Al mes de febrero, por estas tierras nuestras, cuesta cogerle el tranquillo. Cuando los días suelen durar, de media, unas diez horas, pero las noches aún dominan, con sus catorce, el frío todavía campará a sus anchas incluso entre días inopinadamente primaverales. Por supuesto que hay fiestas, y no pocas, pero esto en un momento en que labriegos y pescadores echan frenos.
En el campo, toca preparar los cultivos que habrán de sembrarse en primavera y verano. Aunque también toca plantar verduras como las acelgas o las coles; tubérculos como la patata o el boniato, moniato o batata; y hasta cucurbitáceas como el melón o la sandía. Y se recogen ajos, coliflores, espinacas, habas, zanahorias. El mar, en cambio, prácticamente se sella: toca paro biológico.
Bajo máscaras
Ante semejantes tesituras, antaño como ahora lo que tocará es relajarse. Es el turno del Carnaval (de ‘carnevale’, o sea, ‘carne levare’, ‘quitar la carne’), de las Carnestolendas (‘dominica ante carnes tollendas’, ‘el domingo antes de quitar la carne’), festejos que hunden sus raíces en las mismísimas Saturnales romanas, cuando del 17 al 24 de diciembre se agradecían las cosechas obtenidas o las piezas de caza o pesca capturadas.
El tiempo maceró las celebraciones, las fusionó con otras, como el al-Nawrūz (‘el nuevo día’) árabe o las mascaradas venecianas surgidas en 1162; las acristianó y les puso fecha: duran una semana y terminan cuarenta días antes del Jueves Santo (el 17 de abril este 2025), así que desde el jueves 27 de febrero hasta el miércoles 5 de marzo quedan anotadas en el calendario festero de nuestra provincia.
El tiempo maceró las fiestas de Carnaval, las fusionó con otras
Tres santos reunidos
La realidad es que tres cuartos de lo mismo ocurre con San Valentín, Día de los Enamorados, el 14 de febrero, que en realidad fusiona honores para tres santos italianos de parecido nombre que vivieron uno desde 175 y 269, otro por indeterminadas pero parecidas fechas y un tercero que habitó este mundo allá por el siglo V. Para el XV, la tradición había recorrido países y arraigado muy especialmente por zonas occitanas.
Nuestra Comunitat Valenciana fue especialmente receptiva a un culto que, como el Carnaval, se extendería por toda la provincia. Desde El Comtat o las Marinas Alta y Baixa hasta la Vega Baja, pasando por l’Alcoià (incluida la Foia de Castalla), los Vinalopós Alto, Medio y Bajo o las mismísimas tierras de l’Alicantí, hay fiestas diurnas para los más jóvenes y nocturnas, marchosas para los ya crecidos.
Las Falleras Mayores benidormenses nos anuncian celebraciones en marzo
Anuncio fallero
Pero dejémonos ahora de generalidades y señalemos algunos festejos particulares, extendidos de norte a sur por tierras alicantinas. Como en un siempre pletórico Benidorm (Marina Baixa), que, además de ofrecer sendas cenas a San Valentín (el 14 y el 22), abren el ventanuco para que puedan asomar futuros (pero cada vez más aledaños) jaraneos con la tradicional Crida (llamada, pregón) de las Fallas.
Así, el día 22, las Falleras Mayores de las tres comisiones benidormenses nos anunciarán ya la cercanía de estas celebraciones que se concretarán, con toda su carga de pólvora y alegría, desde el 17 al 22 del próximo mes. Al día siguiente, el 23, por cierto, y patentizando una vez más la multiculturalidad del municipio, la Casa de Andalucía local, fundada en 1979, celebrará el Día dedicado a dicha comunidad autónoma.
Habrá danzas, muixerangues, verbena, arroz y, por supuesto, parrillada
Parando enfermedades
No muy lejos de allí, en Altea, perteneciente a la misma comarca, la pedanía, quizá población original, de Altea la Vella se embarca del 14 al 17 de febrero en las fiestas a su patrón, el Santíssim Crist de la Salut o Santísimo Cristo de la Salud. Conmemoración agradecida por el hecho de que la población quedara libre de infectarse en 1830, cuando el mundo vivía otra pandemia, esta de cólera.
El caso es que la enfermedad, cuando se encontraba a las mismas puertas del lugar, echó el ancla. No vino nada mal ante una concatenación de contagios que finalmente, en todo el mundo, se llevó por delante a más de 300.000 vidas. Pero el jaraneo festero también se extenderá al dédalo callejero más veterano de la población titular, el Pueblo Antiguo o Fornet (vamos, el ‘hornito’, Altea como pura tahona).
Bailes de fechas
Por el Fornet alteano toca la celebración del Porquet, asociado a la matanza, al cerdo (‘porquet’, cerdete), como las de San Antonio Abad (que sí, que es el 17 de enero, pero los ciclos de la naturaleza son los que son y cada microclima es un mundo). Como siempre, habrá danzas, muixerangues, verbena, arroz y, por supuesto, parrillada de cochino.
Y no bajemos el telón festero sin acordarnos de que el mes ya había comenzado, y seguramente aún seguirá en varios municipios, festejando a San Blas, el santo armenio Blas de Sebaste (del siglo IV; si se sigue a la iglesia católica, se lo conmemora el 3; si a las de Oriente, el 11). Que el campo y los mares estarán escarchados, cuando no nevados, por estas fechas, pero, oye, que eso no enfríe nuestras alegrías.