¡Qué tíos los suizos! Lo mismo diseñan uno de los uniformes militares menos camuflables para proteger al Papa de Roma; te fabrican una navaja para la que jamás podrás encontrar opción de usar todos sus artilugios; te hacen engordar con sus quesos y sus chocolates; te recomiendan un buen banco en el que evadir el par de milloncejos que te sobran en el bolsillo en una mala tarde; o te ponen en la muñeca el reloj más preciso del mundo.
Bueno, el más preciso del mundo, el famoso reloj atómico, quizás no le quepa a nadie en la muñeca. En realidad, ni cabe en la muñeca ni está (sólo) en Suiza, ya que, para garantizar su milimétrica precisión, este reloj consta, en realidad, de varios cacharros que, además de en el país helvético, se reparten por Alemania, Francia, Reino Unido, Japón o Estados Unidos.
Una larga historia
El caso es que es a través de las señales de radio que esos relojes emiten cómo se ponen en hora, de forma mágica, los cada vez más aparatos conectados que rigen nuestro día a día, desde móviles a hornos, pasando por todo tipo de elementos que la imaginación pueda abarcar.
Pero todo eso no tendría sentido si no fuese porque hace tiempo, mucho tiempo, la comunidad internacional se puso de acuerdo en señalar el meridiano de Greenwich, también conocido como meridiano cero, como el de referencia en el mundo para, desde allí, fijar los distintos husos horarios hacia el este y el oeste hasta volver a converger en la línea internacional del cambio de fecha.
Marina Greenwich es el único puerto del mundo que se sitúa en la longitud cero
De Londres a Altea
A aquel acuerdo se llegó en 1884 y se bautizó a aquella línea vertical que cruza el globo terráqueo de polo a polo con el nombre de Greenwich, porque fue en el observatorio astronómico de ese barrio londinense donde se fijó su recorrido. Y todo ello, casi doscientos años después de que la invención del reloj de péndulo, en 1650, hiciera necesario determinar la relación entre la hora medida (reloj) y la hora solar.
Un recorrido que atraviesa parte de la geografía española, entrando por los Pirineos y saliendo al mar Mediterráneo, precisamente, por Altea; donde, además, se produce una situación que convierte a la Villa Blanca en un caso único dentro de las muchas ciudades y pueblos que el meridiano cero atraviesa en su recorrido.
En 1884 el meridiano de Greenwich se estableció como referencia internacional
Puerto único
Ese factor diferencial se da en una localización exacta: el puerto deportivo que no por casualidad fue bautizado como Marina Greenwich, y que es la única instalación portuaria del mundo que se sitúa en la longitud 0°0’0” o, lo que es lo mismo, ni al este ni al oeste del famoso meridiano.
En ese puerto, como ocurre también en Londres en ese punto que le da nombre, el visitante puede situarse sobre la línea del meridiano y, por ello, son muchos los visitantes que cada año recalan ahí para poder compartir, ‘selfie’ mediante, esa curiosa experiencia de estar, al mismo tiempo, en el este y en el oeste.
Su paso demuestra que España no está en su huso horario correcto
Huso horario erróneo
El hecho de que el meridiano de Greenwich pase por Altea sirve, además, para demostrar que el huso horario que la España peninsular lleva décadas utilizando es, en realidad, erróneo, ya que debería de ser el mismo que se usa en Reino Unido o, por ejemplo, también en Portugal.
Hoy en día, y pese a los muchos debates que ha generado esta situación, esa hora de más que marcan los relojes españoles respecto a su posición geográfica, es un potente aliado del turismo, permitiendo, sobre todo en verano, disfrutar de largas tardes con luz solar, lo que siempre ha sido un gran reclamo para los visitantes que viajan desde muchos puntos de Europa a la orilla del Mediterráneo.
Cambio bélico
Pero el origen de ese cambio de hora no tiene nada que ver con la llamada industria de la felicidad, sino más bien con todo lo opuesto: la guerra. Fue cuando el dictador Francisco Franco en 1940 decidió adelantar los relojes de los españoles una hora, con el fin de que el horario nacional marchara de acuerdo con el de los demás países europeos, según recoge el Boletín Oficial del Estado de 1940.
En el momento que Franco anunció esta resolución, el artículo cinco de dicho dictamen confirmó que España regresaría a su horario normal, es decir, que el país volvería a adoptar el horario correspondiente al meridiano de Greenwich con el que había vivido hasta ese momento, pero eso nunca ocurrió y más de ocho décadas más tarde España tiene la hora (excepto las Islas Canarias) europea central (la de Berlín) y no la Occidental (la de Londres).