Casi parece una pregunta de programa radiofónico, televisivo o ‘youtubero’, incluso ‘instagramero’: ¿qué pueden tener en común el provenzal Paul Cézanne (1839-1906), el parisino Paul Gauguin (1848-1903), el neerlandés Vincent van Gogh (1853-1890) y el valenciano Joaquín Sorolla (1863-1923)? Que los cuatro son destacados representantes en el ámbito internacional del movimiento postimpresionista.
Tras el éxito del impresionismo, del XIX, triunfaba este desde los finales de esta centuria hasta principios del XX. Como en la corriente base, se trataba de captar la atmósfera, incluso la luz, pero ahora añadiendo figuras geométricas, distorsiones y hasta colores no naturales. El término viene de una exposición de los tres primeros citados, en Londres en 1910. Se lo plantó un crítico y también gran pintor, el londinense Roger Fry (1866-1934).
Primeros estudios
¿Cómo llegó Joaquín Sorolla Bastida a militar en esta primera fila, junto a tres nombres como estos, pero también, ya que postimpresionismo y neoimpresionismo se confunden y entremezclan, el puntillista Georges Seurat (1859-1891), el también cartelista Toulouse-Lautrec (1864-1901) o Edvard Munch (1863-1944), el de ‘El grito’ (1893)? Para empezar, Sorolla no venía ni de familia con posibles ni dedicada a la plástica.
Pero pronto le tiró lo artístico, dibujar y pintar, así que muy joven ingresaba en la Escuela de Artes y Oficios (lo que luego fue la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, y ahora el EASD o Escola d’Art i Superior de Disseny, se fundó en 1849), con el escultor godellense Cayetano Capuz (1838-1912).
Quedó huérfano con solo dos años por culpa del cólera
El cólera-morbo
El arte ya tenía enganchado a aquel ilusionado principiante, quien con solo dieciséis años ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos (hoy Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, nacida en 1768), lo que tenía su mérito ya que Joaquín Sorolla quedó huérfano en 1865, sin tiempo para conocer realmente a sus padres biológicos, Joaquín Sorolla Gascón (1832-1865) y María Concepción Bastida Prat (1837-1865).
La tercera de las epidemias de cólera-morbo que azotaron el país durante el siglo XIX (las anteriores fueron en 1834 y 1853, pero aún quedaba la de 1885) será la responsable. La partida judicial más afectada fue la del ‘cap i casal’, con un 60,14% de decesos, según las crónicas. Los tíos del futuro creador plástico, el cerrajero José Piqueres Guillem e Isabel Bastida Prat, los acogieron, a él y a su hermana Eugenia, como hijos propios.
Se casó con la hermana de su mejor amigo
La gran familia
El fotógrafo y pintor Antonio García Peris (1841-1918), quien desde 1862 mantuvo uno de los estudios dedicados al octavo arte más activos de la capitalina ciudad, se fijó en sus capacidades y decidió tutelarlo, dándole además el trabajo de iluminador de fotografías. Antonio García era padre del futuro fotógrafo y miniaturista Juan Antonio García del Castillo (1862-1937), que se iba a convertir, por cierto, en el mejor amigo de Sorolla.
La relación del pintor con esta familia se estrechó aún más al contraer matrimonio el 8 de septiembre de 1888 con la que será su principal musa y, al morir, primera impulsora (luego continuaron los hijos) de la conversión del taller y domicilio madrileño en el Museo Sorolla (1932). Ella era, por cierto, la hija de Antonio y hermana de Juan Antonio, Clotilde García del Castillo (1865-1929).
Tuvo a Ignacio Pinazo como maestro y más tarde seguidor
Discípulo aplicado
Sorolla hacía caso a sus profesores, académicos o por amistad: Gonzalo Salvá (1854-1923) e Ignacio Pinazo (1849-1916) consiguieron introducirlo en la corriente plenairista (de plenairismo: ‘au plein air’, al aire libre); las becas institucionales ganadas a golpe de medalla por cuadros realizados para intentar conseguir ello le permiten viajar a Roma y a París, lo que le abría definitivamente al impresionismo.
Pero Joaquín Sorolla iba a desarrollar, desde la corriente posterior a aquel, su propia versión: el luminismo valenciano, a la que se apuntaron incluso maestros como Pinazo. Tras nubes y nieblas, que abundaron en las primeras etapas, Sorolla abría ventanas de óleo sobre lienzo al Mediterráneo. Y eso pese a que desde 1889 la familia entera se trasladó a Madrid. Tocaba triunfales exposiciones por toda Europa, y visitas a València.
Cine y luz
¿Y en la intimidad? Al margen del Sorolla pintor, estaba, por ejemplo, el Sorolla cinéfilo, en una época, la que va de 1915 a 1928, en que el séptimo arte comenzaba a consolidarse como espectáculo de masas. También le iba, y mucho, la escena: la familia gozó de la amistad de la actriz y empresaria María Guerreo (1867-1928), protagonista de varios cuadros, como el óleo sobre lienzo ‘La actriz María Guerrero como ‘La dama boba’ (1906).
Nació un 27 de febrero, cuando por el cielo amenazan o se aborregan esas nubes que aparecían en sus primeros cuadros, y falleció un 10 de agosto, intentando reponerse de una hemiplejía (parte del cuerpo paralizado) sufrida en 1920, en su residencia veraniega ubicada en la serrana Cerdedilla, quizá, quién sabe, soñando con esa eterna luz mediterránea (el mar da para mucho) que amó y, en sus cuadros, dejó atrapada.