La Vega Baja siempre ha sido cuna de grandes poetas que, sin alcanzar el renombre de nuestro Miguel Hernández, han dejado cada uno de ellos grandes obras que perduran con el paso del tiempo.
Es el caso de Miguel Ruiz Martínez, fallecido a los 52 años cuando le quedaba por ofrecer lo mejor de sí mismo, porque era un poeta diferente. Su poesía tiene una magia que, sin saber cómo, te atrapa desde la primera línea, pues su verso es libre, rebelde y muy personal, algo que por fin podrá conocer y disfrutar una mayor amplitud de lectores gracias al trabajo de cuatro escritores de la Vega Baja como son José Luis Zerón, Ada Soriano, José Manuel Ramón y José María Piñeiro, fundadores de la revista ‘Empireuma’.
Todos ellos amigos de Miguel Ruiz y coordinadores de la edición de la poesía reunida bajo el título ‘El corazón del claroscuro’, sin olvidar la siempre destacada labor de Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández. ‘El Corazón del Claroscuro’ recoge toda la obra de Miguel Ruiz publicada en libros hoy descatalogados, más dos poemarios inéditos, y cuenta en la portada con la ilustración del pintor oriolano José Aledo Sarabia.
‘El corazón del claroscuro’ incluye dos poemarios inéditos del autor
De la huerta al poemario
Miguel Ruiz Martínez estudió magisterio, pero decidió dedicarse a la agricultura y ganadería, trabajos que alternaba con la poesía. En 1986 sale su primer libro, ‘Llora el velo mortal’, y en 1991 publicaba ‘Ladera de tu Hondo’, más la separata ‘Prosas Finas’ y el poemario ‘En tu Punta Lugar’, aunque al morir prematuramente se quedaron dos obras inéditas: ‘Boria de la heredad’ y ‘La Peña en que me amparo’.
La primera obra del autor fue ‘Llora el velo mortal’, publicada en 1986
Además de todo eso, Miguel Ruiz figuró en la Antología de Jóvenes Poetas Alicantinos, en 1985 ganó el Premio Ciudad de Orihuela y en 1990 el Accésit Ciudad de Callosa de Poesía; también participó en recitales poéticos y realizó presentaciones de libros y revistas. Además, fue colaborador habitual de la revista oriolana de cultura Empireuma.
José Luis Zerón Huguet es el autor del prólogo del libro. Entre otras muchas cosas dice acerca de Miguel Ruiz: “Ya en nuestro primer encuentro me cautivó su capacidad de asombro. Miguel destacaba por sus amplios conocimientos literarios y filosóficos; nunca resultaba pedante, aunque solía adornar su discurso con citas y sentencias. Recuerdo que cuando publicó ‘Ladera de tu hondo’, Miguel se sintió vacío y creyó que había perdido la palabra, pero luego volvió a renacer, hasta que un día el poeta Antonio Gracia me dijo que nuestro amigo estaba enfermo y al poco José Aledo me comunicó su fallecimiento”.
Poemas inéditos
Zerón continúa explicando: “Unas semanas después su hermana Manuela me hizo llegar los originales de dos poemarios inéditos de Miguel. Hay en sus poemas misteriosas oscuridades y fogonazos, una fuerza fúnebre y vital que ejerce una fascinación en el lector más allá de lo explicable. Resulta tentador considerar a Miguel un poeta en estado de gracia que vivía ajeno a cualquier aspiración cultural o literaria, orgulloso de su marginalidad”.
“Sin embargo, tenía una legítima aspiración literaria, sobre todo a la hora de concebir su poesía como una obra coherente e intensa en la que se fusionan los avatares de su vida, su contacto profundo con la naturaleza y la experimentación del lenguaje. Aunque escribiera a golpes de revelación, sometía a la inteligencia los hallazgos intuitivos. Su lírica aúna imaginación, reflexión y evocación”, concluye José Luis Zerón Huguet.
«Miguel, radicado en su localidad y ligado a las tareas del campo, urdió con una limitación de motivos estéticos una obra poética compleja» J. M. Piñeiro
Una obra compleja
José María Piñeiro afirma que “el volumen publicado con la obra poética completa de Miguel Ruiz obedece a dos razones ligadas entre sí. Por un lado, la última voluntad de Miguel fue la de publicar, al menos, los últimos textos que concibió y no pudo sacar a la luz; por otro hubiera sido una irresponsabilidad el no hacer partícipe a los lectores de una obra tan singular”.
“Miguel, radicado en Redován y ligado a las tareas del campo, urdió con una limitación de motivos estéticos una obra poética compleja. En su poesía la experimentación lingüística obedece a un planteamiento radical: a la palabra poética le es legítimo efectuar toda la aventura en la búsqueda de una expresión de aquellos límites en los que la experiencia lírica es todavía discernible. Como se verá, la poesía de Miguel no hace concesiones, no es frívola. Ante una obra así, tan infrecuente y con una persona tan auténticamente comprometida con lo que escribía, teníamos la obligación de rescatar todos sus poemarios. Miguel pertenece a la memoria literaria de su pueblo de nacimiento, pero también de toda la comarca”, explica Piñeiro.
«Resulta difícil aventurar la relevancia que tendría en la actualidad la poesía de Miguel Ruiz si no hubiese muerto de forma tan prematura» A. Larrabide
Legado
Por su parte, Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, asegura que “resulta difícil aventurar la relevancia que tendría en la actualidad la poesía de Miguel Ruiz si el escritor no hubiese muerto de forma tan prematura. Si es cierto que ningún poeta muere del todo si deja tras de sí lectores que recuerden al menos algunos versos suyos. Y también el cariño y admiración de quienes disfrutaron de su pureza, de su sabiduría y de su espíritu visionario y escéptico”.
“Queda su obra, editada con fervor y cuidado, y la estela de un puñado de lectores que echan de menos su libertad de criterios estéticos y literarios. Una flor en el erial. Y lo máximo a que podemos aspirar cuando ya no estemos es, precisamente, que se nos eche de menos. El tiempo dirá si su verso fresco y limpio, como una mañana de invierno, sigue admirando a quienes se acerquen a su corazón, todavía palpitante, en forma de poesía reunida”.
Pasión por la vida
Ada Soriano es otra poeta oriolana que colaboró conjuntamente con Miguel en varios proyectos, y por eso le recuerda con especial cariño. “Tuve la fortuna de conocer a Miguel y pronto se convirtió en un amigo entrañable porque era un hombre extraordinario. Era un poeta que hablaba con verdadera pasión tanto si se trataba del poema que acababa de escribir recientemente como de sus labores agrícolas y ganaderas”.
“Mencionaba a los poetas que le importaban pronunciando sus nombres de una manera peculiar, como alargándolos. Nos visitaba de vez en cuando, era afectuoso y buen conversador. Me agradaba la manera en que se dirigía a mí porque lo hacía con suma delicadeza. En al año 2000 tuve el honor de compartir con él un pliego de poesía de la colección ‘Alimentando Lluvias’, coordinado por el poeta Antonio Gracia y editado por el Instituto de Cultura Juan Gil Albert. Recitamos juntos en la sala de la CAM de Alicante y supuso para mí una experiencia inolvidable como también lo debería ser la intensa, emotiva y compleja personalidad de su obra, que es él mismo”.
El libro editado por la Fundación cultural Miguel Hernández reúne toda la poesía de Miguel Ruiz Martínez, un poeta libre y rebelde
Buena acogida
Por último, José Manuel Ramónopina dice sobre la obra de Miguel que “cuando en un principio planteamos la publicación de los dos poemarios que Miguel Ruiz dejó inéditos, nos asaltó la idea de que sería mejor reunir para la ocasión todos sus libros publicados y descatalogados en un único volumen.
Hicimos el acopio de su obra para esta edición y lo tecleamos y revisamos con sumo respeto a los originales. ‘El Corazón del Claroscuro-Poesía Reunida’ es un libro especial porque presenta, a quien pueda interesar, la voz de un poeta intenso y pasional como Miguel Ruiz, con esa visión naturalista y apegada a la tierra, a la huerta y campos que nos rodean y, a la vez, tan universal que la pueda hacer atractiva a cualquier otra sensibilidad o comprensión lectora, por fondo y forma.
El libro está teniendo muy buena acogida entre poetas y críticos. Se ha hecho una distribución acertada para que tuviera el eco suficiente y una justa visibilidad. Miguel Ruiz era un brillante conversador, generoso y cercano. Dimos muchos paseos por Redován y sus alrededores. En otras ocasiones charlábamos tomando un café en el bar del Chato (Xat Bar) cuando no en su propia casa. No perdimos el contacto cuando me fui a trabajar fuera de Orihuela y nos carteábamos con cierta frecuencia. Era un buen amigo”, concluye Ramónopina.