Y yo solo quería ayudar a los socialistas y, de pronto, me vi envuelto y convertido en alcalde de Rafal hace 10 años. De la consulta a la alcaldía. “¡Qué cambio más grande!”, me decían mis amigos; pero al poco tiempo comprobé que no era así, que era el mismo trabajo. Es cierto que los conocimientos son diferentes, pero una vez aprendidos, era la misma vocación. Se trata de ayudar al que lo necesita y gestionar de forma ecuánime, porque cualquier decisión beneficia o afecta a mucha gente, en este caso.
Las personas necesitan de un alcalde que les escuche y, si es posible, que les ayude. Evidentemente, es imposible hacerlo solo. Las personas que te acompañan en este trayecto son fundamentales, son tus ojos y tus manos; son tu equipo.
Llegamos con la cartera llena de proyectos y, afortunadamente, la ilusión estimula la creatividad e impulsa que, a pesar de ir cumpliendo objetivos, siempre siga repleta. Fuimos conscientes de que, con nuestra disponibilidad presupuestaria, únicamente con las ayudas de administraciones supramunicipales podríamos ver cumplidos muchos sueños de los rafaleños: podíamos tener calles transitables, parques y zonas verdes en condiciones, mejoras en la red de alcantarillado, en la red de agua potable o en la red eléctrica y que se apostara por la eficiencia energética o en el polideportivo; y todo mejorando las instalaciones y que se renovara el césped del campo de fútbol. “¡Alcalde! ¡Nuestros caminos! ¡Los jóvenes! ¡Los discapacitados! ¡El consultorio de una vez!”, o “¡Nuestro cole!”. Poco a poco hemos desarrollado infinidad de acciones y hemos transformado la vida de rafaleños y rafaleñas.
Y lo mejor estaba por llegar, cuando se hizo realidad el consultorio médico nuevo y sufragado por la Generalitat, y por la decisión y la audacia del gobierno valenciano que preside Ximo Puig. Esto no se conocía hasta 2015. Trabajamos por mejorar un colegio de 40 años de antigüedad, y de pronto, de nuevo el Presidente nos sorprende con el Plan Edificant y cerca de 2 millones para nuestro “cole” y para decenas de colegios e institutos de la Comunidad.
Recordemos que el principal problema en 2011 era el empleo. Un pueblo no tiene gran capacidad para generar empleo, pero sí para ayudar a que la gente lo encuentre y, sobre todo, para ayudar a los jóvenes. Recuerdo ahora a Ismael González ayudándome a diseñar un programa que buscaba empleo en el extranjero para rafaleños, pero pronto fue también para toda la comarca. Fue dura la separación, pero más duro era ver su futuro truncado. Muchos han vuelto, otros permanecen lejos todavía. ¡Mucha suerte!
Diez años de aprovechamiento de todas las ayudas para contratar el máximo número de rafaleños. 351 personas han firmado algún contrato con nosotros, con decenas de oficios. Todos sabían que trabajaban para el pueblo, y sé que lo han dado todo y lo siguen dando. Cuando veo el montante que hemos recibido, yo mismo me impresiono al comprobar que un millón setecientos mil euros se ha invertido en empleo en Rafal. ¡Gracias a todos!
Durante estos diez años hemos tratado de sacar a la gente de sus casas, bien para ilustrar o para divertir, para evadirles de la rutina y para que esos momentos queden en la memoria colectiva, haciendo más grande nuestra tradición y nuestras costumbres. Son las que hacen que siempre vuelvas a “casa” y te sientas orgulloso de tu pueblo, Rafal: “la Graná”, “Arte Musical”, la Semana Santa, las “fiestas del Rosario” y “Los Pastores”, son nuestros estandartes. Y nuestro patrimonio.
Pero en esas mentes jóvenes cultas e inquietas surgió la apuesta por el cine, por un festival de cortometrajes, y allá lanzamos “Rafal en corto”, que también cumple diez años y a día de hoy está situado en el panorama nacional. Y qué me dicen de las Olimpiadas de Rafal, con antorcha olímpica, fuego y naciones compitiendo, envolviendo a la escuela y a las asociaciones. Ya lo sé: ¡un atrevimiento!
Un equipo de gobierno fomenta lo que cree bueno para su pueblo y sus vecinos, y nosotros siempre hemos creído en el asociacionismo de forma vehemente, por eso hemos apoyado sus proyectos y necesidades. La ilusión siempre hace caminar a un pueblo, ¡la colectividad!
Si alguien pensó que la DANA y el COVID-19 podían parar este ímpetu, se equivocó. No han podido con nosotros y ahí tenemos uno de los primeros planes contra el riesgo de inundación, dentro de la genialidad que supone el Plan Vega Renhace.
Llevamos una década aportando nuevas ideas a Rafal. Ilusión no falta y somos conscientes de que queda mucho por hacer. Pero trabajaremos como siempre, proyecto a proyecto y de administración en administración: la plaza, la conexión con San Bartolomé, o las casas baratas serán una realidad. Gracias Rafal por permitirme que lo hagamos juntos, porque diez años no es nada.