Fiestas o el fastidio de saber que no las vas a poder disfrutar con la plena libertad de cualquier otra edición?
Pues mira, la verdad es que cuando me delegaron la responsabilidad del departamento de Fiestas dije: “madre mía, este año va a ser diferente”, porque claro, esos días de fiestas cambian por completo. Como festero, esos cinco días son fiesta 24 horas y no paras ni a dormir. No paras en tu casa, porque, yo siempre lo digo, mi casa es mi filà.
Por eso, es verdad que un poco de vértigo tuve en un primer momento, pero conforme se acercan ya se huelen, tengo la misma ilusión que tenía aquel Joaquim Devesa que con quince años entró en la compañía Sarraïns.
Para los que no son de Altea, dígame un acto, el que no me puedo perder, para empaparme a fondo de la idiosincrasia de las fiestas.
Pues, siendo yo moro, y a mucha honra, te digo que no se pueden perder la embajada cristiana. Para mí, ese acto es la emoción, el sentimiento, la representación en la plaza de la iglesia con el castillo, el disparo de esa pólvora. Bueno… te lo estoy contando y me estoy emocionando sólo de pensarlo.
Pero no nos podemos dejar atrás ningún acto del Cristo, que son preciosos. La misa del Cristo, los pasacalles. Te digo esa porque es la que más me pone la piel de gallina. Pero desde luego no hay ningún acto que no valga la pena.