Circunscribir la despoblación de ciertas áreas a un periodo determinado de tiempo es un ejercicio tan baldío como difícil porque, en realidad, se trata de un proceso que ha ido evolucionando a medida que el ser humano ha ido dominando multitud de variables como sus propias habilidades y conocimientos, el paisaje, enfermedades y, en última instancia, sus actividades económicas.
Pero si nos referimos a la ‘España vaciada’ cabe hacer un ejercicio de simplicidad y centrarnos en el último siglo, cuando el polo de atracción económica y desarrollo social de la costa, por muchos factores que entraron en juego en ese momento, provocaron la huida de grandes cantidades de personas desde el interior peninsular a la orilla del mar.
La falta de infraestructuras y dotaciones, sumada a la precariedad de sus conexiones, son los principales problemas
Un territorio que se estrecha
Se trata de una migración que no ha terminado. El boom turístico, que provocó la creación de toda una industria alrededor del mismo en sectores como el de los servicios, transporte, construcción o comercio, sigue provocando -aunque la pandemia está facilitando una tímida regresión en ese proceso que, por el momento, no tiene pinta de ir a extenderse más allá de la duración de la crisis sanitaria- que cada vez sean más las zonas de interior que se ven despobladas.
Lo más preocupante, desde el punto de vista provincial, es que la franja de tierra costera que podría considerarse atractiva para los que buscan nuevas oportunidades es cada vez -en el sentido literal del término- más estrecha. Así, la dirección general de Política Territorial y Paisaje observa con preocupación como las poblaciones de la Sierra de Aitana, en el interior alicantino, se enfrentan a retos muy similares a los de otras zonas que todos relacionamos con la España vaciada.
Por ello, se ha puesto en marcha el Plan de Acción Territorial (PAT) de la Sierra de Aitana, cuyo objetivo principal es el de desarrollar acciones dirigidas a evitar los problemas socioeconómicos de las poblaciones de la zona y, de esa manera, evitar su despoblamiento.
Los municipios afectados suman un 3,75% del territorio provincial, pero solo un 0,10% de la población de Alicante
Diez municipios afectados
El PAT de la Sierra de Aitana se centra, principalmente, en las poblaciones de Alcoleja, Benasau, Beniardá, Benifallim, Benifato, Benilloba, Benimantell, Confrides, Castell de Guadalest y Penáguila.
Se trata, en definitiva, de una decena de municipios que, pese a sumar algo más de 218 kilómetros cuadrados de territorio, cuentan con una población total que en el último recuento oficial se estanca en los 2.704 habitantes. En otras palabras, pese a suponer el 3,75 por ciento del territorio de la provincia, cuenta únicamente con el 0,10 por ciento de sus habitantes.
Con el fin de revertir esta situación y dinamizar el desarrollo de la zona, contemplando -como es lógico y necesario hoy en día- las bases de la sostenibilidad, se torna fundamental, tal y como recoge el documento, la implantación de nuevas actividades económicas. Un objetivo que, advierte el PAT, es difícil con el planeamiento urbanístico vigente en los diferentes municipios debido a su antigüedad, ya que han quedado obsoletos para las necesidades de esos objetivos.
Búsqueda de oportunidades
Para darle la vuelta a esta realidad, una de las principales metas que plantea el PAT de la Sierra de Aitana pasa por la creación de una infraestructura verde supramunicipal que ayude a garantizar las medidas de gestión necesarias, para la mejora de su estructura y funcionalidad, y que favorezca la generación de bienes y servicios ambientales de producción, regulación y culturales, entre los que se cuenta la mitigación y adaptación del territorio a los efectos del cambio climático.
Así mismo, se apuesta por zonificar el suelo no urbanizable del área afectada sin las limitaciones por municipios y una adecuación de la capacidad de acogida de cada zona a los usos y actividades que pudieran implantarse. Una acción que debería servir también para identificar los elementos del patrimonio cultural merecedores de protección y, de esa manera, asegurar su preservación y puesta en valor desde una visión que permita la mejora de los activos territoriales del ámbito alcanzado y su relación con las actividades económicas de naturaleza endógena.
Destaca el PAT que atacar estas cuestiones desde el ámbito supramunicipal permitirá no perder el coste de oportunidad, en términos de economía y ahorro de tiempo y trámites burocráticos que supondría la elaboración de cada uno de los planes municipales de manera separada.