El personaje del que queremos escribir hoy es uno de los crevillentís más antiguos de los que se tienen constancia. De hecho, en aquella época nuestra localidad ni siquiera se llamaba todavía Crevillent, sino Qirbilyän.
Hablamos de la época de Al-Ándalus, cuando los reinos de taifas musulmanes aún dominaban media Península Ibérica. Por entonces nació en Crevillent un hombre que llegaría a ser un médico de gran fama internacional gracias a sus remedios adelantados a su tiempo.
Muhammad al-Shafra significa en castellano ‘Muhammad el del bisturí’
Hijo del médico local
Hacia alrededor de 1270 (no está claro el año exacto) el principal médico herbolario de la localidad de Qirbilyän tuvo un hijo, a quien llamó con el impronunciable nombre de Muhammad Ibn Alí Ibn Faray al-Qirbiliäni. Dado que el joven continuó el camino profesional de su padre, fue conocido durante la mayor parte de su vida como Muhammad al-Shafra (‘Muhammad el del bisturí’ si lo traducimos al español).
Durante su infancia Muhammad conoció las propiedades curativas de las plantas que crecían por los alrededores y la Sierra de Crevillent. Amplió estudios en Valencia siendo aprendiz de Abd Al-lah, uno de los médicos más célebres de la época.
Por aquel entonces la zona había sido ya conquistada por los cristianos, pero todavía continuaba residiendo una gran población musulmana en estas tierras. De hecho Crevillent era uno de los principales asentamientos moriscos, donde además gozaban de bastante independencia para seguir profesando sus propias leyes y costumbres. Este estatus especial otorgado por el Reino de Castilla sin duda constituyó el antecedente a la gran tradición musulmana que aún hoy en día sigue perdurando en la localidad crevillentina.
Nobles, políticos y sultanes de todo Al-Ándalus y Marruecos querían contratar sus servicios médicos
Su fama se expande
Muhammad ejerció durante años como médico de su pueblo natal, hasta que su fama creció tanto que sus servicios fueron reclamados por nobles, políticos y personas pudientes de toda Al-Ándalus e incluso también por algunos cristianos.
Estos muy bien pagados encargos le hicieron viajar recurrentemente por todo el sur peninsular: Granada, Algeciras, Ceuta… Llegó incluso a crear su propio jardín botánico-medicinal en Cádiz.
Uno de sus pacientes más ‘VIP’ fue el sultán Naser de la localidad granadina de Guadix, quien optó por contratarle como médico personal tras curarle una dura enfermedad que llevaba años arrastrando.
Gran tratado científico
Su buena labor profesional con el sultán Naser le llevaron a ser reclamado desde el Sultanato Benimerín, el imperio bereber que por aquella época dominaba la zona donde actualmente se ubica Marruecos. Hay algunos testimonios que incluso apuntan a que podría haber estado en lugares aún más lejanos como Damasco, Constantinopla o Bagdad.
Instalado en la ciudad de Fez y más tarde en Marrakech, Muhammad al-Shafra combinó el bisturí con la pluma para escribir la que sería la gran obra de su vida. Después de años de investigación realizó un gran tratado de cirugía dividido en tres partes: Inflamaciones y tumores; Heridas, extracciones de flechas, reducción de fracturas y luxaciones; y Uso de calmantes y drogas para intervenciones quirúrgicas.
Este libro está considerado como uno de los manuales científicos más completos de la Medicina medieval. De hecho en aquella época se realizaron numerosas copias (a pesar de que todavía no se había inventado la imprenta) de los manuscritos de Muhammad que circularon por los territorios marroquí y español. En la Biblioteca de Fez aún se conservan los originales.
Escribió un gran tratado científico sobre Cirugía para desprestigiar a los falsos curanderos de la época
Sus batallas contra las pseudociencias
Nos consta que Muhammad puso mucho empeño en desacreditar a todos los falsos curanderos que abundaban en aquella época con supuestas soluciones milagrosas que de nada servían. Si estas lamentables estafas todavía siguen ocurriendo hoy en día, imagínense en aquellos tiempos de menos avances científicos y mayor peso de las religiones.
Con todo este legado escrito, el médico crevillentí prentedía aportar cierto rigor científico para salvar el prestigio de su profesión. Un fin que le preocupó especialmente desde que su propio hijo quiso seguir sus pasos en la Medicina.
Quizás fuera porque tuviera problemas con estos falsos curanderos, o porque simplemente añoraba su tierra, pero lo cierto es que ya en su vejez retornó a la Península Ibérica. Muhammad al-Shafra vivió muchísimo para su época, como no podía ser de otra manera siendo una persona que había dedicado toda su vida a la salud. Falleció en Granada en 1360, rondando ya los 90 años de edad.
Su pueblo natal no se ha olvidado de su brillante médico medieval. Una plaza, un bonito bancal decorado al estilo árabe y un busto están dedicados a la persona de Muhammad al-Shafra. Desde aquellos tiempos todavía resuena el dicho “saps més que el Shafra”.