Podríamos decir que la directora y editora de cine Virginia García del Pino entró en el mundo del séptimo arte por casualidad, porque de niña en ningún momento pensaba en ser cineasta. Su camino se dirigía hacia la pintura, pero por cuestiones literalmente “de peso”, se pasó a las fotografías, las entrevistas y, finalmente, las cámaras.
La primera mujer en la que se fijó fue Chantal Akerman, cineasta belga “de estilo experimental”. Ahora, sin duda, son ya muchas las obras que ha realizado, como ‘Paré de sufrir’ (2002), la premiada ‘Lo que tú dices que soy’ (2007) e ‘Improvisaciones de una ardilla’ (2017).
A principios de julio estuvo en la Sala de Cineastas de nuestro municipio para mostrar el documental ‘La estafa del amor’, centrado en el mediático caso de un hombre que no únicamente engañaba a mujeres, sino que después acudía a platós televisivos para defenderse.
«El documental me parece más divertido e interesante que la ficción, que carece de adrenalina»
¿Cuándo comenzó a atraerte el mundo del cine?
Recuerdo que antes, cuando tus padres te llevaban al cine, era como un acontecimiento. Para empezar, había colas, lo cual generaba una expectación: daba igual lo que hubiera dentro, porque tenías ganas de entrar.
A mi padre le fascinaban las comedias, que no era un género que me gustara especialmente. Sinceramente, de pequeña no deseaba ser cineasta.
¿En qué momento se produce el cambio de chip?
Estudié Bellas Artes -pintura, sobre todo-, y después empecé a viajar, mediante una beca. Fue entonces cuando cambié la pintura por la foto y con hacer entrevistas, principalmente por una cuestión práctica de no tener que llevar tantos materiales.
Pensé que era mucho más liviano y acabé haciendo una especie de diaporamas de sonido. Seguidamente comencé con los guiones, un poco sin saberlo, con entrevistas, fotografías… y mis diaporamas, que gustaron, participaron en diversas exposiciones, una de ellas en el Museo Reina Sofía de Madrid.
¿Por qué te centras en los documentales?
Básicamente porque los diaporamas los hacía con entrevistas, y mi trabajo tiene mucho que ver con la palabra. Además, me parece más divertido e interesante que la ficción, que carece de la adrenalina que posee un documental.
«Lo más sorprendente del caso de ‘La estafa del amor’ es que el tipo acudía a los platós de televisión a defenderse»
¿De cuáles cortos estás más orgullosa?
Uno de los primeros que hice, ‘Paré de sufrir’, centrado en fotos tomadas en la ciudad mexicana de Guadalajara, intentando retratar tanto a la urbe como a sus gentes. Les preguntaba sobre sus casas y las clases sociales, tan evidentes en ese país.
También ‘Lo que tú dices que soy’, un documental en el que entrevisté a personas que tienen profesiones poco comunes y que no todos seríamos capaces de hacer, véase enterrador o matarife (siempre vinculadas a la muerte). Va sobre cómo a la hora de encontrar pareja estos trabajos afectan.
¿Alguna más?
Sí, estuve siguiendo la campaña de Izquierda Unida, con Alberto Garzón, la que después se unió a Pablo Iglesias, y de todo ello surgió ‘Improvisaciones de una ardilla’, un corto que contó con la voz del filósofo Josep Maria Esquirol.
¿De qué trata ‘La estafa del amor’?
Investigué por qué ciertas mujeres son manipuladas económicas por hombres, cogiendo como punto de partida el mediático caso del ‘estafador del amor’ para profundizar sobre el paradigma del amor romántico. Lo más peculiar del caso es que este chico concedía entrevistas, apareciendo en los principales programas de televisión.
A partir de un taller real organizado, vimos cómo personas de distintos credos, opciones sexuales y maneras de pensar reaccionan ante la lectura del guion de una película sobre un tipo que enamoraba a mujeres para estafarlas.
«Mi paso por Orihuela fue fugaz, porque apenas estuve para el pase, pero sumamente gratificante»
¿Gustó a crítica y público?
Pienso que sí, porque no hubo críticas malas. Al público creo que también le satisfizo, porque eran constantes las risas, pues el documental, aunque toque un tema doloroso, está hecho en base a la comedia.
Por este documental ganamos el Premio del Jurado Joven del certamen ‘Los trabajos y las noches’ de Logroño, además de participar en otros tantos festivales.
¿Cómo fue tu paso por la Sala de Cineastas?
Fugaz, porque apenas estuve para el pase, pero muy gratificante. La verdad es que Carlos (Escolano) es un apasionado del cine y eso se transmite. Para mí había bastante gente -según él, no- al ser ya julio.
¿Cuál va a ser tu próximo proyecto?
Después de las vacaciones, me volcaré en el guion de una ficción -titulada ‘Negro sobre negro’- que me han encargado. Es sobre una pintora que se dedicaba a pintar los cuadros de su marido, para que este los firmara posteriormente. En cuanto a dirección, desconozco cuál será mi siguiente trabajo.