Uno de los problemas que se presentan de forma generalizada en los niños con Trastornos del Espectro del Autismo son los relativos a la alimentación. Este hecho genera una gran cantidad de consultas por parte de las familias hacia los profesionales, por las connotaciones del riesgo para la salud y el desarrollo del niño, pero no siempre se obtienen las respuestas correctas a estas peticiones.
Movidos por el interés de abordar este problema, se está llevando a cabo un estudio en el Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández, en colaboración con Aspanias.
La presencia de metales pesados en el medio ambiente puede implicar un riesgo para la salud en personas autistas
Emociones y alimentos
La pretensión es no solo provocar estímulos que les animen a comer, sino también determinar otro tipo de factores como la relación entre las emociones y los alimentos en esta enfermedad, así como la influencia sobre ellos de los metales pesados que se encuentran en el ambiente y en algunos alimentos.
Las primeras ‘Jornadas sobre interés sensorial de la alimentación en discapacidad intelectual’, surgieron tras las reuniones mantenidas entre la representante de Aspanias (asociación de discapacitados) Isabel Yago, y la investigadora del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández Elena García, dirigidos por el catedrático en Tecnología de los Alimentos, Ángel Carbonell.
Con las dos primeras hablamos sobre este tema.
¿Qué se tuvo en cuenta para llevar a cabo estas jornadas?
Lo que en principio se planteó como una charla sobre nutrición y discapacidad, poco a poco fue articulándose en una Jornada mucho más amplia, en la que se implicó al Grupo de Calidad y Seguridad Alimentaria de la Universidad Miguel Hernández dirigido por el catedrático de Tecnología de los Alimentos, Ángel Carbonell Barrachina, y otros profesionales destacados del ámbito universitario, así como profesionales de Aspanias.
Además también, de forma paralela, se fueron articulando talleres sobre la percepción sensorial de los alimentos en niños con TEA, relativa al conocimiento del autismo, la nutrición, la dieta y el ejercicio físico, los metales, las sensaciones y las emociones que los alimentos les despiertan. Los niños experimentaron con colores, sabores y texturas.
¿Los niños autistas necesitan una nutrición especial?
Las personas con autismo pueden ser muy sensibles al sabor, el olor, el color o la textura de las comidas. Por eso pueden limitar parcial o totalmente ciertos alimentos o incluso grupos alimenticios completos.
Los principales alimentos que, por lo general, no son de su agrado son: frutas, vegetales y aquellos alimentos ´resbaladizos o mullidos`. Los niños con trastornos del desarrollo no deberían tener restricciones en su dieta.
«Existe una relación entre las emociones y los alimentos en personas con esta enfermedad»
¿Qué relación existe entre los alimentos y las emociones?
Una buena alimentación es super importante para nuestra salud y por ende para tener un buen estado anímico, unido a la parte musical.
La medicina oriental distingue cinco emociones principales que están asociadas a las cinco fases o movimientos: miedo, ira, alegría, preocupación y tristeza están asociadas a las cinco fases de la siguiente manera: El miedo está relacionado con la fase agua (los riñones, el invierno, el color negro, el sabor salado); la ira está relacionada con la fase madera (el hígado, la primavera, el color verde, el sabor amargo); La alegría está relacionada con la fase fuego (el corazón, el verano, el color rojo, el sabor ácido); la preocupación está relacionada con la fase tierra (el bazo, período interestacional, el color amarillo, el sabor dulce) y la tristeza está relacionada con la fase metal (los pulmones, el otoño, el color blanco, el sabor picante).
La relación entre estas cinco emociones compone nuestro estado anímico y son la base de nuestro comportamiento.
Al margen de despertar su interés para que se alimenten, ¿se persiguen otros objetivos con vuestra investigación que van más allá?
Se persigue también ampliar el tema con una determinación de metales pesados en muestras de sangre, orina y pelo.
En los últimos años ha aumentado considerablemente la preocupación por el riesgo para la salud que representa la exposición a metales pesados, tales como el plomo, mercurio, cadmio y ciertos metaloides como el arsénico, ya que han demostrado tener efectos neurotóxicos, carcinogénicos y mutagénicos, entre otros.
La presencia de metales en el medio ambiente, incluyendo nuestros alimentos y agua, puede implicar un riesgo para la salud, especialmente en aquellos grupos de población más vulnerables entre los que se encuentran los autistas, la población infantil, los ancianos y las gestantes.
«Una mala alimentación puede causar enfermedades como la diabetes, hipertensión y algunos tipos de cáncer»
¿El estudio Se podría ampliar a otras enfermedades degenerativas que también plantean problemas en la alimentación?
Una mala alimentación puede ocasionar muchas enfermedades como: diabetes, hipertensión, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares y del sistema digestivo, anemia, dislipidemia, algunos tipos de cáncer e infecciones. Una alimentación sana ayuda a evitar enfermedades crónicas y degenerativas. Es desde luego nuestra intención ampliar nuestra investigación a estas y otras enfermedades.
¿Cuál es el siguiente paso?
Analizar los datos en el Centro de Investigación Operativa (CIO) de la Universidad Miguel Hernández con el catedrático Joaquín Sánchez Soriano. A partir de los resultados obtenidos veremos si se puede seguir de forma pragmática con este experimento.
Creo que en España no se ha realizado un experimento como este todavía, pero estamos a la espera de resultados para sacar conclusiones definitivas.