En el interior de la provincia de València -a media hora de la capital- Buñol es una de nuestras localidades más visitadas, gracias principalmente a sus dos grandes atractivos: su imponente castillo y la célebre Tomatina (último miércoles de agosto), fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2002.
La zona estuvo habitada ya en el Paleolítico, aunque el núcleo urbano se formó en la época musulmana y alrededor de la mencionada fortaleza. Siglos después, en el XIII, Buñol y alrededores se incorporaron al Reino de València, mientras la expulsión de los moriscos, en 1609, supuso un grave inconveniente socioeconómico.
Su industria se fundamentó durante décadas en el papel, fortalecida por la llegada del ferrocarril: en el último tercio del siglo XIX Buñol contaba con doce fábricas, una producción diversificada y amplia maquinaria. Hoy merece una sosegada visita para disfrutar de todos sus monumentos.
Castillo
Muy bien conservado, el castillo de Buñol se ubica en el centro de la población. Sus orígenes se remontan a los siglos XI y XII, siendo remodelado tiempo después, en el XV, tras la conquista cristiana.
Se puede conocer cualquier día del año -su entrada es gratuita- y está lleno de vida, con viviendas incluso en su interior. Además, todos los meses se organizan visitas guiadas y numerosas actividades.
Se accede desde la parte alta, por la majestuosa torre central. Allí nos topamos con la Plaza de Armas, donde se sitúan la mayor parte de las viviendas, enclavadas entre dos torres laterales que bordean el lugar.
El castillo, en el centro de la localidad, posee viviendas en su interior y su visita es gratuita
Cómo es
En el centro se sitúa la Torre Mayor, dominando tanto el puente como el foso. Es de planta trapezoidal y está realizada en sillería, excepto en su cara norte -mezcla de cal y sillares-, la que da entrada al recinto sur.
También en la parte norte descubrimos el Palacio Gótico -donde sobresale principalmente la sala ‘Del Oscurico’- y el Palacio Renacentista o de los Mercader, construido en el siglo XVI como ampliación del anterior. Ambos estaban unidos por un pequeño puente, a la altura de las plantas nobles.
Esta parte sur, de planta irregular, albergaba las estructuras residenciales del castillo, la iglesia y la llamada Torre Sur, ‘La Torreta’, que permitía el acceso meridional desde la población.
El Barrio del Castillo
La Torre Sur nos conduce al barrio del Castillo, un entramado de calles estrechas de origen musulmán que finalizan en la Plaza del Pueblo -epicentro de la Tomatina-, lugar de paredes encaladas que componen un mosaico de casas que simulan sostener el propio castillo.
Se trata de un casco antiguo repleto de contrastes, donde hallar obras históricas como la iglesia Parroquial de San Pedro, el parque de San Luis, el Molino Galán o numerosas fuentes. Pasear por allí nos llevará imaginariamente a la época medieval, por sus suelos empedrados y rincones llenos de magia.
El barrio, digno de recorrer, ha servido de inspiración a pintores tan reconocidos como Joaquín Sorolla, quien dibujó algunas de sus vías.
En Buñol se celebra a finales de agosto la Tomatina, fiesta de Interés Turístico Internacional
Iglesia y ermita
La iglesia de San Pedro Apóstol, erigida en estilo neoclásico a lo largo del siglo XVIII, posee planta de cruz latina con nave central. Su obra más valiosa es la escultura de San José, de Ignacio Vergara, que aparece en plena contorsión de cuerpo, llevando lleno de gozo -reflejado en su rostro- al Niño Jesús.
Cuenta, asimismo, con un Cristo yacente, de cabeza antigua, posiblemente también de Vergara, y al que el escultor Hervás esculpió el cuerpo tras ser destruido en la Guerra Civil.
La ermita de San Luis Beltrán, por su parte, data de finales del siglo XIX. Es un pequeño edificio neogótico que consta de una cúpula con bóveda de crucería y un altar, en cuyo fondo se vislumbra la imagen del santo.
El templo honora a San Luis Beltrán, santo patronal, que según la tradición pasó por Buñol para evangelizar a la alta población morisca. En su estancia dormía en la entrada al parque, de ahí su nombre y ubicación.
Otros atractivos de Buñol
Una visita a Buñol se debe completar con su auditorio de música, cercano a la ermita. Se inauguró en 1989 a raíz del gran impulso que habían experimentado sus dos sociedades musicales.
Tiene una capacidad para 2.500 personas, a pie de la roca cortada, y resulta espectacular sobre todo de noche: al encontrarse al aire libre, se potencia la acústica y se escucha música en un entorno privilegiado.
Asimismo, el mencionado Molino de Galán -ejemplo de patrimonio preindustrial y símbolo de la importancia que tuvo su industria papelera- y las populares ventas (de L’Home, Ferrer, Ajo, Campanero…) de cuando la población fue una relevante parada de diligencias.